Emite la FAO manual de evaluación para menores de edad que laboran
Hay 168 millones en el mundo; 98 millones en tareas agrícolas
De acuerdo con los más recientes datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2015 había en el país 2 millones 475 mil 989 niños, niñas y adolescentes de cinco a 17 años que realizaban alguna actividad económica, y 2 millones 217 mil 648 en ‘‘ocupaciones no permitidas’’, consideradas así porque ponen en riesgo su salud, afectan su desarrollo o bien se llevan a cabo por debajo de la edad mínima permitida para trabajar, de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo (LFT). De esta cifra global, 27 por ciento son niñas y 73 por ciento niños.
Otro dato que revela la violación de los derechos de este sector de la población es que 915 mil 309 menores no asisten a la escuela por estar trabajando ( 36.9 por ciento). Las tres entidades federativas con mayor población de niños, niñas y adolescentes que trabajan son estado de México, con 286 mil 153 ( 11.55 por ciento); La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) emitió un manual para el seguimiento y evaluación del trabajo infantil en el campo, en el que insta a que este problema se integre en los programas de agricultura, seguridad alimentaria y nutrición que buscan hacer frente a las crisis y los desastres.
La guía fue presentada con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil. La FAO refiere que en el mundo 100 millones de niños y jóvenes se ven afectados cada año por desastres y 230 millones viven en zonas afectadas por conflictos armados.
La guía de 26 páginas, denominada El trabajo infantil en la agricultura en contextos de crisis prolongadas, frágiles y humanitarias, está dirigida a profesionales del desarrollo, responsables de la formulación de políticas y grupos de la sociedad civil que trabajan en programas de seguridad alimentaria y nutrición.
Incluye pasos prácticos para asegurar que los programas contribuyan a oportunidades seguras de empleo y formación para los jóvenes y que las actividades destinadas a apoyar a las familias vulnerables no tengan la consecuencia no deseada de fomentar el trabajo infantil.
La FAO advierte que los desastres empujan a los niños a trabajar. ‘‘En una crisis, los niños separados de sus familias pueden necesitar trabajar para sobrevivir. Las familias pueden sacar a los niños de la escuela y hacerlos trabajar. Las malas cosechas aumentan las posibilidades de que los menores necesiten laborar para mantener a la familia. En situaciones de conflicto, los riesgos físicos, como son las armas de fuego y las minas terrestres, pueden hacer más peligroso el trabajo de los niños en la agricultura’’.
Subraya que no toda participación de los niños en las tareas agrícolas se define como trabajo infantil. ‘‘En muchas comunidades rurales los niños ayudan en el hogar, cuidan de los animales y recolectan frutas y verduras. Durante periodos cortos y en condiciones seguras, un trabajo agrícola ligero puede permitir a los menores adquirir valiosos conocimientos y habilidades’’.
Los conflictos y los desastres pueden empujar a los niños a tareas no adecuadas, que pueden perjudicar su desarrollo físico y mental y los privan de la oportunidad de aprender. ‘‘El trabajo infantil durante una crisis perpetúa el ciclo intergeneracional de la pobreza’’.
Se calcula que hay 168 millones de niños trabajadores en el mundo, de los cuales 98 millones participan en tareas agrícolas. La mayoría lo hace como miembros de la familia –sin pago– y en una edad temprana. Puede tratarse de un trabajo peligroso que incluya la exposición a pesticidas, maquinaria riesgosa, cargas pesadas y jornadas de muchas horas.