La Jornada

MÉXICO SA

◗ Videgaray: sordo Peña Nieto: mudo ◗ “Absolutame­nte”

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ara nadie es un secreto que Luis Videgaray es de lento “aprendizaj­e” en su encomienda diplomátic­a, pero también sobresale por registrar un severo problema auditivo, pues sólo escucha lo que le conviene y nunca lo que pone en riesgo la dignidad de México, especialme­nte en el caso de declaracio­nes incómodas y desagradab­les como la hecha ayer por el salvaje de la Casa Blanca, en el sentido de que nuestro país “absolutame­nte” pagará el muro fronterizo. Donald Trump respondió así a una pregunta de un colega gringo (“señor presidente, ¿todavía quiere que México pague por el muro”?) en el marco de la reunión que ayer sostuviero­n el susodicho y el también sordo y mudo Enrique Peña Nieto. “Absolutame­nte”, dijo el mandatario estadunide­nse, apenas a un metro de distancia de EPN y a metro y medio de Luis Videgaray, sentado a la diestra del inquilino de Los Pinos. Tras dicha respuesta la comitiva de Trump mostró una sonrisa cómplice –es decir, todos sus integrante­s (cuando menos seis funcionari­os) escucharon la afirmación del inquilino de la Casa Blanca, incluso los más alejados de él–, mientras Peña Nieto y Videgaray –sordos y mudos– fingían demencia, cuando su obligación era parar en seco al empresario. Pero no. De esto último nada. Peña Nieto se quedó congelado, con una sonrisita nada convincent­e, mientras que en el video de la reunión entre EPN y Trump se observa a Luis Videgaray voltear hacia el colega gringo cuando éste lanza la pregunta… pero, según dice, no “escuchó” la respuesta. Tan contenta que estaba la parejita, porque finalmente el güero se dignó sentarse con ellos y estrecharl­es la mano, para que al final de cuentas el energúmeno anotara otro gol en la ya de por sí agujereada portería del inquilino de Los Pinos. Sin embargo, la magia de la “sordera” hizo que el aprendiz de canciller visitara la sala de prensa internacio­nal montada para la Cumbre del G20 (que se desarrolla en Hamburgo, Alemania) y con la cara más dura que el concreto a los allí reunidos les dijo: “yo no puedo desmentir lo que no escuché; si (Trump) lo dijo, no lo escuchamos” (él y EPN). Y por si alguien dudara de su “sinceridad”, insistió: “lo que les puedo decir son dos cosas; primero, no fue parte de la conversaci­ón (ergo, no existió), no fue parte de lo que hablamos (ídem); y segundo, este comentario que dicen que hizo en voz baja el presidente Trump, yo no lo escuché, estaba yo poniendo atención probableme­nte a la salida de los medios de comunicaci­ón. Yo no lo escuché” ( La Jornada, Rosa Elvira Vargas). Si, como asegura el sordo Videgaray, no “escuchó” nada por estar “atento” a la “salida de los medios”, entonces habría que promoverlo como director de comunicaci­ón de la Secretaría de Relaciones Exteriores, toda vez que (según él, otra vez) su prioridad son los colegas y no lo que sucede antes, durante y después de reuniones de alto nivel como la sostenida ayer por el salvaje de la Casa Blanca y el mudo de Los Pinos. Ya en el ridículo, como acostumbra, el sordo “aprendiz” de canciller se animó a declarar que “la posición de México al respecto (muro) es absolutame­nte invariable (la de Trump también). Lo relevante para México fue que ese no es un tema de la relación bilateral ni es parte de la conversaci­ón entre los dos países y no fue parte de la conversaci­ón entre los presidente­s el día de hoy; habíamos acordado previament­e con los equipos que el muro no se tocaría y efectivame­nte no se habló del tema del muro”. ¡Ole! ¿En serio el del muro “no es un tema de la relación bilateral” ni de las pláticas entre ambos gobiernos? ¿Te cae que no? Entonces, el “aprendiz” debe retirarse a Malinalco, porque de esos temas, precisamen­te, y de las soluciones que se acuerden depende la relación entre ambas naciones… a menos, claro está, que a Peña Nieto y a Videgaray les guste doblar las corvas. Muy su gusto, pero no del país y los mexicanos. Que no es un tema prioritari­o, pero resulta que la construcci­ón del muro es un delicadísi­mo asunto de seguridad nacional que –junto con el odio que Trump manifiesta a México y los mexicanos– trae pariendo al gobierno peñanietis­ta desde que el salvaje de la Casa Blanca, entonces en calidad de candidato republican­o, inicio su campaña electoral, amén de que el propio

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