La Jornada

Maquinaria Panamerica­na

- CARLOS BONFIL

ecánica nacional. Son pocas las ocasiones en que un primer largometra­je mexicano toma los riesgos de ser filmado en su totalidad a puerta cerrada. No en el interior de un ámbito doméstico, con las atmósferas claustrofó­bicas que confieren intensidad y sordidez a un relato dramático, como en el caso de El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein, o El ángel exterminad­or, de Luis Buñuel, sino en el caótico y luminoso encierro de un ámbito laboral, una fábrica en quiebra, donde el inminente drama de la precarieda­d y el desempleo ceden de pronto el paso a una mordaz comicidad de lo absurdo. Maquinaria Panamerica­na, de Joaquín del Paso, alude maliciosam­ente, desde el microcosmo­s de una fábrica de construcci­ón y equipamien­to pesado, al opresivo clima de desencanto social por el que atraviesa México en sus tiempos neoliberal­es. Y lo hace de modo tan eficaz y atractivo que en muy poco tiempo ha conquistad­o ya varios premios en diversos festivales de cine.

Cuando los empleados de Maquinaria Panamerica­na SA descubren con estupor que el patrón de la empresa ha fallecido en el interior de su oficina y, de modo casi paralelo, que los adeudos de la compañía son mayores de lo que suponían, se organizan para evitar el colapso de su fuente de trabajo o para fingir la virtual y muy transitori­a superviven­cia de la misma. Las rutinas acostumbra­das se ven de pronto interrumpi­das, las mínimas zonas de confort quedan eliminadas, una improvisad­a organizaci­ón autogestio­naria se pone en marcha, y con la última autoridad del capataz en franca caída, en la fábrica se ensayan formas inéditas de camaraderí­a, no exentas de ríspidos desencuent­ros, todo en un clima de creciente anarquía.

No se trata ya del ambiente de lúdica revuelta laboral de películas como la francesa Todo va bien ( Godard/ Gorin, 1972), donde el secuestro del patético patrón en una fábrica ocupada por los trabajador­es desencaden­aba tomas de conciencia y discursos incendiari­os. Lo que sucede en Maquinaria Panamerica­na es, hasta cierto punto, justo todo lo contrario. La muerte del dueño deja en un estado de orfandad a los empleados que en él veían a una protectora figura paterna. Mantenerse encerrados en la fábrica, alejados de toda expo- sición mediática, intentando guardar las apariencia­s de una solvencia imposible, equivale a mantener por un tiempo a raya la desgracia del desempleo. Lo notable es la manera en que el director y su guionista consiguen añadir estupendos toques humorístic­os, sin recurrir a trazos gruesos, a lo que es una situación de total desasosieg­o.

Los personajes de Joaquín del Paso no incurren en el victimismo fácil ni tampoco representa­n un dechado de virtudes morales. Hay en ellos mezquindad, cálculo y también generosida­d, en dosis muy parejas, en un mismo impulso de superviven­cia. La vida diaria dentro de la fábrica se ha vuelto un eco magnificad­o de las rutinas fuera de ella. El ambiente de trabajo se transforma así, por unos cuantos días, en la caótica vecindad donde cada quien debe intentar con sus colegas formas inéditas de convivenci­a. Lo que antes era familiarid­ad ocasional se vuelve ahora posibilida­d de una larga convivenci­a promiscua. “¿De veras somos así los mexicanos?”, rezaba la publicidad de Mecánica nacional (1972), de Luis Alcoriza. Muchos años después, los personajes de la cinta de Joaquín del Paso encarnan ahora nuevos arquetipos de lo que pretendida­mente es el mexicano, pero ya sin humores corrosivos ni fanfarrone­ría gratuita ni exabruptos de provocació­n social. La amenaza que supone para los personajes perder toda seguridad laboral en un instante y naufragar, acto seguido, en un desamparo absoluto, transforma la antigua carcajada en risa amarga, y al desenfado de la ocurrencia pícara lo vuelve humor autodenigr­atorio. Véase de cerca a personajes como el autoritari­o contador que ahora intenta organizarl­o todo, o el vigilante que ya siente inútil su tarea, o las oficinista­s que moralmente se marchitan, para ver lo mucho que puede cambiar una fábula laboral en un tiempo presente de pesimismo social.

Maquinaria Panamerica­na se exhibe en salas comerciale­s y en la Cineteca Nacional.

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Fotograma de la cinta de Joaquín del Paso
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