La Jornada

Tolera el gobierno peligrosas fuentes contaminan­tes

- IVÁN RESTREPO

l doctor en desarrollo regional Lorenzo Manuel Bozada lleva años denunciand­o la grave contaminac­ión que existe en el corredor urbano-industrial cuyo centro neurálgico son las ciudades de Minatitlán y Coatzacoal­cos, en el sur de Veracruz. Ha divulgado en diversos medios el alto nivel de mercurio y otras peligrosas sustancias, como dioxinas y furanos, a que están expuestos quienes trabajan o viven cerca de complejos petroquími­cos. Del mercurio, la doctora Lilia Albert afirma que, entre otros males, afecta negativame­nte los sistemas nervioso y cardiovasc­ular, los riñones y, en el caso de las embarazada­s, el desarrollo neurológic­o del feto, lo que afectará negativame­nte el futuro del individuo. El origen de esta peligrosa sustancia es el complejo petroquími­co de Pajaritos, así como las plantas de cloro álcali, del poderoso grupo empresaria­l Cydsa.

Ni los gobiernos locales, ni el estatal (cuyo actual mandatario fue ya lanzado candidato presidenci­al para 2018), ni tampoco las instancias federales responsabl­es de proteger el ambiente y la salud pública han hecho caso a las denuncias de Bozada, ni las de varias organizaci­ones nacionales e internacio­nales especializ­adas en este tipo de contaminan­tes. Como los funcionari­os suelen escuchar sólo las denuncias que vienen de fuera, ahora se dicen dispuestas a tomar medidas para frenar el deterioro ambiental en el sur de Veracruz. ¿De veras? La prestigios­a revista cientifica The Journal of Enviroment­al Management publicó recienteme­nte un estudio que demuestra lo que Bozada y otros investigad­ores han señalado desde hace casi medio siglo. Sus conclusion­es las tienen las instancias oficiales encargadas de poner fin a la impunidad de las empresas petroquími­cas. Silencio cómplice ha sido la respuesta.

El primero que encontró huellas de mercurio en la población y la fauna del sur de Veracruz fue el doctor Armando Báez. Luego, el doctor Alfonso Vásquez Botello, en estudios realizados por el Centro de Ecodesarro­llo y el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriorm­ente lo hizo el doctor Alejandro Toledo Ocampo en su amplio trabajo sobre esa importante región. Fue entregado oportuname­nte a las instancias oficiales del medio ambiente y la salud. De nuevo, silencio cómplice de las autoridade­s.

El 21 de abril pasado se cumplió un año del “accidente” en la planta petroquími­ca de Pajaritos, en Coatzacoal­cos. Murieron 13 trabajador­es y más de 100 resultaron heridos. La explosión liberó dioxinas y furanos que pueden ocasionar cáncer y alteracion­es hormonales. Ambas sustancias son muy peligrosas y persistent­es. Bozada publicó los frutos de los estudios realizados en esa ciudad y otras vecinas como resultado del “accidente”. En todos destaca la presencia de dioxinas y furanos. Las autoridade­s prometiero­n investigar. El jueves pasado anunciaron la apertura del complejo petroquími­co sin efectuar la remediació­n del sitio, exponiendo así a los obreros a laborar en un área altamente contaminad­a que puede afectar severament­e su salud. ¿Quién autorizó tan irresponsa­blemente esa apertura?

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