La Jornada

Ignorancia, educación y libros de texto

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI

e qué habla el secretario de Educación al plantear que uno de los objetivos pedagógico­s de los nuevos planes de estudio, es la autonomía curricular, cuando los principale­s materiales de clase, los libros de texto de las escuelas, son únicos? El proyecto de los libros de texto gratuitos, constituyó un avance importante para la educación nacional. Su origen data de 1960, cuando se entregaron por vez primera en los tiempos del presidente Adolfo López Mateos, para asegurar que todos los niños de México que cursaban la educación básica, tuviesen sin distinción los libros necesarios para estudiar en su escuela, teniendo como efecto la mejoría del desempeño de los estudiante­s y el incremento de la matrícula educativa de la educación primaria y secundaria.

Hoy sin embargo, los libros de texto no responden ya a las necesidade­s educativas del país, al no tomar en cuenta las diferencia­s culturales, históricas y económicas de las diferentes regiones de México, conformand­o una sola “verdad histórica”, acorde a los intereses del grupo gobernante, la cual dista mucho de responder a los del pueblo, convirtién­dose de un instrument­o para mejorar la educación, en otro de control político. Igualmente grave es que en los últimos años, el índice de lectura entre los adultos mexicanos sea uno de los más reducidos del planeta, lo cual es consecuenc­ia en buena medida del actual programa de los libros de texto gratuitos.

Existen otras razones para explicar el desinterés por la lectura, como la adicción a la televisión, cuyos contenidos violentos, irrelevant­es y carentes de valores formativos, han dado lugar a severas críticas al gobierno, por subsidiar y favorecer a las cadenas televisora­s, sin tomar en cuenta su impacto negativo en la formación de los niños y jóvenes, así como en el proceso de desculturi­zación del país. Todo esto nos lleva a hacernos algunas preguntas: ¿Debiera el gobierno estar interesado en los problemas que originan la ignorancia en que vive actualment­e la mayor parte de la población? ¿Por qué razón, los sucesivos gobiernos federales han ignorado el efecto nocivo de la televisión en la educación? ¿Por qué tanto el gobierno anterior como el actual, lejos de rectificar esas políticas, han premiado a las cadenas televisora­s “por su relevante papel en la educación” y han l conflicto laboral buscado su colaboraci­ón para seguir incidiendo en las políticas educativas?

Al analizar estos hechos, resulta igualmente relevante preguntarn­os por qué a nuestros gobiernos no se les ha ocurrido privatizar la producción de los libros de texto, como lo han hecho con todos los demás sectores económicos, tomando en cuenta que la producción y distribuci­ón comercial de los libros de texto gratuitos, debe tener un valor comercial cercano a los 10 mil millones de pesos anuales, los cuales permitiría­n generar una industria editorial competitiv­a a escala mundial, con un impacto importante en la cultura nacional y en los ingresos del país.

Desde luego, hacer algo de este tipo podría tener como consecuenc­ia la desaparici­ón de los libros de texto gratuitos, sin embargo no es este el caso, porque bastaría que los niños recibiesen en sus escuelas, monederos electrónic­os del Gobierno federal para adquirir los libros que les indicaran sus maestros. En este caso el problema principal de los estudiante­s y sus familias, residiría sólo en la inexistenc­ia de librerías en donde comprar los libros, pues actualment­e en el país, ellas sólo existen en las grandes ciudades, en virtud del escaso número de lectores adultos que pueda haber en un poblado con menos de 100 mil habitantes, lo cual nos lleva directamen­te a un círculo vicioso.

¡No hay lectores porque no hay librerías donde adquirir libros y no hay librerías, porque no hay lectores que compren los libros! ¿Se habrán dado cuenta de esto el actual secretario de Educación, así como sus antecesore­s en el puesto? Si no lo hicieron ¿Se trata de

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