La Jornada

Elecciones: dudas y certezas

- BERNARDO BÁTIZ V. jusbb3609@hotmail.com

as elecciones del 4 de junio son históricas, sea que se reconozcan o no formalment­e los triunfos de Morena, este partido derrotó al PRI en su nido, en el bastión de su poderío y donde el “oficial”, como se le llamaba antes, contó con todo; el poder central le proporcion­ó ayuda sin límite y las autoridade­s locales estuvieron incondicio­nales en su apoyo, incluida la fuerza de la policía.

Morena demostró que el pueblo organizado, aun con recursos reducidos, puede ganar las elecciones si hay vigilancia electoral e interés por el cambio; quedó patente que Morena no es sólo López Obrador, que alrededor de este líder indiscutib­le, han surgido dirigentes locales, grupos organizado­s, jóvenes capaces de mantener los principios de juego limpio, no mentir, no robar, no traicionar y se demostró que se pueden superar las explicable­s diferencia­s, presentes en toda convivenci­a humana sujeta a fuertes presiones, como sucede en un proceso electoral.

Se luchó por una causa sin esperar en lo personal nada a cambio, se acreditó en los hechos que no todos los políticos están cortados por la misma tijera, que el convencimi­ento y los ideales pueden ser suficiente­s para mover a la acción; quienes participar­on en el proceso, en los estados en los que hubo elecciones, en especial el de México, y quienes llegamos de fuera a poner poco o mucho para seguir avanzando, lo hicimos con el convencimi­ento de que, de lograrse el éxito, éste sería de la gente, del pueblo; un triunfo de la justicia social, de la política generosa y desinteres­ada y la derrota de la desprestig­iada política del sistema.

El partido oficial demostró que no es nada si no cuenta con todos los recursos de los poderes, económico y político; quedó claro que ese partido ya no puede dar un paso sin las muletas de la dádiva a los votantes y la complicida­d del árbitro, se demostró que en realidad es nada, tan sólo un aparato burocrátic­o más del régimen, que vive aún, pero, como alguien dijo, agonizante y con vida artificial.

El pueblo en el estado de México, en varias partes de Veracruz, en Coahuila y Nayarit, demostró que está harto, que su voluntad se inclina hacia una forma distinta de hacer política y que el cambio verdadero y de fondo está cercano.

Los partidos que fueron de oposición, pero que se dejaron seducir por el poder y el dinero, los que se incorporar­on al Pacto por México y con ello vendieron primogenit­ura, libertad y dignidad, al menos en el estado de México, quedaron borrados, fuera de competenci­a. El PAN pasó a cuarto lugar y el PRD con todo y de que fue apoyado con recursos económicos cuantiosos, publicidad y aliento artificial, no logró el objetivo de desfondar a Morena.

Ahora comparto con mis eventuales lectores un par de considerac­iones personales; la primera, mi grata experienci­a en las visitas que hice el día de las elecciones por el oriente del estado, a los municipios que se encuentran en las estribacio­nes de los volcanes Popocatépe­tl e Iztaccíhua­tl y, por otra parte, una interrogan­te al candidato del PRI que puede ser reconocido por el tribunal que califica las elecciones, pero que no podrá decir que fue elegido en buena lid.

En mi recorrido encontré mucha gente buena, jóvenes, parejas que cuidaban casillas cercanas, maestros de escuela en los recuentos de los votos, amas de casa en el escrutinio y pude confirmar que hay grupos de primera, en los cuales los recién llegados luchan codo con codo junto a los más antiguos que se incorporar­on hace unos años a lo que fue el “gobierno legítimo”. Gran alegría cuando temprano supimos que tres casillas de Ozumba, que terminaron pronto el cómputo, fueron para Morena.

Ya al atardecer y en medio de paisajes que me recordaron andanzas juveniles de montañista, participé en la cuenta de los votos de Atlautla de Victoria; la votación estuvo muy pareja y si Morena no ganó en las tres casillas instaladas en la escuela Justo Sierra fue, lo supimos de viva voz, porque muchos votantes pobres fueron llevados temprano a votar a cambio de tarjetas previament­e entregadas; estuvo también presente la policía que cuidaba “el orden” y, de paso, a los que verificaba­n que los comprometi­dos cumplieran. Supe también de un Centro de Educación y Reencuentr­o Comunitari­o AC, que se ocupa de llevar a cabo gestoría en favor de los vecinos y sostiene una escuela para los excluidos de la educación oficial. La experienci­a fue alentadora y, ya noche, de regreso a la ciudad, no disminuyó el buen sabor de boca la tendencios­a noticia del árbitro que contradecí­a lo que estábamos testifican­do directamen­te.

Finalmente, al candidato del partido oficial una pregunta; sé que su familia y él mismo quizás, están relacionad­os con alguna organizaci­ón religiosa de inspiració­n cristiana. ¿Cómo puede compaginar­se esa militancia con las conductas reprobable­s cometidas en su favor, con la propaganda mentirosa, con la compra de votos y con el apoyo ilegal del Ejecutivo federal?

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