LAS REBANADAS DEL PASTEL
Se trata del hoy senador Ernesto Cordero, ex secretario de Desarrollo y de Hacienda con Felipe Calderón, quien ahora denuncia que el gobierno de Peña Nieto “tiene un sobreendeudamiento muy importante, que hace meses empezó a causar mucha preocupación cuando el nivel de deuda rebasó los 50 puntos del PIB, porque ya empezamos a generar dudas en los mercados internacionales respecto a si íbamos a ser capaces de pagar”. El señalamiento es correcto, pero tardío, al tiempo que deja a un lado que su amigo y protector Felipe Calderón incrementó en ocho puntos porcentuales del PIB el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público (la expresión más acabada de la deuda pública federal). Y sí, el gobierno de Enrique peña Nieto ha ido más allá y al cierre de diciembre pasado el citado saldo llegó a 9.3 billones de pesos, casi 60 por ciento más que al cierre del calderonato. Así, en cuatro años EPN aumentó el débito público en aproximadamente 3 billones y medio de pesos hasta representar alrededor del 50 por ciento del PIB. Pero de este delicado asunto las empresas políticas sólo se “acuerdan” en tiempos electorales y con la cronología que les conviene. Anualmente, en septiembre, el gobierno en turno presenta su paquete económico y lo pone a consideración (el protocolo así lo denomina) del Congreso (en la Ley de Ingresos participan las dos cámaras y en el Presupuesto de Egresos sólo San Lázaro), y tal paquete incluye, desde luego, el “techo” de endeudamiento que el de Los Pinos propone y los legisladores disponen (léase aprueban sin chistar, en complicidad). En este sentido, cómo olvidar las “quejas” de los priístas en tiempos calderonistas por el abultado cuan veloz endeudamiento del Y si de burros se trata, allí está Vicente Fox: “yo me voy a encargar de que no llegue a la Presidencia de la República. Haré campaña en contra de López Obrador”. Es de esperar que resulte igual de efectivo que en el desafuero.