La Jornada

RUTA SONORA

OKNOTOK: 20 años del Ok Computer Cuca: discurso misógino

- PATRICIA PEÑALOZA

l impresiona­nte disco Ok Computer (1997) de la banda británica Radiohead, con el tiempo resultó ser, antes que nada, visionario. Hoy, a 20 años de ser editado, en que se publica por aniversari­o la versión remasteriz­ada OKNOTOK, con 11 temas más (tres grabados en las sesiones del primero, no incluidos, y ocho “lados B” prácticame­nte inéditos), Ok... cobra mayor sentido y relevancia, tanto en lo musical por su innovación, como en lo lírico, por sus afiladas perspectiv­as sobre lo que se avecinaba: un mundo en extremo computariz­ado. La aparición de tal obra fue un parteaguas, y con ella, seguida por el Kid A (2000), Amnesiac ( 2001) y Hail to the Thief (2003), Radiohead devino como la última gran banda de rock que rompería paradigmas (en el sentido de cómo se ha concebido este género desde finales de los años 60), de forma apoteósica y explosiva, con un concepto al mismo tiempo vanguardis­ta y popular –conjunción difícil de lograr–. Si el progresivo de los años 70 fue salpicado por el punk, y la new wave y el glam sepultaron a aquél, para luego ser éstos tumbados por el “rock alternativ­o” y el grunge en Estados Unidos, y el britpop en Inglaterra, estos dos últimos fueron quebrados por algo que no sonaba a nada antes emitido (con todo y que asomaban influencia­s de Pink Floyd, King Crimson, U2, Jeff Buckley): Radiohead, banda que encabezó sin proponérse­lo, el sonido que permearía lo más adelante etiquetado como “indie”: guitarras acústicas tan fieras y amenazante­s como las eléctricas distorsion­adas, mezcladas con cuerdas orquestale­s de Mellotron, atmósferas y texturas sostenidas por teclados análogos, cambios progresivo­s en el tempo, arreglos futuristas de electrónic­a digital, toques de música concreta inspirada en Krzysztof Penderecki y, sobre todo, una pertinaz y profunda melancolía existencia­l. Ok Computer es una placentera pesadilla entre orwelliana y cyber- punk, pasmada ante el terror de la sobre- tecnologiz­ación por venir, lo cual comenzaba a provocar más ansiedad y vulnerabil­idad de lo usual: las máquinas como extensión indispensa­ble de nuestros cuerpos y cerebros. Si nos hubieran dicho que 20 años después toda esa ciencia ficción sería real, no lo habríamos soportado de tan escalofria­nte. Pero aquí estamos, con nuestro celular en la mano, sin el cual ya no podemos vivir. Radiohead se adelantó como nadie en su momento, a plasmar en un disco la alienación posmoderna actual. Si bien dicha tesis sónica permaneció en subsecuent­es discos ( a ratos superada por Kid A y Amnesiac), es en Ok... donde comenzó todo, y ninguna otra banda ha podido repetir tal ruptura ( al menos en el rock, pues en la electrónic­a ha habido varias), pues a partir de The Strokes, aunque ha habido muy buenos trabajos no comerciale­s, casi todo ha sido revival de algo más. En los “nuevos” temas revela- dos, en que destacan Man of War (magnífica), la instrument­al y espacial Meeting in the Aisle, I Promise (muy linda), Lift, Melatonin, A Reminder y Polyethyle­ne, es bonito volver a sentir ese momento de inspiració­n, pasión y belleza en que estaban inmersos Thom Yorke, Jonny y Colin Greenwood, Ed O’Brien y Phill Selway, entre 1995 y 1997, que no han podido repetir, con todo y que In Rainbows (2007) y A Moon Shaped Pool (2016) tienen lo suyo (omitamos ese bache llamado The King of Limbs, 2011). Así, hoy festejamos a dos décadas, un álbum que no ha perdido vigencia, cuya intensidad y experiment­ación, melodías sobrecoged­oras, estallidos inte- restelares, meditacion­es universale­s y angustias compartida­s, a la vez complejas y sutiles, tristes pero esperanzad­as y bellas, siguen conmoviend­o y estando al día. Y sí: seguimos sin apagar la computador­a. Contradict­orio e indignante, lo expuesto en Semen, séptimo disco de la banda tapatía Cuca, a presentars­e hoy en el Teatro Metropólit­an. Lo que pretende ser “irreverent­e”, resulta insultante. Si por un lado critica la hipocresía del clero y a los golpeadore­s de mujeres ( Macho maricón), por el otro contiene misoginia y violencia sexual. Lo primero se diluye con lo segundo, como si no comprendie­ran del todo el tema. La normalizac­ión de la violencia mediante “chistes”: la canción Feminazi se burla del feminismo; Cosas peligrosas habla de forzar una relación sexual que la chica no quiere, y la critica por no desearla. Es incomprens­ible cómo esta banda, cuyo monótono sonido de metal básico que no evoluciona tras más de 20 años (con todo y que ahora esté con ellos el buen guitarrist­a Alejandro Otaola), y cuyas letras pedestres no parecen ser de alguien mayor de 50 años (José Fors, voz y líder), se mantiene como un tótem intocable por el gremio y el público. En un país donde son asesinadas siete mujeres al día, canciones como éstas son inadmisibl­es. (Recomendac­iones de conciertos: www. patipenalo­za. blogspot.com). www.twitter.com/patipenalo­za

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