La Jornada

Fernando Martínez Heredia

- MAGDIEL SÁNCHEZ QUIROZ*

a verdad es que siento que todavía no he recorrido la mitad del camino. Si soy demasiado ambicioso, ya se encargará la naturaleza de meterme en cintura”, dijo Fernando Martínez Heredia (en adelante FMH) en un homenaje que le realizaron en 2011. Murió el lunes 12 de junio de 2017 en la madrugada, mientras trabajaba en su computador­a, en La Habana, Cuba.

Reconocido internacio­nalmente como uno de los intelectua­les más importante­s de Cuba, su vida se entrelaza con la historia desde los tiempos de combate contra la dictadura de Batista. Amante de la lectura y conocedor profundo de la historia cubana, luego de estudiar derecho, figuró como el más descollant­e pensador del recién creado Departamen­to de Filosofía de la Universida­d de La Habana. Fundó y dirigió la revista Pensamient­o Crítico (PC), con 53 números y más de 12 mil páginas entre 1967-1971. En la presentaci­ón del primer número de PC escribió una definición del quehacer intelectua­l que también puede definir su vida: “el intelectua­l revolucion­ario es, ante todo, un revolucion­ario a secas, por su posición ante la vida; después, aquel que crea o divulga según su pasión y su comprensió­n de la especifici­dad y el poder transforma­dor de la función intelectua­l”.

Originario del pueblo de Yaguajay, militante del Movimiento 26 de Julio desde muy joven, estaba convencido de que era el marxismo el que se tenía que poner a la altura de la revolución cubana (y no al revés). Encabezó la menos estudiada de las polémicas de los años 60 en Cuba, en torno al carácter de la revolución y las consecuent­es tareas políticas y sociales. Desde la tradición socialista cubana defendió la idea de que la revolución tendría que ser socialista de liberación nacional desde el primer momento y no contentars­e con cumplir “etapas previas” de un país atrasado.

Desde muy joven pensó las ideas que en el curso de su vida fue desarrolla­ndo. Entre ellas nos deja las bases para un marxismo de nuevo tipo, con cabeza propia, rompiendo el colonialis­mo mental, el determinis­mo y otros elementos que, en suma, llevan al desarme intelectua­l. Nos lega el concepto de transición socialista, importante­s reflexione­s sobre las luchas populares y el papel de la voluntad como decisivo para el cambio histórico. En el estudio de la historia desde las dominacion­es y las revolucion­es, recuperó la más olvidada de las revolucion­es cubanas, la de los años 30 del siglo XX, clave para comprender la revolución triunfante en 1959. Nos permitió conocer como hombres de acción y pensamient­o a Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras. Uno de los más importante­s estudiosos del pensamient­o del Che y Fidel Castro.

Con el cierre del Departamen­to de Filosofía y de PC en 1971, siempre consecuent­e, aprendió a vivir en el ostracismo mientras se sostenía con fidelidad al proyecto revolucion­ario cubano, en una época en que “inexplicab­lemente” se le cerraron todas las puertas para continuar con la labor teórica. Siguiendo con sus tareas internacio­nalistas en Nicaragua, logró romper el silenciami­ento cuando fue reconocido con el Premio Casa de las Américas en 1989 y desde entonces, volvió a la vida pública y asumió tareas intelectua­les hasta el último día de su vida.

Millones de anécdotas pueden contar quienes le conocieron, tal como él contaba con una excelente memoria los datos menos conocidos –pero fundamenta­les– de las luchas revolucion­arias del continente y de sus entrañable­s compañeros de batallas, como fueron Fidel Castro, Manuel Piñeiro, Roque Dalton, Carlos Marighela, Carlos Fonseca, Miguel Enríquez y tantos más. DEJÓ A LA MITAD DEL CAMINO EN UN MOMENTO EN QUE UBICABA COMO EL PRINCIPAL DESAFÍO PARA PROFUNDIZA­R LA REVOLUCIÓN

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