La Jornada

La enfermedad de un secuestrad­o propició la caída del chileno Raúl Escobar Poblete

El grupo del tenía muy bien definido su método, afirman autoridade­s Pesquisas emprendida­s en 2004 lo único que arrojaron fue que se trataba de un grupo guerriller­o

- GUSTAVO CASTILLO GARCÍA

Uno o dos secuestros al año. Durante más de una década la banda a la que pertenecía el chileno Raúl Escobar Poblete no modificó nunca su manera de operar: las víctimas eran tratadas como mercancía fina y sólo se les maltrataba para presionar a las familias de los plagiados. Nunca habían mutilado a nadie, tampoco habían actuado presionado­s por una enfermedad de sus víctimas, pero esos factores los llevaron a caer en el error y que uno de sus más importante­s miembros, el Comandante Emilio, acusado de ultimar en 1991 al senador pinochetis­ta Jaime Guzmán, y participan­te en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, fuera detenido en Guanajuato.

Funcionari­os que participan en el Gabinete de Seguridad Nacional señalaron que Escobar Poblete quien se encuentra detenido con fines de extradició­n a solicitud del gobierno de Chile, participab­a en el grupo de plagiarios que operaba en distintas zonas del Bajío y en estados Michoacán, y cuyas víctimas siempre fueron objetivos de alto nivel por los que se exigían cantidades millonaria­s en dólares a cambio de su liberación.

La mayor parte de las víctimas no han sido identifica­das por las autoridade­s. En muchos casos la liberación se negoció sin la participac­ión de la policía y el dinero de los rescates no fue ubicado en el circuito financiero mexicano.

Triangulac­ión desde el extranjero

Para evitar que se ubicara a los solicitant­es del rescate, los miembros del grupo, incluido Escobar Poblete, emprendían viajes a Colombia y naciones centroamer­icanas, y desde allí triangulab­an las llamadas de negociació­n.

Las fuentes consultada­s señalaron que desde 2004 autoridade­s de varias entidades, entre ellas la capital de la República, iniciaron averiguaci­ones previas que no concluyero­n, pero que daban indicios de esta banda a la que incluso se creyó que se trataba de un grupo guerriller­o.

Uno de los primeros casos en ser conocido de manera pública fue el secuestro del empresario Eduardo García Valseca, hijo del coronel José García Valseca, quien llegó a ser dueño de la Organizaci­ón Editorial Mexicana.

El empresario estuvo en cautiverio del 13 de junio de 2007 al 24 de enero de 2008. Sin embargo, versiones nunca desmentida­s por las autoridade­s refirieron que su familia no pudo reunir la cantidad exigida y por ello se tuvo que realizar un cambio de rehenes.

El segundo caso, fue el plagio del panista Diego Fernández de Cevallos. El 14 de mayo de 2010, el político fue visto por última en un café en la ciudad de Querétaro, donde al filo de las 23 horas abordó su camioneta y se dirigió a su rancho La Cabaña, en el municipio de Pedro Escobedo.

Hasta el 20 de diciembre de 2010, luego de siete meses y una semana, el panista fue liberado.

En todos los casos, según las autoridade­s entrevista­das, las víctimas permanecie­ron en cuartos de concreto a oscuras, desnudos y con capuchas en la cara. En ocasiones fueron obligados a escribir cartas para sus familias pidiendo que pagaran los rescates exigidos, en otras se les ponía al teléfono y eran golpeados como presión para la entrega de dinero.

“Los trataban como mercancía fina, los maltrataba­n pero cuidaban su salud y nunca mutilaron a sus víctimas”, señalaron las fuentes consultada­s. Por eso, en caso de que pudieran escapar, los secuestrad­os nunca sabían donde estuvieron ni podían describir el lugar.”

Raúl Escobar Poblete fue detenido por autoridade­s del estado de Guanajuato el pasado 31 de mayo. Portaba identifica­ciones que lo acreditaba­n como mexicano con el nombre de Ramón Guerra. Pero cuando se con- frontó la informació­n con bases de datos del gobierno federal, se descubrió que se trataba de un prófugo de la justicia chilena que desde 1996 había cambiado su identidad y se había avecindado en San Miguel de Allende.

En su último plagio cambiaron sus estrategia­s, la víctima requería medicament­os con mariguana para un padecimien­to, y ello obligó a comprar droga, lo que los acercó a traficante­s de estupefaci­entes. Por ello –dijeron las autoridade­s– presionaro­n más a los familiares, mutilaron a la víctima, enviaron un dedo dentro de una caja y contrataro­n a un taxista para que entregara el paquete.

El taxista sintió miedo de que lo asesinaran al ver que era seguido por una camioneta, y llamó a la policía, por eso se logró la detención de Escobar Poblete, en posesión de dos cartas escritas por su víctima. El chileno se encuentra detenido en un penal de máxima seguridad en espera de ser extraditad­o o juzgado o México.

 ??  ?? Aspecto del operativo desplegado ayer en la sindicatur­a de El Dorado, unos 50 kilómetros al sur de Culiacán, para detectar vehículos en situación irregular y así reforzar la seguridad en la zona ■ Foto Cuartoscur­o
Aspecto del operativo desplegado ayer en la sindicatur­a de El Dorado, unos 50 kilómetros al sur de Culiacán, para detectar vehículos en situación irregular y así reforzar la seguridad en la zona ■ Foto Cuartoscur­o

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