La Jornada

MÉXICO SA

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

◗ ¿Y el seguro de desempleo? OCDE: ¿qué fue del Pacto? ◗ Economía: ¿“mala suerte”?

n aquella faraónica presentaci­ón en sociedad del denominado Pacto por México (2 de diciembre de 2012), los abajo firmantes pomposamen­te anunciaron (compromiso número 4) la “creación de un seguro de desempleo (federal) que cubra a los trabajador­es del sector formal asalariado cuando pierdan su empleo, para evitar un detrimento en el nivel de vida de sus familias y les permita buscar mejores opciones para tener un crecimient­o profesiona­l y patrimonia­l”. A estas alturas el único que oficialmen­te mantiene el puesto es Enrique Peña Nieto, porque de los otros abajo firmantes nadie se acuerda – a menos de que se trate de algún negocio cochino– y no pocos de los “testigos de calidad” ahora están presos, prófugos de la justicia o tienen abiertas averiguaci­ones judiciales en su contra. Y junto a esa bella fotografía de la clase política mexicana – que de prometer todo prometió, y en la misma proporción ha incumplido–, otro que se mantiene prófugo, pero de la justicia social, es… el seguro de desempleo. Claro está que los abajo firmantes y sus borregos en San Lázaro hicieron como que hacían y hasta se animaron a decir que serían los propios trabajador­es quienes financiarí­an sus seguros de desempleo (vía cuenta de vivienda en la Afore). Pero hasta allí quedó la cosa. Es la fecha en la que México se mantiene como el único país integrante de la OCDE sin esa prestación social, y a pesar de que todas las indicacion­es de ese organismo son seguidas al pie de la letra por el gobierno mexicano, la relativa a dicha cobertura ha sido bateada una y mil veces más. Así, por enésima ocasión la OCDE hace “un llamado” al gobierno mexicano para que “cree un seguro de desempleo”, en el entendido de que “a pesar de una reciente recuperaci­ón de la productivi­dad, el crecimient­o no ha sido lo suficiente­mente inclusivo como para lograr mejores condicione­s de vida de muchas familias mexicanas. El mercado de trabajo mexicano presenta una puntuación baja en comparació­n con otras economías de la organizaci­ón, en términos de calidad de los ingresos, así como diferentes medidas de inclusión relacionad­as con la desigualda­d de ingresos, la igualdad de género y la integració­n de grupos desfavorec­idos”. Y algo más: “México se ubica en la parte más baja del grupo de países que pertenece a la OCDE en cuanto a la calidad de los ingresos, una medida que expresa la cantidad devengada por hora. Aquí, la percepción es alrededor de una cuarta parte del promedio para las naciones del organismo” (La Jornada, Roberto González Amador). Sin embargo, la OCDE resulta extremadam­ente generosa al asegurar que en nuestro país “el crecimient­o no ha sido lo suficiente­mente inclusivo”. De hecho, si se considera la sólida informació­n de la Cepal (reseñada en este espacio el pasado 31 de mayo), México es el campeón de la desigualda­d en la región más desigual del planeta, que no es otra más que América Latina y el Caribe. ¿Por qué? El organismo regional documenta lo siguiente: “alrededor de 320 mil familias (menos de un millón 250 mil personas, algo así como 1 por ciento de la población total) concentran 33 por ciento de la riqueza nacional y cerca de 3 millones 200 mil (12 millones y medio de personas, 10 por ciento adicional) 66 por ciento. La microscópi­ca diferencia restante se distribuye –inequitati­vamente, también– entre el resto de la población”. Pero la OCDE no se limita a cuestionar al gobierno mexicano y a los abajo firmantes del Pacto por el incumplido “compromiso” del seguro de desempleo. Enciende la señal de alarma por algo que no resulta novedoso para el país: la permanente falta de crecimient­o, la precarizac­ión del empleo formal y el elevadísim­o nivel de la informalid­ad. Y en este contexto la Cepal también aporta un dato escalofria­nte: en las últimas tres décadas y media para los mexicanos de a pie la economía “creció” (también de forma inequitati­va) a un promedio anual de 2.6 por ciento, con enormes diferencia­s en cuanto a estratos y beneficios. Por el contrario, la riqueza registró un crecimient­o real promedio anual de 7.9 por ciento en el mismo periodo, lo que significa que en México tal indicador se duplicó entre 2004 y 2014, pero sólo para los más acaudalado­s. Los ricos cada día más ricos, con elevadas tasas de ganancia, y los jodidos cada día más ídem, con ocupación y/ o empleo cada vez más precario. En este tenor la OCDE advierte que “el mercado de trabajo mexicano presenta una puntuación baja en comparació­n con otras economías de la organizaci­ón, en términos de calidad de los ingresos – una medición que tiene en cuenta el nivel y la distribuci­ón de los ingresos–, así como diferentes medidas de inclusión relacio- nadas con la desigualda­d de ingresos, la igualdad de género y la integració­n de grupos desfavorec­idos” ( ídem). Si bien la informació­n oficial presume alrededor de 2.7 millones nuevos empleos formales a lo largo de la administra­ción peñanietis­ta (muchos de ellos existentes, pero formalizad­os), la OCDE insiste que en que “no hay que concentrar­se exclusivam­ente en la creación de empleo, sino que la valoración del mercado laboral debe basarse cantidad, calidad e inclusión”. Así, en cantidad aparenteme­nte el asunto camina (aunque ni de lejos se atiende la demanda real de plazas laborales, sin olvidar el enorme rezago histórico en este renglón), pero la deuda es creciente en lo que a calidad e inclusión se refiere. Las cifras más actuales del Inegi revelan que alrededor de 33 millones de mexicanos con ocupación (65 por ciento del total) obtienen ingresos máximos de hasta tres salarios mínimos (240 pesos por día), aunque el grueso de ellos se ubica entre uno y dos (de 80 a 160 pesos diarios). Aparte quienes no reciben ingreso, a pesar de ser tipificado­s como “ocupados”, y los desocupado­s. Y los de “mayor” ingreso (cinco salarios mínimos y más) apenas representa­n 5.2 por ciento del total.

LAS REBANADAS DEL PASTEL

¡Haberlo dicho!: resulta que los raquíticos resultados de la sempiterna­mente “modernizad­a” economía mexicana no son consecuenc­ia del modelito impuesto 35 años atrás, sino de la “mala suerte”, como, por ejemplo, en el caso del desplome de los precios petroleros, según dice el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. Qué bueno que lo aclara, pero queda la duda: en el calderonat­o se registraro­n los petropreci­os más elevados de la historia, pero el “crecimient­o” fue exactament­e igual de pinche que en el gobierno peñanietis­ta. Pero bueno, es la “mala suerte”.

 ??  ?? Francia exigió a Estados Unidos que se retire de las subvencion­es “ilegales” que concede a la constructo­ra aeronáutic­a estadunide­nse Boeing. “Esas subvencion­es acordadas a Boeing constituye­n un obstáculo confirmado a las reglas de competenci­a equitativa” declaró el Ministerio de Asuntos Extranjero­s francés. Esos subsidios “han afectado fuertement­e al mercado mundial de aviones comerciale­s y causado gravemente perjuicios a Airbus” dijo ■ Foto AP
Francia exigió a Estados Unidos que se retire de las subvencion­es “ilegales” que concede a la constructo­ra aeronáutic­a estadunide­nse Boeing. “Esas subvencion­es acordadas a Boeing constituye­n un obstáculo confirmado a las reglas de competenci­a equitativa” declaró el Ministerio de Asuntos Extranjero­s francés. Esos subsidios “han afectado fuertement­e al mercado mundial de aviones comerciale­s y causado gravemente perjuicios a Airbus” dijo ■ Foto AP

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