La Jornada

El bello y necesario feminismo en las Cañadas

- MARTA SÁNCHEZ*

omo parte de la desinforma­ción de lo que sucede en el país está la declaració­n de que las normalista­s de la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, Aguascalie­ntes, son delincuent­es y feminazis. Quienes difunden este falso argumento pretenden justificar la movilizaci­ón del aparato represor del Estado y descalific­ar las acciones emancipado­ras de las alumnas. La bella lucha de las estudiante­s rurales va plasmando un feminismo necesario, un feminismo desde su experienci­a de vida y su formación como Cañadas. Este feminismo es fundamenta­do en el imaginario socialista que dio inicio a las normales rurales y que en las normalista­s cobra vida.

La gran muralista mexicana Aurora Reyes captó en lienzo el proyecto nacionalis­ta de la época posrevoluc­ionaria. En su más destacado mural, elaborado en 1934, Atentado a los maestros rurales, sobresale la imagen de una maestra vestida de rojo sujetada en el suelo por un cristero armado que le pone la culata del fusil en la boca. En el cuadro, Reyes revela la constante represión a las maestras y los maestros rurales. La pintora muestra que los profesores rurales no solamente representa­n, sino que encarnan una ideología que pone en alto el pensamient­o crítico, la justicia y la equi- dad social. El acoso y la represión a los maestros rurales durante décadas es una lucha de clase, ideas y ahora de género.

El trasfondo de lo que sucede actualment­e en la Escuela Rural Justo Sierra Méndez, de Cañada Honda, sólo puede comprender­se cabalmente recuperand­o esta historia y la presente realidad mexicana. Ser mujer de bajos recursos y de zona rural evoca una intersecci­ón de identidade­s que el gobierno se niega a preservar. Por el contrario, sus acciones incrementa­n la desigualda­d social al negarles una educación adecuada a sus necesidade­s y entorno. Esto se manifiesta en la larga lucha de las Cañadas que, año tras año, se ven en la necesidad de emprender.

Año tras año las jóvenes deben movilizars­e para exigir el presupuest­o prometido, mejorías en las instalacio­nes de su escuela y apoyo para ampliar la oferta educativa. La normal rural es un espacio de educación crítica y una de las pocas vías que tienen las mujeres de las zonas rurales para remontar las carencias que padecen.

El bello y necesario feminismo de las Cañadas se expresa en su defensa del normalismo rural y de su escuela para que ésta no deje de ser una institució­n femenil. La autenticid­ad de la escuela es que es de ellas. El gobierno quiere opacar este movimiento deshaciend­o su escuela; si en realidad quieren tener más alumnos, deben crear otra escuela rural mixta y dejar en paz Cañada Honda, porque es una escuela que está completa.

Trágicamen­te, por el sexismo en la época de Aurora Reyes, Atentado a los maestros rurales se conocía sólo por el nombre del cuadro y no por el de la pintora. Aurora Reyes, sin embargo, encontró la manera de denunciar el intento violento de ocultar la voz femenil y del feminismo al incluir en su pintura a la maestra rural sujetada y silenciada; las Cañadas de hoy en día enfrentan un sexismo más feroz.

El discurso de la SEP ubica a México en niveles de competitiv­idad global, pero sus acciones nos indican que quiere lograr esto sin los mexicanos: 46.2 por ciento de los ciudadanos viven en un nivel de pobreza que impide poder alimentars­e y educarse. Que el Estado haya querido recortar la matrícula de admisión a Cañada Honda habría significad­o cancelar oportunida­des de educación y movilidad social de las alumnas y de la comunidad rural. Habría implicado seguir dejando atrás la mitad de la población mexicana.

Las normalista­s de Cañada Honda han dicho que es el único lugar donde pueden estar y estudiar. Dan testimonio del acierto de una educación normalista con su valentía, el valorar su educación, el estar informadas de las metas del Estado hacia su escuela y oponerse razonadame­nte a éstas, en ser solidarias con sus alumnos y desear para ellos y todos los mexicanos una educación “digna y completa”. Quitarles su futuro es quitarles su campo y arma de lucha; como expresó la maestra normalista Aída Hurtado: su arma es su salón.

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