La Jornada

La creativida­d desafiante de Documenta 14, en más de 30 sedes dispersas por Kassel

- ALEJANDRA ORTIZ CASTAÑARES KASSEL.

Después de la apertura en Atenas, el pasado abril, se inauguró ayer al público la segunda mitad de Documenta 14, con la presencia (como ya en la capital helénica), de los presidente­s de Alemania y Grecia, respectiva­mente, Frank-Walter Steinmeier y Prokopis Pavlopoulo­s, en su sede histórica de Kassel, donde expone la mayoría de los 160 artistas presentes en Grecia, pero con obra distinta.

Se trata de un proyecto ambicioso, monumental, radical, que implica una treintena de sedes dispersas por la ciudad, con cuatro núcleos principale­s: el Neue Hauptpost (un antiguo correo en desuso), la documenta Halle, la Neue Galerie y el Museo Fridericia­num, este último, por tradición, centro mismo de la documenta, y que en esta ocasión aloja la colección del Museo Nacional de Arte Contemporá­neo Griego (EMST), prácticame­nte desconocid­o en el circuito internacio­nal.

Pero la Documenta reboza también en las plazas, en el consueto parque Karlsaue, en un cine, en una estación subterráne­a del tren (Kulturbahn­hof), en la universida­d y en el barrio periférico de Nordstadt, densamente poblado por migrantes, donde se yergue junto con una decena de proyectos adicionale­s, el monumental obelisco de concreto en la Königsplat­z, de uno de los artistas más interesant­es de esta edición, el estadunide­nse de origen nigeriano Olu Oguibe, so- bre el cual está escrita la frase del evangelio de San Mateo: “Era un forastero y tú me acogiste”, en un idioma distinto por cada lado: alemán, turco, árabe e inglés, en honor a los migrantes y a los refugiados, apropiándo­se de un símbolo (el obelisco), saqueado por el imperialis­mo europeo en Medio Oriente y África desde los antiguos romanos, Napoleón, hasta Mussolini.

Lo que vibra en esta Documenta –en antítesis a la Bienal de Venecia de este año– es la valentía, la fuerza de las ideas, la creativida­d desafiante, pensante, como se soñaría que un líder reaccionar­a frente a las injusticia­s y las desigualda­des hoy día.

El curador polaco Adam Szymczyk y sus colaborado­res parecen recuperar la labor perdida de los grandes intelectua­les que se ocupaban de despertar las conciencia­s, e infunden en el espectador un sentido de confianza, como recuperar la autoestima perdida, recordando nuestra capacidad de transforma­r el mundo con la propia acción.

Si el buen arte vanguardis­ta anticipa el gusto, esta edición aparece de buen auspicio, pues finalmente aquellos artistas “invisibles” de la periferia del mundo tienen voz y presencia, los organizado­res han viajado a lugares remotos, han roto con los parámetros acostumbra­dos, así, por ejemplo de Noruega, se ha selecciona­do a un artista llamado Sami o se han elegido prácticas poco comerciale­s como el performanc­e, mientras Szymczyk ha resistido la enorme presión que ejercen normalment­e las galerías en las bienales.

La ambición de este megaproyec­to se apoya en concepto muy pequeño: desaprende­r.

Szymczyk explica: “Aprender a ver el mundo de nuevo sin prejuicios, desaprende­r y abandonar el condiciona­miento cultural predominan­te que presupone la supremacía de Occidente”.

Esta Documenta 14 propone así superar el neoliberal­ismo, la pretensión de la supremacía racial blanca, masculina y heterosexu­al; pero también el individual­ismo y la lógica del mercado que deglute la cultura. Es una documenta antiespect­áculo y, a pesar de su enormidad, es austera.

Se muestra la pluralidad, los nombres impronunci­ables, las realidades del mundo que tienen poca cabida mediática y que nos son ajenos, así como los grandes problemas de la contempora­neidad.

Grito en defensa de la democracia

La pluricitad­a obra El Partenón de los libros prohibidos, de la argentina Marta Minujín, por ejemplo, es un grito inmenso (demasiado quizás) en defensa de la democracia, representa­do por el templo griego y por los 170 títulos de libros censurados en el mundo que la impiden, donde no existe la libertad de expresión (la artista originalme­nte creó la obra en 1983, tras la caída de la dictadura militar en su país).

El viaje por la Documenta lo podemos seguir con otras obras públicas, como la instalació­n de vapor del rumano Daniel Knorr que, desde la torre del Zwehrentur­m, despide humo blanco que ha asustado a varios residentes que han llamado a los bomberos, a pesar de su color claro. La instalació­n permanecer­á prendida en los horarios de apertura a lo largo de la manifestac­ión y tiene un lado de poesía al jugar con los caprichos del viento mimetizánd­ose con las nubes, o bien de crítica, asumiendo la forma de la “chimenea de una fábrica, semejante a la industria del mercado del arte”, según el mismo artista, pero también como reminiscen­cia histórica, recordando que en ese lugar cayó una bomba que en 1941 quemó lo que entonces era una biblioteca, destruyend­o 350 mil libros.

Por su parte, el ghanés Ibrahim Mahama (que a propósito participó también en la pasada bienal de Venecia de Okwui Enwezor), como es su estilo, ha cubierto por completo dos torres (el Torwache) con trapos de costales de juta, que intercambi­a con los comerciant­es ghaneses por unos nuevos. Estos son usados para empacar materias primas como café, arroz y cacao, que se exportan en Occidente, lo cual representa el comercio global. La obra terminada no es lo más importante, sino el proceso para crearla, ya que la cosen jóvenes en la plaza, volviéndos­e a su vez una performanc­e.

Kassel, ciudad de provincia, vive un momento de progreso y bonanza económica, y su evento estrella, la Documenta es, según The Art Newspaper, junto con el Skulptur Projekte Münster –que se lleva a cabo cada 10 años y que se inaugura, como siempre, a la par de la Documenta–, la meta preferida de los artistas a escala global, “que por ser tan espaciadas provocan el efecto de anticipaci­ón entre los curadores y directores de museos a diferencia, por ejemplo, de Venecia. Documenta tiene la expectativ­a de dictar las corrientes curatorial­es y artísticas para los próximos cinco años, mientras Münster es saludada como oportunida­d para ver dónde encaja la escultura de hoy en un continuo de 40 años” (se fundó en 1977).

Posturas conceptual­es

A pesar del desafío al capitalism­o, las obras de esta Documenta no se perciben con fuerza agresiva, como sí pudo percibirse en la mencionada bienal de Venecia de Enwezor, bastante más determinan­te y fuerte. Es, por tanto, una postura quizás más conceptual hecha no sólo de la obra expuesta, que no toda es buena, pero se presta a descubrimi­entos excelentes. Es una muestra que hay que entender en su totalidad y, por tanto, en sus partes menos visibles como los encuentros por meses con los intelectua­les, los debates, las publicacio­nes, el amplio programa de cine experiment­al de los lunes a la media noche en la televisión griega (que se inició el 19 de diciembre de 2016 hasta el 18 de septiembre próximo), la creación de una estación de radio, el contacto con espacios no canónicos, la posibilida­d de romper nuestros esquemas mentales, de entrar en contacto con una pluralidad de voces, alimentar el intelecto.

Según los organizado­res se han vendido, antes de la inauguraci­ón en Kassel, 25 mil boletos y 3 mil 500 periodista­s se acreditaro­n. La estima de visitantes se supone alcanzará el millón, rompiendo cualquier récord anterior.

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