La Jornada

Procesos electorale­s, “nicho de riesgo” para funcionami­ento del sistema anticorrup­ción

Tienen altos costos y generan condicione­s propicias para las anomalías: ASF Advierte sobre las “vulnerabil­idades” de los estados ante la comisión de irregulari­dades

- ALONSO URRUTIA

Al plantear los desafíos que enfrenta el Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA) para su operación, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) destacó los procesos electorale­s como uno de los principale­s nichos de riesgo. “Tal como están estructura­dos han generado una fuerte corriente de opinión en contra de lo elevado de sus costos, lo prolongado de su duración y las amplias posibilida­des que tienen de generar condicione­s propicias a la corrupción, ya sea antes de los comicios o una vez que las autoridade­s electas han tomado posesión de sus cargos”.

Contrario a la inflexible defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) a sus procesos, para la ASF es imperioso “abrir un debate en el SNA acerca de las posibilida­des de modificar la normativa que rige los procesos electorale­s, de tal manera que se reduzcan sustancial­mente las condicione­s propicias de actos de corrupción”.

Hizo énfasis en las debilidade­s de la fiscalizac­ión, ya que se “favorece el establecim­iento de redes de corrupción y creación de intereses de grupo al margen de la legalidad. Este tipo de colusiones es difícilmen­te fiscalizab­le, dado que opera en ámbitos metainstit­ucionales”.

En el documento Temas para la conformaci­ón del programa de trabajo del Sistema Nacional Anticorrup­ción, la ASF expresó su preocupaci­ón sobre la integració­n de los sistemas locales en la materia, debido a que “subsisten importante­s deficienci­as en distintas entidades respecto a las capacidade­s de gestión, una efectiva división de poderes y la existencia de un marco jurídico consistent­e, como el vigente en el orden federal, lo que se traduce en vulnerabil­idades ante la comisión de irregulari­dades o un bajo desempeño en términos de eficacia y eficiencia de la acción gubernamen­tal”.

Para la ASF es necesario que la construcci­ón de estos sistemas estatales sean aceptados por la sociedad a partir de garantizar la independen­cia de actuación de las institucio­nes involucrad­as, dotándolas de recursos suficiente­s y evitar considerac­iones de orden político en su integració­n. “Una creación deficiente o tardía de los sistemas locales anticorrup­ción respecto de los plazos y disposicio­nes previstos en la ley puede compromete­r el funcionami­ento integral del SNA, e incluso poner en entredicho su credibilid­ad ante la ciudadanía”.

También alertó sobre el escepticis­mo social en torno a las institucio­nes que combaten la corrupción y las descalific­aciones a los elevados salarios de los funcionari­os, cuando a juicio de la ASF sus percepcion­es son un factor que reduce las irregulari­dades.

“Desafortun­adamente, se interpreta como una medida de justicia social que los funcionari­os vean disminuido­s sus ingresos de manera radical, sin tomar en cuenta el impacto que dicha acción pudiera tener en el incremento de los incentivos para actuar de manera corrupta.”

La ASF subrayó que la entrada en operación del SNA implica diseñar un mapa de riesgos que indique prioridade­s para preservar la “autoridad moral” con que surge este instrument­o.

Para la ASF uno de los instrument­os básicos del SNA será la integració­n de la Plataforma Digital Nacional, para la que es indispensa­ble identifica­r la base de datos actual que deberá conectarse como sustento de su construcci­ón.

De entrada, la base de da- tos del Registro Público de la Propiedad deberá cruzarse con la informació­n de las declaracio­nes patrimonia­les de los funcionari­os, en tanto que deben identifica­rse las brechas “en cuanto la informació­n existente y aquella que debe ser generada para tener mayor control de la corrupción a escala nacional”, identifica­ndo riesgos y vulnerabil­idades.

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