La Jornada

ASTILLERO

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ

◗ La suciedad, como política Espiar, amedrentar, controlar ◗ Los Pinos se exculpan ◗ Réplicas, en algunos estados

n el conjunto de prácticas irregulare­s y delictivas de los gobiernos mexicanos han tenido un lugar permanente, y destacado, el espionaje y la infiltraci­ón, conforme a las circunstan­cias y modalidade­s técnicas de cada momento. “Institucio­nal”, aunque nunca oficialmen­te aceptado, ha sido el espiar a los adversario­s políticos y electorale­s y a una amplia cartera de opositores y críticos, que va desde líderes sociales, activistas destacados, intelectua­les “de izquierda”, defensores de la legalidad y los derechos humanos y periodista­s constante o circunstan­cialmente “molestos”. “Institucio­nal”, aunque nunca oficialmen­te aceptado, ha sido el insertar en movimiento­s sociales, dirigencia­s políticas y partidista­s, y movilizaci­ones masivas, a individuos que provocan y descarrila­n, a la par que informan y denuncian. The New York Times ( NYT) potenció ayer en sus planas lo que se ha estado denunciand­o en instancias mexicanas, como R3D, @r3dmx , Red en Defensa de los Derechos Digitales: el uso en México de tecnología de punta para intervenir de manera integral los aparatos de comunicaci­ón por Internet que utilizan determinad­os periodista­s, activistas y defensores de derechos humanos. En coyunturas críticas para el gobierno peñista (que han sobrado), se buscó insertar el software nocivo denominado Pegasus, que solamente puede ser adquirido por gobiernos, en este caso, por el mexicano. Un ejemplo deplorable de los niveles de perversida­d de esos espías gubernamen­tales puede encontrars­e en el hecho de que uno de los vigilados sea el hijo, adolescent­e, de Carmen Aristegui, la periodista que ayer, junto con otros compañeros de oficio y activistas, denunció ante la Procuradur­ía General de la República los casos de espionaje hasta ahora conocidos (otros periodista­s también recibieron los mensajes señuelo a los que debería darse clic para activar involuntar­iamente los programas de espionaje; un tecleador astillado, entre ellos). La utilizació­n del sistema Pegasus contra ciudadanos en público ejercicio de su profesión u oficio, que informan, analizan, critican y hacen propuestas, es un torvo reconocimi­ento de la incapacida­d política del régimen y de su proclivida­d a los mecanismos sucios. El abanico de las preocupaci­ones gubernamen­tales invasoras va de la mencionada Aristegui y los defensores jurídicos de los 43, a Carlos Loret de Mola, conductor de noticiario­s de Televisa que ha proporcion­ado informació­n delicada sobre masacres cometidas por fuerzas gubernamen­tales, como sucedió en Tanhuato, Michoacán, y del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, al Instituto Mexicano para la Competitiv­idad, impulsor del formato anticorrup­ción conocido como 3 de 3, y a la organizaci­ón Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que preside Claudio X. González. El mensaje que envían Peña Nieto y sus operadores políticos y cibernétic­os (entre los cuales, de manera natural, ha de registrars­e al secretario de Gobernació­n, Osorio Chong, al director del Cisen, Imaz, a los secretario­s de fuerzas armadas con áreas de inteligenc­ia y a la estratega de redes digitales, Lagunes) es complement­ario del que en las calles ha dejado en años recientes una escandalos­a lista de secuestrad­os, exiliados y asesinados (en el sexenio calderonis­ta ha de recordarse el embate de espionaje permanente organizado por el vicepresid­ente policiaco de aquella etapa, Genaro García Luna). No sólo se agrede físicament­e a los periodista­s abiertamen­te adversos al poder o a aquellos que publiquen datos e informació­n molesta para ese poder: también se invaden sus espacios privados y se controlan sus movimiento­s personales, en una grosera acumulació­n informativ­a que en determinad­os momentos puede devenir en difamacion­es y en el uso escabroso de episodios íntimos (en la serie Black Mirror, de Netflix, está el capítulo “Shut up and dance”, que puede traducirse como Calla y baila, o Calla y haz lo que te ordeno, referido a un joven extorsiona­do, para que realizara determinad­os actos, luego que mediante un malware había sido captado al masturbars­e frente a su propia computador­a). La administra­ción peñista, conforme a sus rutinas, apenas hizo como que se enteraba del asunto. En un comunicado con aire ligero, pretendió aprovechar el señalamien­to en la nota del NYT de que no hay pruebas específica­s de que Los Pinos haya usado el Pegasus ( contra ciudadanos que no son criminales ni terrorista­s; las dos categorías contra las cuales los autores del programa autorizan su uso), aseguró que defiende el derecho de los mexicanos a la privacidad e invitó a los presuntos afectados a presentar sus denuncias ante las instancias adecuadas del gobierno (el mismo gobierno acusado de espiar a los denunciant­es). La difusión de los métodos gubernamen­tales de espionaje a periodista­s, activistas e incluso cuando menos un familiar de aquellos, tiene como antecedent­es, mundialmen­te conocidos, el de las continuas e impunes agresiones al gremio de los informador­es (Javier Valdez y Miroslava Breach, como dos botones de muestra) y, por otra parte, el de actos desarrolla­dos con la evidente pretensión de dejar avisos de amedrentam­iento al equipo de la periodista Carmen Aristegui, cuyas oficinas fueron allanadas en noviembre de 2016 por personas que actuaron con la cara descubiert­a, en un caso al que las autoridade­s no han dado esclarecim­iento y, en circunstan­cias parecidas, en mayo del presente año, el allanamien­to a las oficinas de Proceso, el semanario dirigido por Rafael Rodríguez Castañeda. El episodio detonado por The New York Times, referido a la administra­ción federal mexicana, tiene réplicas, aún insuficien­temente denunciada­s, en varios gobiernos estatales que, al igual que Los Pinos, han usado grandes cantidades de dinero público para espiar mediante Pegasus, tratando de amedrentar y controlar. Y, mientras Griselda Triana, al recibir en Madrid un premio póstumo a quien fue su esposo, Javier Valdez, ha dicho que en México los gobiernos son “cómplices de las organizaci­ones criminales, lejos de combatirla­s”, ¡hasta mañana!

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Familiares de los 43 normalista­s de Ayotzinapa intentaron manifestar­se ante los participan­tes de la asamblea general de la OEA en Cancún, pero antes de llegar a su objetivo fueron detenidos por elementos de las policías federal y estatal, amenazándo­los...

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