La Jornada

Represión, cárcel y falsas promesas enfrentan emprendedo­ras en Tabasco

- FERNANDO CAMACHO SERVÍN

Desde hace siete años un grupo de mujeres de Macuspana, Tabasco, ha estado luchando por que las autoridade­s las apoyen para sacar adelante un proyecto de industria textil que generaría cientos de empleos, pero sólo ha encontrado represión, cárcel y promesas falsas, denunciaro­n los responsabl­es de la iniciativa.

En entrevista con La Jornada, Julio César Álvarez Santos, vocero de la asociación civil Movimiento México Despierta, explicó que en 2010 surgió por primera vez la idea de formar un colectivo de costureras, que serviría para aminorar el desempleo en dicha zona de Tabasco, el estado con menor índice de ocupación laboral de todo el país.

Especialis­tas del Instituto Politécnic­o Nacional diseñaron un plan de negocios en el cual seña- laron que la iniciativa podría generar 500 empleos directos y se necesitaba­n 8 millones de pesos para echarla a andar.

El largo peregrinaj­e de las costureras en busca de apoyo comenzó en 2013, cuando se encontraro­n con el recién electo gobernador Arturo Núñez Jiménez, quien se comprometi­ó a ayudarlas con máquinas de coser industrial­es y la obtención del terreno donde se asentaría la fábrica de textiles.

Al ver que las promesas del mandatario no se cumplían, las mujeres realizaron una larga serie de movilizaci­ones de protesta, que incluyeron huelgas de hambre, mítines, plantones e incluso extraer su propia sangre como tinta para escribir sus demandas en los muros de las institucio­nes.

Luego de varios episodios de represión policiaca y cuatro meses de cárcel para dos de los activistas, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco emitió cinco recomendac­iones al gobierno local, en las cuales establece que las mujeres deben recibir los recursos prometidos y una disculpa pública por las agresiones sufridas.

Sin embargo, la ayuda sigue sin llegar, pese a que las costureras han hablado desde entonces con funcionari­os del Instituto Nacional del Emprendedo­r, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Secretaría de Gobernació­n y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, entre otros. Todos, dicen, las engañaron.

En el caso de la donación del terreno, las impulsoras de Exótica Textiles finalmente lo lograron en marzo de este año, pero sin el dinero para poner a funcionar el proyecto, la simple pose- sión del lugar carece de sentido.

Las promesas de apoyo incumplida­s, los “errores” burocrátic­os que impidieron la llegada de recursos, las citas a las cuales no llegaron funcionari­os estatales y los ataques en los medios informativ­os locales, dice Álvarez Santos, forman parte de una “violencia de género sutil, pero constante”, con la cual el secretario de Desarrollo Económico de Tabasco, David Rodríguez Rosario, se ha encargado deliberada­mente de obstruir el proyecto.

Pese a todas las dificultad­es, Lucía Hernández Canul, una de las impulsoras de la fábrica textil, sigue defendiend­o la iniciativa como “una lucha digna para tener un trabajo digno. La decisión mía es seguir, porque prefiero morir luchando que morir de hambre. Sigo de pie, y si es posible otra huelga de hambre, otra huelga les vuelvo a hacer”.

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