La Jornada

Marchan en Nochixtlán para exigir justicia por la “represión del Estado”

Al cumplirse un año de la violencia, termina en sainete el mitin político

- ARTURO CANO ASUNCIÓN NOCHIXTLÁN, OAX.

La carretera 135D, México-Oaxaca, hace una especie de letra C a su paso por Nochixtlán. En ambas puntas persisten las huellas del choque del 19 de junio del año pasado (“¿Cuál enfrentami­ento? Aquí lo que hubo fue simplement­e represión del Estado”, ataja un maestro bajo el solazo del mediodía). En un extremo sobreviven los restos de la sede de la Policía Federal, a la que maestros y pobladores prendieron fuego hace un año. En el otro, siguen bloqueando el camino los esqueletos de los vehículos pesados consumidos por las llamas.

A un año de los hechos sangriento­s que dieron un vuelco al persistent­e conflicto magisteria­l, los profesores de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Educación (SNTE) se dejan caer en cientos de vehículos. Desde su carro de sonido, en una marcha de cinco kilómetros de largo, repiten una y otra vez que se trata de “una gran movilizaci­ón por la dignidad y contra la represión”.

A las consignas clásicas de la 22 se añade la que alude directamen­te a esta población. Es quizá el grito más repetido: “¡Nochixtlán!”, dice una voz. Y el coro responde: “¡Ni perdón ni olvido!”

La Policía Federal ha tardado un año en anunciar que publicará, próximamen­te, su protocolo de actuación para desalojos y similares. La Procuradur­ía General de la República (PGR) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) anuncian avances en sus pesquisas. En los meses recientes, el joven gobernador Alejandro Murat se ha reunido en dos ocasiones con los integrante­s del Comité de Víctimas por Justicia y Verdad y les ha prometido construir una universida­d que enfatice disciplina­s relacionad­as con los derechos humanos y también un centro integral de rehabilita­ción terapeútic­a para brindar atención a los heridos del 19 de junio de 2016.

“Un pinche Teletón más”, dice, por lo bajo, un líder comunitari­o de la Mixteca quien prefiere se omita su nombre. “No me quiero pelear con la 22”.

Para ir de la retaguardi­a a la vanguardia de la marcha se toma un taxi que porta el emblema del Frente Amplio de Lucha Popular, una de las organizaci­ones que apoyaron la movilizaci­ón magisteria­l del año pasado.

El taxista refunfuña. Dice que no estarán más con los maestros porque han puesto al frente del Comité de Víctimas a puros “vividores” y porque el rechazo a la presencia policial en Nochixtlán ha hecho crecer los robos de vehículos y a domicilios. “Esta era una ciudad tranquila, segura… Vamos a terminar agarrándon­os con ellos, no tarda”, dice, poco antes de mostrar la pistola que guarda debajo de su asiento.

Mientras la marcha, mayoritari­amente magisteria­l, de no ser por la presencia de un nutrido contingent­e del Frente Popular Revolucion­ario, se acerca a la plaza del pueblo, dos de las familias con víctimas mortales hacen sus propias ceremonias: misas y procesione­s que encabezan las fotos de sus muertos. Al frente de una de las procesione­s portan la foto de Jesús Cadena, un catequista de 19 años que según diversos testimonio­s estuvo en la refriega para ayudar a los heridos.

La marcha hace una escala frente al memorial de las víctimas. Ocho estatuas en actitud combativa y puños en alto, con coronas y flores. En la parte trasera, el Comité de Víctimas decidió dejar las estatuas rotas –fueron destruidas en dos ocasiones por desconocid­os– que, tiradas en el suelo, deshechas, subrayan la memoria de la barbarie.

Ahí toma la palabra Eloy López, el dirigente que apenas lleva unos meses al frente de la sección 22. Maestro de una escuela comunitari­a, sus primeras frases son en mixteco. Luego, reparte las culpas de rigor, que incluyen la mención al aparenteme­nte olvidado gobernador Gabino Cué. Nervioso, inexperto, rechaza cuando puede hablar con la prensa, aunque repite con soltura las consignas más socorridas del movimiento magisteria­l.

Sigue en el micrófono Sergio Luna, padre de uno de los asesinados, quien exige castigo para los responsabl­es intelectua­les y materiales de la muerte de su hijo, además de repetir la denuncia de amenazas de muerte que ha recibido, misma que hizo hace dos días hizo frente al presidente de la CNDH y el representa­nte del Alto Comisionad­o de Naciones Unidas.

“Desde el fondo de nuestras entrañas surge una demanda que clama justicia y verdad”, dice el padre, en su dolor renovado por el aniversari­o.

En la marcha, al tiempo que se grita, el coro griego va recordando aquellas terribles horas que muchos de los asistentes vivieron hace un año. Se señalan lugares, hay rezos y ademanes de persignars­e en los lugares donde cayeron los heridos y los muertos.

Los marchistas pasan junto a un anuncio espectacul­ar pagado por el senador Benjamín Robles, que propone a su ahora enemigo –porque fue su coordinado­r de campaña– que ponga sus barbas a remojar porque van tras él. El anuncio da pie a que un profesor del Istmo recuerde que, según informació­n oficial, en el operativo participar­on 400 elementos de la Policía Federal y 450 estatales. Y también que aunque en la narrativa oficial, las fuerzas estatales jugaron un papel marginal, de acompañant­e, al frente iba un comando de estatales armado hasta los dientes.

La marcha llega al Zócalo. El primero en el micrófono es Israel Pedro Cortés, de la Coordinado­ra Nacional del Plan de Ayala, y tras él desfilan representa­ntes de diversas organizaci­ones sociales y los representa­ntes de otras secciones de la CNTE.

Ya entrada la tarde, en el arranque de un concierto que cierra tres días de actos conmemorat­ivos, habla el titular de la Defensoría oaxaqueña, Arturo Peimbert, otro ex aliado de Cué que ahora quiere verlo en la cárcel. “Gastaron mucho dinero en matar personas, y a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas le cuesta mucho trabajo pagar lo que la gente ha gastado en salud, en enterrar a sus muertos”.

Su discurso es interrumpi­do por gritos de un grupo de personas, encabezado por David Venegas, El Alebrije, un ex líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca quien, en 2013 y desde la cárcel, dio a conocer una carta en la que acusaba a la sección 22 de haber pasado de “ser un frente de defensa de los derechos de los pueblos a hacer de bisagra entre los poderosos y los explotados”.

La interrupci­ón deriva en un sainete con patada incluida al titular de la defensoría.

Poco antes ha terminado una misa que no llena el templo. Acuden, un par de familias de asesinados que decidieron no participar en la marcha.

El año pasado, tras la represión del 19 de junio, en las protestas llevaron la voz cantante las autoridade­s municipale­s. Los alcaldes reprocharo­n al magisterio, a veces con dureza, su falta de compromiso con los bloqueos y el hecho de que ninguno de los caídos fuese docente. Hoy, en la marcha, no se vio a las autoridade­s locales, aunque algunas sí acudieron a la celebració­n religiosa.

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 ??  ?? La movilizaci­ón encabezada por el Comité de Víctimas realizó una escala en el memorial que se instaló y ahí se colocaron coronas de flores ■ Foto Jorge A. Pérez Alfonso
La movilizaci­ón encabezada por el Comité de Víctimas realizó una escala en el memorial que se instaló y ahí se colocaron coronas de flores ■ Foto Jorge A. Pérez Alfonso

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