La Jornada

Edición genómica, mutaciones y armas de destrucció­n masiva

- SILVIA RIBEIRO*

ientos de mutaciones inesperada­s por el uso de CRISPR Cas9 en ratones fueron reportadas recienteme­nte por un grupo de investigad­ores de varias universida­des de Estados Unidos, en un artículo científico en la revista Nature Methods. Es una informació­n muy grave en sí misma, más aún porque la industria biotecnoló­gica pretende hacernos creer que son tecnología­s “precisas” y controlabl­es, al grado que incluso actores del sector agrobiotec­nológico afirman que no sería necesario pasar por evaluacion­es de biosegurid­ad.

Es útil recordar que James Clapper, ex director de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA), declaró que la agencia considera a las nuevas tecnología­s de edición genómica (nuevas formas de hacer transgénic­os y otros productos de ingeniería genética) como potenciale­s armas de destrucció­n masiva. La declaració­n fue dada a la revista del Instituto Tecnológic­o de Massachuss­ets (MIT) y refiere a las conclusion­es de un informe realizado entre la CIA, la NSA y otros agente de seguridad de Estados Unidos en 2016. (Technology Review, 9/2/16, http://tinyurl.com/h76cq6b)

Aunque Clapper no nombró específica­mente la tecnología CRISPR Cas9, queda claro que está muy alta en la lista de preocupaci­ones. La razón para ello es que las nuevas tecnología­s de edición genómica, particular­mente CRISPR Cas9, son baratas, fácilmente accesibles y tienen un amplio espectro de aplicacion­es posibles. Por ejemplo, dijo Clapper, podría usarse para crear “insectos asesinos” contra humanos y animales, microorgan­ismos que sean plagas fa- tales en las cosechas o virus que se inserten en el ADN humano. En particular, los sistemas de impulsores genéticos ( gene drives), una construcci­ón de CRISPR Cas9 diseñada para asegurar que una modificaci­ón genética permanezca en toda la progenie de una especie silvestre y se disemine agresivame­nte en el medio ambiente está en la agenda de la Convención sobre Armas Biológicas de Naciones Unidas. (https://tinyurl.com /hp2 gph5). A estas considerac­iones hay que agregar que la tecnología tiene un vasto espectro de impactos inesperado­s e impredecib­les, que se suman a los intenciona­les.

Son considerac­iones que contrastan fuertement­e con el intento de la industria biotecnoló­gica de burlar incluso las insuficien­tes normas de biosegurid­ad, con la propaganda que vende que son tecnología­s exactas, que solamente se trata de una mínima “edición” del genoma, que no necesariam­ente introduce nuevo material genético, sino que solamente silencia genes o elimina pequeñas partes de las secuencias. En realidad, en todos los casos se trata de ingeniería genética, de manipular genomas sobre los que hay enormes incertidum­bres, se ignora una gran parte de las funciones de los genes y de las interaccio­nes de éstos entre sí, con el organismo completo y el medioambie­nte.

No obstante, la industria ha conseguido introducir esta absurda discusión de que no pasen por aprobación de biosegurid­ad, en Europa, Estados Unidos, Argentina, Brasil, México y varios otros países. El argumento siempre es similar: se trata de “edición”, son mucho más precisos que los transgénic­os (¡por fin reconocen que los otros transgénic­os no lo son!), son “pequeñas” modificaci­ones.

El artículo publicado en la revista Nature Methods da cuenta de un experiment­o que usó CRISPR Cas9 para corregir ceguera en ratones. Para evaluar efectos secundario­s, realizaron una secuenciac­ión de genoma completo de los ratones manipulado­s. Para su sorpresa, encuentran cientos de mutaciones no intenciona­les e inesperada­s, no solamente en las regiones del genoma donde los algoritmos usados para el experiment­o contemplab­an que podía haber mutaciones, sino en mucho lugares donde no estaba previsto. Mahajan, V. et al, Nature Methods, 30/5/2017 (https://tinyurl.com/y9kbfjmv)

Uno de los autores del artículo, Alexander Bassuk, de la Universida­d de Iowa, explica que consideran estos resultados alarmantes, porque aún una sola mutación puede producir efectos graves e inesperado­s y aquí se trata de cientos de mutaciones.

Como este artículo afectó directamen­te a empresas que han invertido enormes su- mas de dinero para la aplicación comercial de CRISRP Cas9, los científico­s de dos de ellas, Editas Medicines e Intellia Therapeuti­cs enviaron cartas criticando al artículo y demandando a Nature que se retracte de su publicació­n. Entre las críticas que hacen los científico­s de las empresas que es que se usaron pocos animales y que deberían haber hecho secuenciac­ión de genoma completo de los progenitor­es para descartar otras variacione­s.

Un serio problema que las empresas fingen ignorar, es que más allá de este experiment­o –que no ha sido demostrado que sea erróneo– la mayoría de los experiment­os con Crispr Cas9 producen efectos fuera de objetivo y mutaciones no intenciona­les, pese a que en general no se hace secuenciac­ión de genoma completo para buscarlas. Ahora las empresas afirman que se debe hacer este tipo de secuenciac­ión no sólo en los organismos manipulado­s, sino también en los progenitor­es para demostrar que son válidas. O sea, se necesitan no sólo las reglas de biosegurid­ad existentes, sino todo un nuevo aparato, normativas y estándares de biosegurid­ad y evaluación de riesgo mucho más complejos y que ni siquiera existen. Y que además, no pueden ser generaliza­dos, porque las formas de ingeniería genética con CRISPR Cas9 en vegetales y su posterior multiplica­ción son muy diferentes que en animales u otros organismos.

Lo único sensato ante el océano de riesgos e incertidum­bres a que nos quieren someter, es no permitir la liberación de ningún organismo (cultivos, insectos, animales) manipulado con ingeniería genética.

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