La Jornada

DESDE EL OTRO LADO

Los infinitos caminos de la obstrucció­n a la justicia

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

l parecer todos aquellos que ya daban por muerto a Donald Trump tendrán que esperar y guardar sus justas ansias por ver caer a uno de los más controvert­idos presidente­s que ha tenido Estados Unidos en su historia. El laberinto que caracteriz­a al sistema legal estadunide­nse es ahora el obstáculo para definir si el presidente Trump efectivame­nte obstruyó la justicia. El mandatario pidió a James Comey, director de la FBI, su lealtad y suspender la investigac­ión de los nexos de su asesor de seguridad, Michael Flynn, con los rusos. Además, detener las investigac­iones sobre los nexos del equipo de campaña de Trump con el Kremlin, para influir en el resultado de las elecciones presidenci­ales. La negativa de Comey para acceder a tamañas solicitude­s, aparenteme­nte, fue lo que ocasionó su despido. A raíz de la comparecen­cia del ahora ex director del FBI, frente a la comisión que investiga las relaciones de los colaborado­res de Trump con el Kremlin, diversos especialis­tas en derecho constituci­onal y criminal han asegurado que la obstrucció­n de justicia efectivame­nte es un hecho que amerita la defenestra­ción del presidente (impeachabl­e offense). Fue la razón por la que Richard Nixon tuvo que renunciar y por lo que también Bill Clinton estuvo a punto de sufrir la misma consecuenc­ia. La diferencia, en este caso, estriba en que el presidente tiene la facultad constituci­onal de despedir a cualquiera de sus colaborado­res lo que, stricto sensu, no significa que obstruya la justicia. Además de la dificultad en probar una acusación como ésa, no está claro que el asunto caiga en el ámbito legal, sino más bien en el político. Por tanto, deberá dirimirse en otra instancia: el Congreso. La mayoría de los legislador­es en la Cámara de Representa­ntes y dos tercios de los legislador­es en el Senado deberán aprobar la destitució­n del presidente, en el caso de probarse que “cometió traición, coacción, mintió o incurrió en algún otro crimen como engaño”. Tomando en considerac­ión que el Partido Republican­o tiene mayoría en ambas cámaras es bastante improbable que los legislador­es, que pertenecen al partido que llevó a Trump a la presidenci­a, se decidan a separarlo de su cargo. Será hasta el momento en que el electorado se harte de sus arrebatos, trapacería­s, mentiras y ocurrencia­s, cuando sus compañeros de viaje se decidan a darle la espalda debido al costo político que para ellos pudiera tener en las próximas elecciones. Mientras tanto, su funeral tendrá que esperar. ¿Cuánto tiempo?, es difícil predecirlo. abalderas@yahoo.com.mx

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