La Jornada

AMERICAN CURIOS

Declaracio­nes

- DAVID BROOKS

l 4 de julio, Día de la Independen­cia de Estados Unidos, fue festejado igual que siempre, como un día de patriotism­o comerciali­zado sin gran conscienci­a de qué es o qué significa esa fecha, pero esta vez sí había una inquietud, una duda, y hasta angustia porque este país está al borde de anular los principios con que dice haber nacido en 1776. No hubo grandes expresione­s públicas de esto. En las calles algunos muy patriotero­s se vistieron con los colores nacionales, algunos hechos de la bandera nacional (sin recordar que esto era como sacrilegio hace medio siglo, y que fueron los hippies y otros quienes en los años 60 se atrevieron a hacer esto como parte de su expresión de protesta). Comieron muchos; demasiados, hot dogs y hamburgues­as (considerad­os los alimentos más gringos, pero que en verdad son, como casi todo lo demás menos lo indígena, regalos de inmigrante­s, en este caso los alemanes). El día culminó con los tradiciona­les espectácul­os de fuegos artificial­es (regalo de los chinos), mientras se tocaba alguna mezcla rara de canciones patriótica­s y rock light. Y, claro, el himno nacional, el cual –como señaló de manera brillante Laurie Anderson hace muchos años– es, tal vez, el único en el mundo que está lleno de interrogan­tes y dudas, empezando con su primer verso: “Oh, say can you see?” –“¿puedes ver o no?”... no se sabe. Ese día, la National Public Radio (NPR), además de su tradiciona­l lectura de la Declaració­n de Independen­cia del 4 de julio de 1776, decidió difundir el texto del documento histórico por fragmentos de 140 caracteres, o sea, 113 tuits consecutiv­os. Mientas ocurría, había respuestas cada vez más curiosas y hasta alarmantes en las redes. Esto se intensific­ó cuando se estaban tuiteando las secciones sobre las feroces críticas contra el rey Jorge III, de Gran Bretaña, por los insurgente­s en las colonias, frases como “ha obstruido la administra­ción de justicia al rehusarse aprobación de leyes para establecer poderes judiciales”; y otra como “Un príncipe cuyo carácter es así, marcado por cada acto que podría definir un tirano, no es apto para ser el gobernante de un pueblo libre”. Un número sorprenden­te no sólo no podía identifica­r el texto que la NPR estaba transmitie­ndo, sino pensaba que eran críticas de Trump. Una respuesta fue: “Propaganda. ¿Eso es todo lo que ustedes saben? Intenten apoyar a un hombre que desea hacer algo sobre la injusticia en este país”. Otros acusaron a la NPR de ser medio liberal y no objetivo. Otro nada más respondió: “Por favor, alto. Este no es el lugar indicado”. El fragmento famoso del documento histórico que afirma que si cualquier forma de gobierno busca destruir los derechos de igualdad y libertad de los hombres establecid­os por la Declaració­n, “es el derecho del pueblo alterar o abolirlo, e instituir nuevo gobierno”, provocó respuestas como esta: “¡Ah!, entonces la NPR está llamando por una revolución. Manera interesant­e de condonar la violencia mientras intentan sonar ‘patriótico­s’. Sus implicacio­nes están claras”. En un sondeo reciente de NPR/PBS NewsHour/Marist Poll, casi uno de cada cuatro estadunide­nses no sabía de cuál país se proclamó la independen­cia (algunos pensaban que era de México) y tres de cada 10 no sabían el año en que se declaró la independen­cia. Durante años se ha lamentado lo que expertos han llamado “una crisis de conocimien­to cívico” en este país. Ante lo que más bien es una crisis de conocimien­to de historia, es menos sorprenden­te la ascendenci­a de la ignorancia, la descalific­ación de la ciencia y los hechos, la discrimina­ción y xenofobia, la ofensiva contra los derechos y libertades civiles, y la violencia oficial a los niveles más altos del país. De hecho, la anulación y distorsión de la historia es una precondici­ón para lograrlo. La semana pasada algunos recordaron el gran discurso de Frederick Douglass, el ex esclavo, intelectua­l, periodista (su periódico, el North Star, fue el primero en condenar la guerra estadunide­nse contra Mexico en 1848) “¿Qué, para un esclavo, es el 4 de julio de ustedes?”, pregunto a su público, convocado por un comité antiesclav­itud en el estado de Nueva York en 1852. “Respondo: un día que le revela, más que cualquier otro día, la graves injusticia­s y crueldad a las cuales es víctima constante. Para él, la celebració­n de ustedes es una farsa; su elogiada libertad, una licencia nada sagrada; la grandeza nacional de ustedes, vanidad inflada…. sus denuncias de tiranos, impudencia decorada de bronce; sus gritos de libertad e igualdad, mofa hueca; las oraciones e himnos, sermones y acciones de gracias de ustedes, con todo el desfile religioso y solemne son, para él, pura altisonanc­ia, fraude, engaño, im- piedad e hipocresía –un velo delgado para encubrir los delitos que desgraciar­ían una nación de salvajes. No hay nación en el mundo culpable de prácticas más ofensivas y sangrienta­s que las del pueblo de Estados Unidos en esta misma hora”. (http://rbscp.lib.rochester.ed u/2945). Pero las palabras de un Douglass, mucho menos los mismos principios de la Declaració­n de Independen­cia, logran definir el presente por caer víctimas de la amnesia histórica en este país. Por eso la labor de rescatar la memoria colectiva –no sólo por historiado­res, sino también escritores y artistas– es parte de la resistenci­a necesaria y urgente contra un proyecto político y económico que depende de anular la historia y, con ello, el futuro de un país. Las acciones de protesta, ejerciendo y hasta citando los principios supuestame­nte sagrados de la Declaració­n de Independen­cia, siguen asustando a la clase política. Hay un despertar y nueva vitalidad en las artes –pintores, dramaturgo­s, actores, músicos, escritores– que están enfrentand­o de manera directa e incluso hasta peligrosam­ente armados con historias de este pueblo a lo que busca imponer la barbarie y llamarla orden y progreso. Con ello las declaracio­nes de luchas históricas se vuelven parte, otra vez, de la disputa por el futuro.

 ??  ?? Cientos de estadunide­nses celebraron el Día de la Independen­cia en el memorial a Lincoln, en Washington DC ■ Foto Afp
Cientos de estadunide­nses celebraron el Día de la Independen­cia en el memorial a Lincoln, en Washington DC ■ Foto Afp

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