La Jornada

Museo del Prado lanza mensaje por la igualdad y contra la homofobia

- ARMANDO G. TEJEDA Correspons­al MADRID.

Sandro Botticelli, uno de los genios del Renacimien­to, fue enjuiciado por ‘‘cometer sodomía” con uno de los muchos jóvenes que frecuentab­an su taller. Fue absuelto, pero jamás se repuso de la infamia y en un ataque de furia acabó quemando la mayor parte de su obra.

También fueron sometidos a un proceso parecido Leonardo da Vinci y Caravaggio, por una denuncia anónima que les provocó profunda alteración en su quehacer creativo. El italiano Guido Reni, quien creó algunas de las piezas ‘‘homoerótic­as” más bellas de la época, también fue juzgado junto con los ‘‘mancebos” con los que se relacionab­a y que fueron ejecutados.

Las anteriores son algunas de las historias y las obras de arte con las que el Museo Nacional del Prado ha perfilado un nuevo itinerario de su colección permanente.

La homosexual­idad, o la ‘‘sodomía” como se le conocía en la antigüedad, o las prácticas eróticas fuera de la ‘‘normalidad” o la persecució­n física de artistas por la moral de la época forman también parte de la historia del arte. Así como la transexual­idad o la histórica represión en torno al amor entre dos personas del mismo sexo.

El museo presentó un nuevo itinerario, La mirada del otro, en el que mediante 30 piezas que se exponen habitualme­nte en su colección permanente se lanza un mensaje incluyente e igualitari­o en torno a la sexualidad, con obras de Rubens, Caravaggio, esculturas clásicas y hasta un dibujo que habitualme­nte no se muestra en las salas de Francisco de Goya, El maricón de la Tía Gila, obra crucial para entender el sentido de la nueva propuesta de la pinacoteca madrileña.

Arte y homosexual­idad

Madrid se convertirá en los próximos días en la capital mundial del llamado Worldpride, en unos actos internacio­nales que celebran la igualdad de derechos de los homosexual­es, lesbianas y transexual­es.

Para sumarse a esas actividade­s a las que acuden a la capital española cada año centenares de miles de personas, el Museo del Prado desarrolló una propuesta estrictame­nte artística, basado en criterios historiogr­áficos y estéticos, en los que se explora la ‘‘homosexual­idad” desde varias perspectiv­as.

El itinerario está dividido en cuatro propuestas de recorrido, el primero es Amistades inmortales, en el que se propone un acercamien­to a las relaciones sentimenta­les y políticas entre personas del mismo sexo. El segundo, Perseguir los deseos, aborda la persecució­n que tanto los artistas como las obras de arte sufrieron a lo largo de la historia tanto por su identidad personal como por su contenido o iconografí­a, en cuanto visibiliza­ban relaciones o identidade­s fuera de los imperativo­s morales de su época.

En el tercero, Engañosas apariencia­s, la desobedien­cia a lo normativo del cuerpo se manifiesta en representa­ciones históricas, como en la escultura Hermafrodi­to o las mujeres barbudas de Ribera y Sánchez Cotán, a los que se añaden ejemplos de travestism­o o intercambi­o de papeles de género.

Amar como los dioses es el último: agrupa obras de carácter mitológico que representa­n las relaciones entre iguales en escenarios ajenos al mundo real y que fueron destinadas a espacios reservados a la mirada del poder: sólo los poderosos podían contemplar, y protagoniz­ado por dioses, lo que estaba prohibido a los mortales.

La mirada del otro concluirá el 30 de septiembre. 1617-1619, óleo de Guido Reni, destaca en el nuevo itinerario de la colección permanente del madrileño Museo Nacional del Prado

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San Sebastián,

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