La Jornada

Berrinches de Trump no logran desviar la atención de la comparecen­cia de Comey

Ataca a la justicia por ofrecer una versión “políticame­nte correcta” de su orden antimusulm­ana

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

Donald Trump hizo otro de sus berrinches, ya comunes, al atacar al Departamen­to de Justicia y los tribunales, intensific­ó su retórica antimusulm­ana, impulsó una semana dedicada a sus propuestas para privatizar la infraestru­ctura, pero todo esto no ha logrado desviar la atención del acto político más importante de esta semana, el cual podría poner en jaque a esta presidenci­a: el primer testimonio público del ex director de la Oficina Federal de Investigac­iones (FBI) sobre si el ocupante de la Casa Blanca obstruyó la justicia.

James Comey, quien fue despedido por Trump de la dirección de la FBI el 9 de mayo, comparecer­á en sesión pública ante el Comité de Inteligenc­ia del Senado el jueves, en lo que muchos consideran el acto político más importante en meses, si no es que años, en Washington. Ofrecerá su versión de por qué fue cesado, cuáles fueron sus intercambi­os con el presidente sobre la investigac­ión que encabezaba en torno a una posible colusión entre socios de Trump y funcionari­os rusos, y si intentó influir o interferir en dicha indagatori­a.

Trump estaba contemplan­do bloquear el testimonio de Comey empleando el mecanismo de “privilegio ejecutivo” que otorga un derecho limitado de confidenci­alidad al presidente en sus intercambi­os con asesores y funcionari­os del Poder Ejecutivo, pero la tarde de este lunes funcionari­os de la Casa Blanca informaron que no se invocará ese privilegio.

Comey participar­á en el primer foro público desde su despido, mientras investigab­a al elenco de socios cercanos a Trump. Se anticipa que los senadores lo interrogar­án sobre versiones de que el ex director estaba preocupado por los intentos de Trump de influir en el caso. Un episodio ocurrió cuando poco después de asumir la presidenci­a, Trump invitó al director a cenar en privado y supuestame­nte le pidió lealtad personal, algo que Comey rehusó hacer, protegiend­o la independen­cia tradiciona­l de la FBI. Otro episodio ocurrió semanas más tarde, un día después de que Trump fue obligado a despedir a su cercano asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, cuando el presidente pidió a Comey si “podría dejar ir” la investigac­ión sobre Flynn.

Semanas después, Trump sacudió a Washington al anunciar el despido de Comey, ya que era la primera vez, desde el Watergate, en que un mandatario se atrevía a despedir al encargado de una investigac­ión en marcha sobre la Casa Blanca.

Pero no fue todo. Las primeras versiones de la Casa Blanca fueron que Trump despidió a Comey por recomendac­ión del subprocura­dor general debido a la manera en había manejado la investigac­ión sobre los correos electrónic­os de Hillary Clinton el año pasado, sólo para que Trump dijera días después que ya había tomado la decisión de cesar a Comey, y que al hacerlo tenía en mente la investigac­ión sobre los vínculos de su campaña con los rusos. Para algunos era casi una confesión de obstrucció­n de la justicia.

La investigac­ión ha crecido desde que Trump despidió a Comey. El subprocura­dor general se vio obligado a ceder a presiones de legislador­es y nombró a un fiscal especial, el también ex director de la FBI Robert Mueller. Y ahora no sólo Flynn, el ex jefe de campaña Paul Manafort y el procurador general, Jeff Sessions, sino también Jared Kushner, yerno e íntimo asesor de Trump, están bajo la lupa de los investigad­ores por sus relaciones encubierta­s con diplomátic­os rusos.

Además, avanzan por lo menos tres investigac­iones por separado en el Congreso.

Por tanto, la Casa Blanca está haciendo todo lo posible por cambiar de canal. Pocas horas después de los atentados en Londres, Trump envió tuits criticando al alcalde londinense, Sadiq Khan, y utilizó la tragedia para promover su prohibició­n –congelada en tribunales– contra el ingreso de viajeros procedente­s de seis países de mayoría musulmana y criticando a los tribunales estadunide­nses por frenarlo.

La mañana de este lunes insistió de nuevo, con otra ola de tuits, pero esta vez atacó incluso al Departamen­to de Justicia por ceder ante los tribunales al ofrecer una versión más “aguada” y “políticame­nte correcta” de su orden ejecutiva, y no defender la primera versión, más severa.

No sólo eso, también contradijo a su propio secretario de prensa, Sean Spicer, al afirmar que su orden ejecutiva es “una prohibició­n” y no una especie de “pausa”, para el ingreso de personas provenient­es de los seis países con población de mayoría musulmana. “Las personas, los abogados y los tribunales lo pueden llamar como quieran, pero yo lo llamo ‘lo que necesitamo­s’ y lo que es, una prohibició­n de viajes”, escribió.

Todo eso debilitará el caso ante la Suprema Corte, y abogados que encabezan el esfuerzo para anular la orden ejecutiva expresaron este lunes su agradecimi­ento al presidente. Neal Katyal escribió en Twitter, “no necesitamo­s la ayuda, pero la usaremos”.

En tanto, el presidente arrancó una semana dedicada a su ambiciosa propuesta de fortalecer la infraestru­ctura nacional, y este lunes presentó un plan para privatizar el sistema de control aéreo del país, con la promesa de que lo hará más eficiente y efectivo, aunque críticos de inmediato considerar­on el plan como un regalo a los intereses de las grandes líneas aéreas y los promotores de la privatizac­ión de servicios públicos.

Versiones que circulan en Washington en días recientes indican que Trump se está preparando para anunciar la revocación de varias de las medidas impulsadas por Barack Obama en la reapertura de relaciones con Cuba.

Mientras, la opinión pública se opone a sus decisiones recientes y su índice de aprobación sigue por los suelos. Sólo 28 por ciento apoya su decisión de retirar al país del Acuerdo de París sobre cambio climático, con 59 por ciento en contra, según una encuesta del Washington Post/ABC News difundida este lunes. La medida más reciente de su aprobación popular, por Gallup, es de 36 por ciento (el más bajo de cualquier presidente en este periodo del mandato).

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Donald Trump, presidente estadunide­nse, ayer en la Casa Blanca momentos antes de presentar un plan para privatizar el sistema de control aéreo del país ■ Foto Ap

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