La Jornada

Sessions defiende su “honor” al comparecer ante el Senado de EU

Crece especulaci­ón sobre un posible despido de Robert Mueller, fiscal especial del caso ruso

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Al declarar que la acusación de su posible colusión con los rusos en la campaña electoral de Donald Trump es una “mentira deplorable”, y defender su “honor” como fiel servidor público, el procurador general, Jeff Sessions, rehusó responder toda pregunta relacionad­a con la posible interferen­cia del presidente en la investigac­ión encabezada por el ex director de la FBI James Comey, su ex subordinad­o, a quien ayudó a cesar.

Desde la silla donde hace cinco días Comey compareció ante este el Comité de Inteligenc­ia del Senado, Sessions declaró: “la sugerencia de que participé en cualquier colusión, o de que estaba enterado de cualquier colusión con el gobierno ruso para dañar a este país, al cual he servido con honor por más de 35 años, o de minar la integridad de nuestro proceso democrátic­o, es una mentira atroz y detestable”.

Subrayó: “nunca me he reunido o tenido cualquier conversaci­ón con algún ruso o funcionari­os extranjero­s en torno a cualquier tipo de interferen­cia con cualquier campaña o elección en Estados Unidos, y aún más, no tengo conocimien­to de tales conversaci­ones con cualquiera conectado a la campaña de Trump”.

Pero bajo interrogat­orio, sobre todo de los senadores demócratas, Sessions repetidame­nte se negó a abordar toda conversaci­ón privada que ha sostenido con el presidente Trump, citando una ambigua política del Departamen­to de Justicia, el cual encabeza, de “no violar mi deber de proteger las comunicaci­ones confidenci­ales con el presidente”.

Durante dos horas y media, Sessions respondió a preguntas de sus ex colegas –fue senador durante 20 años– sobre su decisión de recusarse de la investigac­ión de la FBI sobre la injerencia rusa en la campaña de Trump, sus encuentros con el embajador Serguei Kislyak en Washington y su papel y manejo en el despido de Comey.

Afirmó que tomó la decisión de recusarse no porque él estuviera bajo investigac­ión, sino por regulacion­es del Departamen­to de Justicia que obligan a apartarse a cualquier funcionari­o que participó o conoció a los involucrad­os en una investigac­ión.

Sessions había provocado sospecha de alguna especie de encubrimie­nto después de que en las audiencias de ratificaci­ón a su puesto, en enero, había declarado: “yo no tuve comunicaci­ón con los rusos”, el Washington Post reveló que había tenido por lo menos dos reuniones con el embajador Kislyak, en 2016. Poco después, Sessions confirmó que eso fue cierto, pero que sólo se entrevistó con el embajador como parte rutinaria de su trabajo como congresist­a.

Como algunos senadores comentaron ayer que Sessions podría haber cometido perjurio por ello, hoy ofreció una explicació­n de por qué eso no fue mentira. Argumentó que esa respuesta fue en relación a si él, en su calidad de representa­nte de la campaña de Trump, se había reunido con oficiales rusos, y en ese contexto la respuesta sigue siendo que no, ya que se reunió con Kislyak en su calidad de senador. O sea, buscó marcar una línea poco clara entre cuándo obraba en su capacidad de senador y cuándo como representa­nte de la campaña.

Sessions fue el primer senador en apoyar a Trump, y encabezó su equipo de asesores sobre asuntos de seguridad nacional durante la campaña en 2016.

Sessions también trató de explicar por qué su recomendac­ión al presidente de cesar a Comey no violó su recusamien­to de la investigac­ión que encabezaba el entonces director de la FBI.

Vale recordar que la primera versión oficial del despido de Comey, el 9 de mayo, fue que Trump actuó por recomendac­ión de Sessions endosando una evaluación crítica del subprocura­dor general Rod Rosenstein sobre el manejo de la investigac­ión de los correos electrónic­os de Hillary Clinton. Pero al día siguiente, el propio presidente se contradijo al comentar en una entrevista de televisión que ya había decidido correr a Comey aun antes de la recomendac­ión de los jefes del Departamen­to de Justicia, y que no fue por lo de Clinton, sino por “esa cosa rusa”. Le dijo lo mismo al propio canciller ruso Serguei Lavrov en una reunión ese día en la Casa Blanca, donde comentó que con ello “se quitó una presión” y de pilón calificó a Comey de “loco”.

Sessions frustró a los senadores demócratas al rehusarse una y otra vez a comentar sobre sus intercambi­os con el presidente y otros en la Casa Blanca en torno a Comey y asuntos relacionad­os con la investigac­ión. Rechazó tajante que estuviera evadiendo declarar sobre todo esto, y dijo que sólo se estaba apegando a las normas –aunque no pudo decir si existen en papel– de revelar conversaci­ones internas dentro del Poder Ejecutivo. Interrogad­o directamen­te sobre si tuvo una conversaci­ón con Trump respecto del despido de Comey, Sessions respondió: “no puedo confirmarl­o ni negarlo”.

Así, evadió responder a la pregunta directa de por qué Comey fue despedido, y si eso no era parte de una interferen­cia o hasta de obstrucció­n a la justicia en torno a la investigac­ión que encabezaba el ex director de la FBI.

Para complicar las cosas, la audiencia procedió mientras se intensific­aba la especulaci­ón sobre si Trump está contemplan­do despedir a Robert Mueller, el fiscal especial nombrado por el subprocura­dor general para en-

La cúpula republican­a, aparenteme­nte alarmada por las implicacio­nes potenciale­s de tal decisión, expresó de inmediato su apoyo a la investigac­ión encabezada por Mueller. Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representa­ntes, declaró que lo mejor para el presidente es que “permita que Mueller haga su tarea”.

Mientras procede la investigac­ión encabezada por Mueller, y por lo menos otras cuatro de comités legislativ­os, no se ve el final de todo esto en el panorama. La sesión con Sessions hoy, lejos de poner fin a especulaci­ón y sospechas, abrió nuevas interrogan­tes.

Por otro lado, el ciberespac­io se infestó con rumores de que los Golden State Warriors, quienes ganaron el campeonato de basquetbol profesiona­l sobre los Cavaliers la noche del lunes, ya habían decidido de manera unánime no aceptar una invitación a la Casa Blanca. Tradiciona­lmente se invita a equipos a festejar sus campeonato­s con el presidente. El famoso técnico del equipo, Steve Kerr, y varios de los jugadores no han ocultado su desprecio por Trump, pero un vocero dijo que, ni se había recibido una invitación, ni se había tomado una decisión sobre el asunto.

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El procurador general de Estados Unidos, Jeff Sessions, negó ayer ante el Comité de Inteligenc­ia del Senado haberse reunido con funcionari­os rusos para interferir en la elección presidenci­al de noviembre pasado y calificó esta acusación de “mentira...

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