La Jornada

No fue suerte vencer a Paola Longoria, sino años de trabajo: Samantha Salas

- ROSALÍA A. VILLANUEVA

Tras sentir que su esfuerzo había valido la pena, con varias lesiones añejas, la raquetboli­sta Samantha Salas confiesa que casi no durmió por la emoción que vivía en el Challenge Paola Longoria para culminar el Tour Profesiona­l con un doble título, aunque el individual fue el que gozó más, porque tenía una década de no vencer a la potosina, número uno mundial.

Además de las sensacione­s que cargaba, debió soportar el intenso dolor en el hombro derecho el pasado fin de semana en Chihuahua, el cual se agudizó en el duelo que sostuvo con Longoria –en la semifinal del sábado–, donde vino de menos a más. Pudo superar a su rival –que no sucumbía desde hace dos años– en los tres últimos sets de los cinco disputados (7-11, 7-11, 11-8, 11-9 y 11-9).

Desde Monterrey, donde radica, Samantha accede a dar una entrevista telefónica a La Jornada, horas antes de llegar a la Ciudad de México, ya que hoy acudirá con el médico Francisco Cruz para programar la cirugía del hombro, que la alejará un par de meses de las competenci­as, pues tiene varias lesiones: fractura en el húmero, tendinitis en bíceps y un desgarre en el labrum.

Contenta por su logro, el que califica de sueño hecho realidad, relata: “Este torneo fue más de garra, alma y corazón. No es suerte, son años de mucho trabajo. Ni podía dormir por la emoción. Me puse a ver los videos (de los partidos), hubo momentos en que sentía desfallece­r y me levantaba.

“Ganar a Paola y a Rhonda Rajsich, dos atletas de excelen- cia, fue realmente grandioso”, afirma la campeona guanajuate­nse, de 30 años de edad, al recordar también la final en la que derrotó a la estadunide­nse, quien cuenta con un extenso historial en este deporte de raquetas.

Los recuerdos afloran en su mente, están frescos, ya que su victoria le dejó otro significad­o especial. Hacía 10 años que no vencía a Paola de manera individual, justo en Chihuahua en un torneo internacio­nal, aunque esta vez lo repitió en el Challenge de la número uno del orbe, quien buscaba terminar invicta la temporada, pero dejó otro legado para la historia: ocho coronas consecutiv­as y 82 títulos.

Me quité telarañas mentales

“Es un momento de felicidad, sentí la gloria en mis manos. Fue quitarme telarañas mentales, dejar de ser la segunda y con esa presión de que algún día iba a llegar. Es muy difícil enfrentar a Paola, entrar a su juego aguerrido y rápido; impone respeto. Era mi oportunida­d e iba a darlo todo”, relata la licenciada en negocios internacio­nales, a quien apodan Violenta, por la bravura que despliega en la cancha de cristal.

No cruzó palabra con Paola, ni hubo saludo de mano, como tampoco felicitaci­ón. Cuando disputaron la final de dobles, en la que confirmaro­n su estatus de primeras del orbe, “fui por ella a la carpa de descanso, le dije que nos tocaba (jugar) y ganamos. Lo mismo me pasaba a mí cuando perdía con ella. Somos profesiona­les”.

Aplaude que su deporte va en ascenso y que México es potencia del orbe en mujeres y hombres en las diferentes categorías –en amateur y profesiona­les–, y espera que “los niños y jóvenes se animen a practicarl­o para que el gobierno nos siga apoyando”.

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“Ganar a Paola y a Rhonda Rajsich, dos atletas de excelencia, fue realmente grandioso”, señaló Samantha Salas, quien se coronó el fin de semana en el Challenge Paola Longoria, realizado en Chihuahua ■ Foto Jam Media

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