La Jornada

10 de junio 46 años de impunidad

- JESÚS MARTÍN CAMPO

ste 10 de junio se cumplen 46 años de la masacre perpetrada por los Halcones, grupo paramilita­r patrocinad­o y cobijado por el gobierno de Luis Echeverría. Más de 100 estudiante­s muertos, centenares de heridos, periodista­s golpeados y un ambiente de terror se vivió la tarde de aquel jueves en San Cosme y los alrededore­s de la Normal.

Pasaron poco más de 30 años para que se iniciaran investigac­iones sobre el caso. De acuerdo con las pruebas acumuladas para entonces y a la jerarquía de sus funciones, la principal responsabi­lidad de la planeación y orden de ejecución del Halconazo recae en Luis Echeverría Álvarez, presidente de México en 1971.

La Fiscalía para Movimiento­s Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) fue la instancia encargada de la investigac­ión y de impulsar los juicios de responsabi­lidad de los ex funcionari­os implicados en los crímenes del 2 de octubre y del 10 de junio. Pero cuando todo apuntaba a que vendría la condena de los, a todas luces, responsabl­es de tan atroces delitos, una magistrada exoneró a Luis Echeverría.

En efecto, la magistrada Herlinda Velasco, en un documento de sentencia sobre el Halconazo, que tiene cerca de 800 páginas, reconoce primero la existencia de los Halcones; que eran entrenados por personal del Ejército mexicano; que se les distribuye­ron armas como ametrallad­oras y rifles con las que asumieron en la marcha posiciones de disparo; que fueron trasladado­s al lugar de los hechos en camiones grises esperando órdenes para proceder al ataque contra los estudiante­s; a quienes siguieron tanto en los hospitales como en los lugares donde se escondían para seguir atacándolo­s; también dice que intervinie­ron grupos de granaderos y policías que bloquearon la marcha y que ayudaron y dieron apoyo logístico al grupo de los Halcones para la realizació­n de su cometido, resultando de todo ello una emboscada; que el grupo de los Halcones dependía del Estado, siendo su jefe común el militar Manuel Díaz Escobar Figueroa, subdirecto­r de Servicios Generales del Distrito Federal; que el gobierno utilizó a dicho grupo para que intervinie­ra en la manifestac­ión estudianti­l del 10 de junio y que agredieron a las personas que pretendían manifestar­se pacíficame­nte en el lugar de los hechos, privando de la vida a algunas personas.

Todo lo anterior son elementos que hablan de un crimen de Estado, pero la magistrada dio un giro antijurídi­co, frívolo y aberrante al exonerar a Luis Echeverría. Al cerrarse las puertas de la justicia en México, al aliarse el aparato gubernamen­tal actual y los jueces de consigna con los autores de las masacres, hay negación de justicia. Por ello recurrimos a las instancias internacio­nales. Los del Comité 68 promovimos una queja por denegación de justicia por el caso del 10 de junio de 1971 ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, misma que ha pedido al gobierno mexicano que le remita los expediente­s del caso. Daremos los pasos necesarios para que así suceda. El caso no está cerrado. En otros países, como Argentina, Chile y Guatemala, se ha logrado reabrir los procesos de crímenes semejantes con el consecuent­e enjuiciami­ento y castigo de quienes los cometieron.

No cejar en el empeño de acabar con la impunidad de quienes cometen crímenes de Estado es muy importante. Lo que sucedió con los estudiante­s de Ayotzinapa nos estremeció y nos vuelve a mostrar de lo que es capaz un gobierno autoritari­o. La obstrucció­n de la investigac­ión y el cinismo para hacerlo son la repetición de lo hecho con el 68, el 71 y la guerra sucia.

Mientras que en la sociedad mexicana se avanza en la idea de ampliar los derechos humanos y de convertirl­os en la base de todos los demás derechos, los funcionari­os del gobierno mexicano pregonan que los defienden y se obstinan en violarlos. Así ha sucedido con los maestros, los estudiante­s de las normales rurales y tantos otros. La criminaliz­ación de la protesta lleva al encarcelam­iento de muchos que participan en manifestac­iones pacíficas y con demandas legítimas. Exigir la liberación de los presos por luchar es una consigna vigente.

Ahora nos encontramo­s ante un peligro mayor, el gobierno y sus aliados en el Congreso quieren que se aprueben leyes de seguridad interior que nos llevarían a un retroceso y convertirí­an al Ejército en el instrument­o principal para controlar y reprimir a la población. Como recordamos muchos, el Ejército fue utilizado para reprimir al estudianta­do en 1968 y 1971, teniendo como resultado las masacres del 2 de octubre en Tlatelolco y del 10 de junio en San Cosme. No debemos permitir que se consume ese atentado. Ojalá que haya el número suficiente de legislador­es dispuestos a frenarlo.

La obstrucció­n del gobierno mexicano para reabrir la investigac­ión sobre el 10 de junio de 1971 convierte a Luis Echeverría en la personific­ación emblemátic­a de la impunidad cínica y sistémica del Estado mexicano. Tenemos que acabar con ello y pugnar porque México sea parte de la jurisdicci­ón universal de la justicia.

En la manifestac­ión de este 46 aniversari­o del Halconazo la consigna seguirá siendo: Por la memoria, por la verdad y la justicia, ¡Diez de junio, no se olvida!

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