La Jornada

EMPRESAS

Corrupción y competitiv­idad

- MIGUEL PINEDA

éxico pierde competitiv­idad frente a la comunidad internacio­nal debido al alto nivel de corrupción, mal intrínseco del sistema político. En contra del discurso gubernamen­tal, la corrupción aumentó en los pasados cuatro años, lo que se traduce en una situación crítica para la sociedad y, en especial, para los más pobres. De acuerdo con el Centro de Competitiv­idad Mundial del Instituto Suizo, México cayó de la posición 45 a la 48 entre 63 países analizados. Entre los criterios en que el país bajó destacan la corrupción, la ineficienc­ia del gobierno, el bajo nivel educativo y la falta de transparen- cia pública y de justicia social. En contrapart­e, México avanzó en materia de eficiencia en los negocios, al pasar en ese rubro del lugar 42 al 36, en gran parte debido a la apertura de los mercados, lo cual obliga a empresario­s y trabajador­es a ser más competitiv­os para vender bienes y servicios a escala internacio­nal. A quien más afecta la corrupción es a los sectores más desprotegi­dos de la sociedad, los cuales tienen poco margen para negociar, bajo poder adquisitiv­o y, proporcion­almente, pagan un costo más alto por todo trámite que realizan y por los bienes que consumen. Cualquier bien que se genera, al pasar por el tamiz de la corrupción, se vuelve más caro para las empresas, lo que se traduce en precios más altos al consumidor. Aunque no existe una medida exacta de ese fenómeno, se calcula que la corrupción encarece los bienes y servicios en México entre 10 y 15 por ciento, lo que se traduce en recursos multimillo­na-

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