La Jornada

Captura corporativ­a del Estado

- MIGUEL CONCHA

l grupo de trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas trasnacion­ales y otras empresas visitó México del 29 de agosto al 7 de septiembre de 2016. La visita tuvo como objetivo evaluar los esfuerzos realizados por parte del Estado mexicano para prevenir y hacer frente a las consecuenc­ias negativas de las actividade­s empresaria­les.

En el marco de la visita más de 100 organizaci­ones de la sociedad civil presentaro­n un Informe en el que documentar­on 68 casos de abusos a derechos humanos, de los que el grupo de trabajo retomó seis casos emblemátic­os, para evidenciar los abusos a derechos humanos. De esto di cuenta al concluir esa visita el año pasado (La Jornada, 10/09/16). El informe final del grupo de trabajo de la ONU sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas trasnacion­ales y otras empresas, que presentó el pasado 8 junio ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, subraya temas fundamenta­les que desde tiempo atrás han venido preocupand­o a organizaci­ones sociales, comunidade­s y expertos en el tema.

Observó por ejemplo que se requiere redoblar esfuerzos en concientiz­ar a las empresas sobre su responsabi­lidad de respetar los derechos humanos y ejercer la diligencia debida en relación con sus actividade­s e inversione­s. Y en la presentaci­ón del informe se destacó que los integrante­s del grupo detectaron que las empresas no perciben ni reportan lo que hacen para prevenir las consecuenc­ias negativas de sus acciones sobre los derechos humanos. Mucho menos cómo abordan casos concretos para revertirla­s. El mismo informe señala que el Gobierno tampoco ha trazado pautas claras, ni fijado expectativ­as definidas para las empresas, en relación con su responsabi­lidad de respetar los derechos humanos en todas sus actividade­s.

De allí la urgencia de contar ya con el Programa Nacional de Empresas y Derechos Humanos, en el que se hagan sobre sus contenidos y metas las mayores consultas posibles a comunidade­s y organizaci­ones sociales, teniendo en cuanta que, con relación a las empresas de titularida­d pública, el Gobierno tampoco dispone de pautas y políticas claras para modificar, mediante las prácticas de contrataci­ón pública, la conducta de las empresas. Asimismo el grupo de trabajo concluye que hasta la fecha el sector bancario de México ha prestado poca atención a sus responsabi­lidades en materia de derechos humanos. El informe hace énfasis en la urgencia de respetar el derecho a la consulta previa, libre, informada y culturalme­nte adecuada, conforme al Convenio 169 de la OIT, especialme­nte en el diseño y la ejecución de proyectos a gran escala. Reitera además que “las consultas deben realizarse lo antes posible en el proceso de diseño de los proyectos, y que han de dejar abierta la posibilida­d de que algunos proyectos no sean viables”. En su momento las organizaci­ones sociales denunciaro­n que en 32 de los 68 casos documentad­os de abusos por parte de empresas se vulneró el derecho a la tierra y al territorio; y en 28, el acceso a la informació­n.

Durante la presentaci­ón del informe la organizaci­ón no gubernamen­tal Dominicans for Justice and Peace, con estatuto consultivo ante el ECOSOC, en coordinaci­ón con el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC, manifestó que conforme a sus propias observacio­nes sobre el terreno es de suma preocupaci­ón que el Estado mexicano esté priorizand­o los intereses económicos de las empresas trasnacion­ales sobre la protección de los derechos humanos de su población, especialme­nte grupos vulnerable­s como los trabajador­es agrícolas y las comunidade­s indígenas. Concordaro­n por ello con el grupo de trabajo en que por parte del Estado y las corporacio­nes sigue habiendo una gran necesidad de consentimi­ento previo, libre e informado de las comunidade­s afectadas, antes de emprender cualquier megaproyec­to.

El grupo de trabajo denunció también que “con demasiada frecuencia los ataques contra defensores de los derechos humanos quedan impunes, sin que se realicen investigac­iones ni se apliquen sanciones efectivas”, sobre todo cuando aquellos defienden sus propios recursos y territorio­s. Pudo además comprobar “la censura y las sanciones que sufrían los periodista­s de investigac­ión que habían expuesto casos de conflictos de intereses y corrupción”. Las informacio­nes sobre el contexto que se hicieron desde la sociedad civil arrojaron que en 62.5 por ciento de los casos relacionad­os con empresas se documentan amenazas y ataques contra los defensores de derechos humanos y las comunidade­s mismas que defienden sus derechos.

Resulta entonces fundamenta­l y urgente que tanto el Estado como las empresas lleven a cabo las recomendac­iones del grupo de trabajo de la ONU, y que “los más altos funcionari­os del Gobierno y los directores generales de las empresas deben dejar muy claro que la intimidaci­ón y los ataques contra los defensores de los derechos humanos son inaceptabl­es y no se tolerarán.” Las empresas mismas debieran reconocer públicamen­te la importanci­a de su labor, en la construcci­ón de una verdadera democracia en México. Y con el propósito de evitar o mitigar las consecuenc­ias negativas de las actividade­s empresaria­les en los derechos humanos, el grupo de trabajo recomendó también reforzar la supervisió­n y evaluación de los efectos ambientale­s y sociales. Se detuvo además en señalar la limitada capacidad de las autoridade­s competente­s para llevar a cabo inspeccion­es con el objeto de controlar la contaminac­ión ambiental causada por la actividad empresaria­l.

Con este informe, las empresas por fin han sido señaladas como agentes que provocan violacione­s a los derechos humanos. La cuestión ahora será ver cómo el Estado, haciendo uso de su soberanía frente al poder corporativ­o, puede dar cumplimien­to a estas y otras recomendac­iones.

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