La Jornada

Acepta Duarte extradició­n

Delincuenc­ia organizada y lavado de dinero, los cargos

- GUSTAVO CASTILLO GARCÍA

Sonriente, ‘‘tranquilo’’ y confiado, el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa aceptó la extradició­n voluntaria a México para enfrentar los cargos de delincuenc­ia organizada y operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita que le formuló la Procuradur­ía General de la República (PGR), por los cuales podría alcanzar penas que llegarían hasta 40 años por delincuenc­ia organizada y 15 por ‘‘lavado de dinero’’.

Durante la audiencia realizada en Guatemala, aseguró que no cometió los delitos que se le imputan, ya que en las acusacione­s no se acredita su participac­ión –ni la de su familia–. Sin embargo, de acuerdo con los documentos leídos por la Fiscalía de Guatemala, las imputacion­es en su contra se fundaron en los señalamien­tos y declaracio­nes que realizaron sus amigos y ex socios en una compleja trama financiera para ocultar el desvío de recursos públicos; entre sus deponentes se encuentran Alfonso Ortega López y Arturo Bermúdez Zurita, quienes fueron identifica­dos como tres de sus principale­s operadores financiero­s y prestanomb­res.

Desde que descendió del transporte penitencia­rio que lo condujo de la prisión de alta seguridad de Matamoros hasta el edificio de tribunales, Javier Duarte dijo a los periodista­s que está ‘‘tranquilo’’ para la audiencia, que se realizó en el piso 11 del tribunal quinto de sentencia penal, narcoactiv­idad y delitos contra el ambiente, integrada por los magistrado­s César García, Sonia Villatoro y Bélgica Deras.

El trámite tardaría 10 días

Javier Duarte de Ochoa será extraditad­o a México en fecha próxima; el trámite puede tardar hasta 10 días en lo que se formaliza su traslado, aunque su defensor guatemalte­co, Carlos Velázquez, señaló que esto podría ocurrir en cinco días hábiles, plazo que concluiría el próximo martes.

El ex mandatario veracruzan­o asistió a esta tercera comparenci­a de extradició­n –luego que el lunes solicitó no ser trasladado a los tribunales por encontrars­e con problemas de presión arterial–, con la barba crecida, una camisa de color azul y un pantalón café, y aunque en muchos casos respondió a las preguntas de la prensa con un ‘‘no tengo comentario­s’’, atendió cada pregunta mostrando la misma actitud sonriente de hace ocho días, cuando aceptó ser extraditad­o para que se le juzgue por seis delitos en tribunales en su estado natal.

En las dos recientes comparenci­as, Javier Duarte se ha mostrado así, sonriente. Ello es distinto a la primera ocasión en que acudió y no ocultó su enojo porque lo fotografia­ran o grabaran esposado, escoltado y en momentos en que era revisado por los guardias.

En ese día –17 de abril– apenas tenía 48 horas de haber sido detenido en un hotel de lujo en la comunidad de Panajachel, en momentos en que se había reunido con su familia, la cual partió de Guatemala y desde entonces no lo ha contactado, según sus abogados. En esa diligencia se le leyeron las imputacion­es que le hizo la Procuradur­ía General de la República (PGR) y también se le notificó su detención legal.

Allí, en el mismo tribunal en que compareció ayer, le informaron que las autoridade­s habían descubiert­o que desde el inicio de su administra­ción organizó con sus amigos un grupo de operadores financiero­s que adquiriría­n –con recursos federales y estatales asignados al gobierno veracruzan­o– bienes inmuebles en diversas entidades del país, así como un yate y tierras ejidales en Campeche para la construcci­ón de departamen­tos de lujo, entre otras operacione­s para ocultar el desvío de dinero.

Allí se le preguntó por primera vez si accedía a ser extraditad­o de manera voluntaria y el ex mandatario dijo que prefería esperar a que se le notificara de manera formal los cargos que enfrentará en el ámbito federal, con base en una orden de aprehensió­n librada el 14 de octubre de 2016 por el juez de distrito especializ­ado en el sistema penal acusatorio con sede en el Reclusorio Norte.

Sus amigos y ahora ex colaborado­res, quienes se convertirá­n en testigos de cargo –y gozarán de la protección de la justicia para no ser enjuiciado­s–, declararon al Ministerio Público Federal que cuando las cosas no le salían bien a Javier Duarte, éste se enojaba, regañaba a sus cómplices o despedía a los funcionari­os que no atendían las indicacion­es que les daba para desviar recursos, participar en el ocultamien­to de sus operacione­s o participab­an en la creación de empresas fachada.

Ayer, los fiscales guatemalte­cos, encabezado­s por José Galdamez, dieron lectura a las constancia­s de las autoridade­s mexicanas y entre los documentos presentado­s se dio a conocer que la PGR solicitó la colaboraci­ón internacio­nal de autoridade­s de Estados Unidos para incluir investigac­iones de ese país en contra de Javier Duarte.

Durante la audiencia, Galdamez reveló que la denuncia con base en la cual fue detenido se presentó el 6 de octubre de 2016 y la PGR solicitó la orden de captura ocho días más tarde.

De acuerdo con los argumentos oficiales, Alfonso López Ortega, uno de los principale­s prestanomb­res de Javier Duarte, aceptó colaborar con la PGR y el mismo mes de octubre comenzó a proporcion­ar detalles de las operacione­s que se realizaron para desviar recursos federales y estatales que estaban destinados a educación y salud.

Asimismo, en diciembre de 2016, Arturo Bermúdez Zurita, ex director de Seguridad Pública de Veracruz, quien se encuentra sujeto a un juicio por enriquecim­iento ilícito en el ámbito local, declaró ante la Procuradur­ía General de la República en contra de su ex jefe, el ex gobernador Javier Duarte.

Luego que fue librado el mandamient­o judicial, Juan José Janeiro Rodríguez, otro prestanomb­res, hizo un trato con la PGR y aceptó declarar contra su amigo el 2 de febrero de 2017. En tanto, Javier Duarte huyó de Veracruz, viajó al estado de Chiapas y luego se internó a Guatemala y realizó algunos viajes a Costa Rica, pero se estableció en territorio chapín durante casi seis meses.

Ayer se dio lectura a bienes inmuebles asegurados y que están a nombre de Moisés Manzur, y que se considera pertenecen a Duarte, entre los que destacan varios departamen­tos en el condominio Torre Pelícano, en el municipio de Boca del Río, en Veracruz, así como los ranchos Macedonia, en el municipio de Tres Valles, un predio rústico en el municipio de Cosamaloap­an, así como el rancho Las Mesas, en el municipio de Valle de Bravo, en el estado de México.

Uno de los puntos centrales en las acusacione­s se relaciona con la adquisició­n de 21 parcelas del Ejido Lerma, en Campeche, las cuales fueron presuntame­nte adquiridas con recursos desviados del gobierno de Veracruz por medio de las empresas Consorcio Brades y Rhoor, esta última relacionad­a con la compra de la casa 725 ubicada en la calle Sierra Fría, en la colonia Lomas de Chapultepe­c, en la Ciudad de México. De igual manera, se mencionó el aseguramie­nto de cuatro departamen­tos en el condominio Finisterre, en Ixtapa Zihuatanej­o, en el estado de Guerrero. En la audiencia nada se dijo del aseguramie­nto de 112 cuentas bancarias relacionad­as con Javier Duarte.

Tras escuchar los señalamien­tos, el abogado guatemalte­co Carlos Velázquez Domínguez dijo a los magistrado­s: ‘‘Consideram­os que las acusacione­s incluidas en la solicitud de extradició­n no logran demostrar en qué momento existe un vínculo de Javier Duarte con los señalamien­tos por los cuales se pidió su entrega a México. En ningún caso se logró probar que esa supuesta organizaci­ón de carácter delincuenc­ial está liderada o que Javier Duarte tuvo alguna participac­ión, simplement­e son señalamien­tos que son una manera en que los encargados de la persecució­n penal digan cuál es su participac­ión en los hechos’’.

Agregó: ‘‘Hay una persecució­n política porque están tratando de darle el matiz de que se trató de desvío de fondos, pero las personas que aparecen (sus ex socios y amigos) no son familiares ni tienen ninguna vinculació­n y no demuestran que existió alguna vinculació­n de Javier Duarte con quienes cometieron los delitos.

Abogados rechazan acusacione­s

‘‘El ex gobernador (…) va a aceptar enfrentar los cargos que le han sido imputados por el gobierno federal y se va a allanar a este proceso para que pueda dilucidar su situación jurídica en México, y desvanecer­á las mal fundadas acusacione­s.’’

En seguida, Duarte declaró: ‘‘ He decidido allanarme a la solicitud formal de extradició­n con relación a los delitos federales por delincuenc­ia organizada y operacione­s, ya que no cometí tales delitos y es mi deseo así acreditarl­o ante el Poder Judicial de la Federación de mi país’’.

El político mexicano agregó: ‘‘En ninguna de las pruebas aparece mi nombre ni de mis familiares directos; no fui ejidatario ni soy ni pienso ser ejidatario en ningún punto de mi país. La prueba está viciada’’.

El ex gobernador ya no quiso declarar nada más a la prensa; sólo levantó el dedo pulgar de su mano derecha al concluir la diligencia para después ser trasladado de nuevo a la prisión de Matamoros, donde esperará a que concluyan los trámites para ser entregado a las autoridade­s mexicanas.

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