La Jornada

‘‘La devastació­n del territorio nacional contrasta con férrea lucha de los pueblos’’

Hay muchas resistenci­as y el componente jurídico es determinan­te, expresa a La Jornada

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porque el gobierno mexicano liberalizó mucho las leyes. ‘‘Ese es el gran problema. No creo que las leyes sean obsoletas ni que el tipo de propiedad que tenemos sea obsoleto. El problema es cómo le vol- vemos a dar un sentido social, es decir, que si se necesita capital para el campo está bien, pero necesitamo­s cuidar los recursos y sobre todo encontrar herramient­as para que sirva a los mexicanos”.

–¿Cuáles son las formas de defender la tierra?

–En el libro hablo de algunas vías jurídicas. Afortunada­mente las asambleas tienen muchísimo poder todavía, por eso me parece impor- tante que se estén informadas: una buena asamblea puede decidir el destino de las tierras. Atenco, por ejemplo, durante mucho tiempo se defendió vía la asamblea. Sin embargo, ahora para el gobierno es más fácil manipular las asambleas porque se ha perdido la mayoría y el comisariad­o está en manos de grupos de poder.

‘‘En la sierra, en la montaña de Guerrero, hay un consejo regional de autoridade­s agrarias en cuyas asambleas han acordado que no quieren minería, y como eso se encuentra en la legislació­n, la autoridad no puede romper esos acuerdos. Diría que esa es una parte muy importante que obviamente lleva la organizaci­ón y la informació­n de la gente. El amparo es otra vía de defensa. Lo que digo era que al derecho hay que ponerle un poco de fuerza organizada y social para que funcione.”

El libro El régimen de la propiedad agraria en México fue publicado por los centros de Orientació­n y Asesoría a Pueblos Indígenas y el de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, así como el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitari­o y Servicios para una Educación Alternativ­a, y puede descargars­e en www.lopezbarce­nas.org.

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