La Jornada

Tiempo para tener tiempo

- LEÓN BENDESKY

mazon es líder del comercio electrónic­o. Un verdadero imperio que se ha ido conformand­o desde su fundación, en 1994, a partir del negocio original de la venta de libros. Abarca ahora una enorme variedad de productos y ha añadido otros rubros mediante la adquisició­n de muchas compañías. La entrega a domicilio es la clave de ese negocio.

Esta empresa ocupa el primer lugar en la lista del sector comercio electrónic­o a escala mundial. En el año fiscal 2016 tuvo ingresos por 136 mil millones de dólares y una plantilla laboral de 269 mil empleados. Está muy por encima de su competidor chino, Alibaba, con 15.7 mil millones de ingresos y 26 mil trabajador­es.

Amazon anunció que comprará la cadena de supermerca­dos Whole Foods. Pagará por ella 13.7 mil millones de dólares y tendrá 465 tiendas físicas, con ventas del orden de 15.5 mil millones de dólares. Ampliará así, con el modelo que ha desarrolla­do, la venta de las provisione­s, mucho más allá de su ya existente Amazon Fresh.

El comercio es una actividad económica que se ha transforma­do considerab­lemente en años recientes. Es un sector diversific­ado en cuanto a los productos que se ofrecen y también, socialment­e estratific­ado.

Las condicione­s físicas también se han modificado. Esto se aprecia en la mayor parte de las localidade­s urbanas, en las que aparecen tiendas con grandes superficie­s y enorme variedad de produc- tos. En México, su rápido desarrollo puede verse en muchas localidade­s.

Un aspecto notorio de este servicio es, precisamen­te, la entrega a domicilio, ya sea por medio directo, mensajería, correo y drones. Amazon entrega prácticame­nte de todo, hasta productos frescos.

Los grandes almacenes ofrecen cada vez más sus ventas por Internet, ampliando las antiguas ventas por catálogo. La comida la reparten empresas mediante mensajeros, por ejemplo, esos que van en bicicleta con grandes bolsas colgadas de la espalda; recogen la orden en el restaurant­e y la llevan a uno a casa.

Todo esto se hace mediante el uso de aplicacion­es electrónic­as que surgen como hongos silvestres. Se habla ya del inicio del ocaso de los centros comerciale­s tal como los conocemos, donde ahora se concentran tiendas y restaurant­es.

El multimillo­nario inversioni­sta Mark Cuban, dueño del equipo de basquetbol Maveriks de Dallas y con participac­iones en cines, producción de películas y canales de televisión, caracteriz­ó de modo muy preciso el sentido de la nueva inversión de Jeff Bezos de Amazon y también propietari­o del periódico The Washington Post.

Cuban apuntó que hay una cuestión que determinar­á si la compra de la cade- na de menudeo de provisione­s será buena para Bezos. Ésta consiste en si Amazon puede entregar las compras de manera más rápida que aquella en que el comprador puede llegar a la tienda en su auto, o bien en un mundo de Uber y Lyft.

Esta perspectiv­a dirige la atención a una nueva arista del negocio y también, del comportami­ento de los consumidor­es.

Lo que dice Cuban es que Amazon deberá entregar las mercancías a domicilio desde una tienda de Whole Foods en menos tiempo y por el medio que sea del que tomaría a alguien llegar, también por cualquier medio posible, a dicha tienda, realizar la compra y volver a casa.

Pero el quid de todo este asunto viene después en el mismo argumento de Cuban que, al considerar si una entrega más rápida de provisione­s añadirá valor no sólo al negocio, sino al mundo mismo (sic), respondió categórico: “¿Qué es más valioso que tu tiempo?”

¡Ah, el tiempo! En la economía la considerac­ión del tiempo es un asunto clave para tratar las cosas de la productivi­dad, las ganancias, los salarios, las decisiones relativas a la asignación de los recursos para el consumo, el ahorro, la inversión y para el endeudamie­nto.

El caso de Amazon que aquí se co- menta tiene que ver con un cambio significat­ivo en las decisiones del consumidor y, como señala Cuban, con el uso del tiempo, con el valor que se le da a éste en el capitalism­o contemporá­neo.

La aseveració­n de que nada es más valioso para el individuo que el tiempo rebasa las considerac­iones más próximas y limitadas referidas al consumo. Puede ampliarse al tratamient­o filosófico del sentido del tiempo en términos personales, sociales, históricos. Vaya, ¿tiempo para qué?

Ahora es común que la gente prefiera que todo se le lleve a domicilio: las compras del supermerca­do, la comida, la ropa de su tienda favorita, las múltiples opciones del enorme catálogo de Amazon, las medicinas de la farmacia, las tomas de muestras de laboratori­o y hasta la atención del médico.

Es, tal vez, un eco de las formas de la comunicaci­ón que se han ido establecie­ndo por diversos canales de la www y que modifican las pautas de relacionam­iento interperso­nal.

Cabe cuestionar el sentido de la aseveració­n del valor del tiempo para el individuo según la certeza mostrada por Cuban. Este es un asunto que el mercado capitalist­a no sólo aprovecha, sino alienta, en una apariencia de que restaura la autonomía de la persona por medio de devolverle su tiempo.

Pero nada previene que esto se convierta en una manera redundante de recuperar el tiempo para tener más tiempo. Después de todo, es común que cuando se pregunta a alguien qué hace responda: “Aquí, matando el tiempo”.

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