SOLIDARIDAD
Desde su nacimiento soy lector de La Jornada y estoy sorprendido de que el sindicato de ese diario haya colocado las banderas de huelga por supuestas violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), que al parecer contiene prestaciones muy costosas y envidiables para la mayoría de los trabajadores mexicanos, que padecen sindicatos de protección o de plano no cuentan con empleo estable.
Los salarios y las prestaciones de los trabajadores son conquistas intocables o Estimada Carmen: muchas gracias por la publicación de la carta, sobre todo en un momento tan difícil. Ojalá el conflicto se pueda arreglar en breve, porque La Jornada es un medio fundamental no sólo para los que trabajan en ella, sino – sin exagerar– para el país. Te mando un fuerte abrazo, mis mejores deseos y mi solidaridad. deberían serlo, pero si la empresa en que laboran se halla en mala situación financiera, es necesario decidir entre mantener el nivel de los salarios y prestaciones –y terminar con la fuente de trabajo– o aceptar la realidad y tomar las medidas necesarias para preservar la chamba en espera de que la situación mejore. Cosa que, por cierto, depende en mucho de la situación económica del país.
Me parece que el Sitrajor al dar la espalda a la realidad y en su defensa a ultranza del CCT llevará a sus agremiados al desempleo y a privar al país de un diario en el que se publica información sobre temas de los que no hablan la mayoría de los periódicos y medios electrónicos. Por eso no es un medio grato al poder.
La muestra de eso es el asesinato reciente de Miroslava Breach, en Chihuahua, y de Javier Valdez, en Sinaloa, o el veto que le impuso el Ejército hace unas semanas, y las amenazas de muerte e intimiaciones a varios de sus reporteros. Todo ello en el contexto de una ofensiva del narcopoder contra los periodistas.
¿Esta huelga es parte de esa ofensiva para acabar con una publicación incómoda para el narcogobierno?
O ¿ es simplemente producto de la torpeza política, de la incapacidad para aceptar la realidad y construir acuerdos que satisfagan a empleados y directivos. Es necesario resolver el conflicto creativamente.
Los redactores, reporteros, secretarias y todos los jornaleros tienen la respuesta.
México necesita el periodismo veraz y crítico. La Jornada no puede dejar de publicarse. cracia plena”. Suprimo el adjetivo, advirtiendo que el adverbio “plenamente” es de Luis Rubio, glosando a Vicente Fox.
Woldenberg no escribió “plena”. ¿Qué escribió? (junto con Ricardo Becerra y Pedro Salazar), que en 2000, “México había logrado una transición pacífica (...) hacia la democracia política (...) la transición ya se había consumado, pues (...) existían las condiciones institucionales para que la alternancia fuera posible”.
Escribieron una historia de la transición, “una transición que ya pasó”. ¿Algún matiz?: “Ya no vivimos en la transición. Pero la democracia no es una estación terminal y menos el fin de la historia”.
Más adelante: “El propósito político más importante del IFE era y es lograr que todos los partidos brinden su aval a cada etapa y para cada instrumento; a cambio, el IFE ha dispuesto someterse al más amplio y riguroso escrutinio por parte de los propios partidos”.
Olvidan que desde 2003 uno de los tres principales partidos dejó de brindar su aval a cada etapa. Por cierto que nunca escribí que la confianza sea el único factor a considerar.
(Las citas en Woldenberg, Becerra y Salazar, La mecánica del cambio político en México, la primera cita procede del prólogo a la edición 4, 2011; la 2, en las pp. 504-505, en 2000).
También le recuerdo que en 2006: Hablan las actas, José Antonio Crespo escribió que en 2006 se vulneró al menos uno de los principios fundamentales de la elección: “la certeza del resultado”. Y reafirma: “Y eso ocurrió de manera generalizada.”
Crespo sólo habla de las inconsistencias de las actas, no de la flagrante violación de la ley aceptada incluso por el Tribunal Electoral, ni de todos los elementos exhibidos a lo largo de 11 años.