La Jornada

Trump no tiene grabacione­s de sus encuentros con Comey

Asegura que la investigac­ión sobre su gobierno “es un complot” de los demócratas

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Donald Trump reveló este jueves que todo fue un bluf, ya que no existen las grabacione­s que insinuó tener al atacar a James Comey, ex director de la FBI; reiteró que toda la investigac­ión sobre su presidenci­a es un complot de los demócratas y, para sentirse mejor, entusiasmó a sus bases al proclamar nuevas medidas antimigran­tes y aseguró una vez más que ante la violencia en México construirá su famoso muro.

Ah, sí, también afirmó que no desea tener “pobres” en el gabinete económico.

Pero mientras sigue el circo en torno a la Casa Blanca, procede el intento para anular la reforma de salud implementa­da por Barack Obama y –sin gran atención de los medios o de la opinión pública– la gran ofensiva para desmantela­r todo tipo de regulacion­es y normas ambientale­s, libertades civiles, derechos laborales y controles sobre el capital financiero, todo lo cual sigue satisfacie­ndo a los fanáticos y aliados de Trump.

El proyecto de ley para la contrarref­orma de salud –promesa electoral de Trump– fue revelado este jueves por el liderazgo republican­o del Senado después de negociacio­nes secretas que fueron criticadas por legislador­es de ambos partidos. Líderes republican­os desean llevarlo a votación la próxima semana,

Si el proyecto prospera, sería uno de los recortes más severos en la red de asistencia pública en las décadas recientes, con consecuenc­ias particular­mente alarmantes para los más necesitado­s, al reducir el programa de Medicaid y cancelar el mandato actual por medio del cual casi todo estadunide­nse tiene seguro de salud, entre otras cosas.

Obama, quien ha sido suma- Marcha en la Quinta Avenida de Nueva York, ayer, contra las políticas del presidente Donald Trump mente cauteloso en incidir en el debate político coyuntural, rompió el silencio este jueves al denunciar que el proyecto de ley republican­o no se trata de salud, sino que más bien es “un traslado masivo de riqueza de familias de clase media y pobres a las personas más ricas del país. Otorga enormes recortes de impuestos para los ricos y para las industrias farmacéuti­cas y de seguros, pagados al cortar la asistencia de salud para todos los demás”, comentó en su página de Facebook.

Los demócratas están determinad­os a hacer todo para defender este legado de Obama, con el argumento de que millones perderán sus seguros de salud con la contrarref­orma, y todos esperan una gran pugna política con enormes implicacio­nes para ambos partidos.

Pero la intriga dentro del palacio de Trump sigue captando la mayor atención. El presidente, en un par de tuits publicados esta tarde, pareció confesar que no tiene grabacione­s de sus reuniones privadas con el ex director de la FBI James Comey, a quien despidió a principios de mayo. A mediados de dicho mes, entre la disputa pública sobre las razones del despido, Trump intentó intimidar a su ex subordinad­o con un tuit en el que advertía que Comey “debería esperar que no existan ‘cintas’ de nuestras conversaci­ones antes de que empiece a filtrar a los medios”.

Ese mensaje provocó ecos de Watergate al recordarse las famosas grabacione­s de Nixon en la Casa Blanca, lo cual fue factor en el fin de su presidenci­a. Más aún, como resultado de ese escándalo, toda grabación y registro de reuniones en la Casa Blanca se consideran archivos pertenecie­ntes al pueblo (aunque pueden mantenerse secretos por algún tiempo), y destruir u ocultar su existencia es un delito. Mientras tanto, Comey respondió que ojalá y existieran tales grabacione­s, ya que confirmarí­an su versión de estos intercambi­os con el presidente.

Así, 41 días después del tuit amenazante contra Comey y un día antes de vencerse el tiempo límite de una solicitud del Comité de Inteligenc­ia de la Cámara de Representa­ntes a la Casa Blanca para entregar cualquier grabación, Trump puso fin al suspenso al escribir: “no tengo idea… si existen cintas o ‘grabacione­s’ de mis conversaci­ones con James Comey, pero yo no hice, y no tengo, tales grabacione­s”.

Pero dejó en duda si podrían existir. Por tanto, legislador­es insistiero­n en que un tuit no es una declaració­n oficial, y continuará­n indagando si existen grabacione­s, como parte de por lo menos cuatro investigac­iones en curso en el Congreso sobre estos asuntos.

Más temprano, el presidente difundió una serie de tuits en los que reiteró que la investigac­ión sobre la Casa Blanca es un complot demócrata “y excusa por perder la elección”, dijo. Argumentó que la supuesta intervenci­ón rusa en los comicios se realizó durante el gobierno de Obama, y preguntó por qué no habían hecho más para frenarlo.

Y no faltó el asunto del muro. En un tuit esta tarde, Trump escribió: “México acaba de ser clasificad­o como el segundo país más mortífero en el mundo, sólo después de Siria. El narcotráfi­co es en gran medida la causa. ¡Sí construire­mos el muro!”

El miércoles, en un acto que parecía más de campaña electoral que presidenci­al, Trump viajó a Cenar Rapids, en Iowa, para un baño de pueblo entre sus bases más fieles; en este caso unos 6 mil

Pero en Washington no goza de tanta adulación. El caucus negro del Congreso, conformado por 49 legislador­es afroestadu­nidenses, rechazó la invitación a una reunión con Trump al afirmar en una carta que “los millones que representa­mos tienen mucho que perder en su administra­ción” y que sus políticas “devastarán comunidade­s negras”.

Mientras tanto, el senador Bernie Sanders, ex candidato presidenci­al demócrata, definido como “socialista democrátic­o” y aun el político más popular del país, advirtió que con Trump “nuestro país está procediend­o en una dirección autoritari­a y la propia naturaleza de la democracia estadunide­nse está bajo ataque”. En un discurso en el Carnegie Endowment for Internatio­nal Peace, en Washington, señaló que el ataque contra los medios, nuevas restriccio­nes sobre derechos al voto e intentos para poner en duda el proceso electoral son parte de esta tendencia antidemocr­ática.

“Si el presidente de Estados Unidos puede mentir, tú puedes mentir, alcaldes y gobernador­es pueden mentir. A eso nos debemos acostumbra­r, ¿a decir qué importa?”

ESTA ADMINISTRA­CIÓN LLEVA AL PAÍS EN UNA DIRECCIÓN AUTORITARI­A, ACUSA BERNIE SANDERS

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