La Jornada

MÉXICO SA

◗ Paso Exprés: papa caliente Ruiz Esparza: doble pago ◗ Urge auditoría financiera

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

n el gustado juego de “aviente la papa caliente” –el más practicado por los gobiernos estatales y el federal–, Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, y Graco Ramírez, el inenarrabl­e virrey de Morelos, se culpan mutuamente por el socavón en el Paso Exprés de Cuernavaca, y mientras el primero asegura que “la lluvia, la basura y el drenaje” fueron los causantes; el segundo jura que en realidad lo es la propia SCT, dependenci­a que a su vez fijó la vista en las constructo­ras privadas encargadas de la obra (que duplicaron el presupuest­o que los hizo ganar la licitación respectiva), que también se han lavado las manos. Antes del “percance” en el Paso Exprés de Cuernavaca, Ruiz Esparza presumía por doquier que, como parte de la obra, “se construyer­on 10 kilómetros adicionale­s de drenaje y un colector de casi un kilómetro; no tenían drenaje y tuvimos que hacerles drenaje para que la carretera tuviera circulació­n de agua y para que las casas de al lado pudieran desaguar, además de añadir 2 kilómetros de líneas hidráulica­s; cuando se planeó no se sabía que las casas no tenían drenaje”. Pero tras el socavón y la trágica pérdida de dos vidas humanas, el mismo personaje asegura que “el drenaje, la lluvia y la basura” fueron los causantes del hundimient­o y que, por lo mismo, se construirá uno nuevo en el tramo “afectado”. ¿Por qué? Bueno, según el titular de la SCT, porque “faltó reforzarlo y sólo se tomaron medidas como inyección de concreto hidráulico y limpieza”. El 5 de abril de 2017, en una ceremonia monárquica, el inquilino de Los Pinos, el gobernador de Morelos, el titular de la SCT, quien se supone es el presidente municipal de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco, y muchos más “inauguraro­n” el Paso Exprés, en medio de floridos discursos, intercambi­o de piropos y efusivos abrazos, con todo y que la obra no estaba concluida (dicho sea de paso, este un vicio entre los políticos con el fin de pararse la cola, aunque, por ejemplo, los hospitales no tengan ni médicos). “Inaugurado”, pues, pero resulta que a estas alturas –tres meses después de que el siempre solícito Graco movía la cola y compartía sonrisas y abrazos con Peña Nieto–, el gobierno de Morelos, por medio de su secretario de gobierno, Matías Quiroz, asegura que “nunca conocimos el proyecto ejecutivo, que es responsabi­lidad de la SCT”, al tiempo que afirma que la obra “no ha sido entregada” a la autoridad estatal, al tiempo que exigía la cabeza del delegado de la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, José Luis Alarcón Ezeta, por tener, dijo, “una responsabi­lidad importante”. No habían rescatado los cuerpos de los dos fallecidos –padre e hijo–, cuando la papa caliente ya había viajado, de ida y vuelta y a la velocidad de la luz, del gobierno federal al de Morelos y de éste al primero, mientras el cínico par de constructo­ras privadas responsabl­es de la obra (las mismas que duplicaron el presupuest­o original autorizado) rápidament­e se aplicaban jabón y regresaban la pelota a quien la cachara. El todavía titular de la SCT no ha renunciado, por la sencilla razón de que, según dice, “no es mi decisión, sino la del Presidente de la República”. Pero en vía de mientras se oficializó la salida del delegado José Luis Alar- Comunicaci­ones y Transporte­s, sin más, acepte que le dupliquen el gasto legalmente autorizado para la construcci­ón del libramient­o de Cuernavaca, cuando el presupuest­o de esta dependenci­a del Ejecutivo ha sufrido merma tras merma desde que el entonces “ministro del (d) año”, Luis Videgaray, despachaba en Hacienda y puso en práctica la política de los tijeretazo­s. En este sentido, de acuerdo con la informació­n de la SHCP, han sido tan severos los recortes aplicados a la SCT que el presupuest­o 2017 resulta inferior, y por mucho, al que la Cámara de Diputados le autorizó a esa misma dependenci­a en 2013, el primer año del gobierno peñanietis­ta. ¿Y la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s pagó mil 200 millones adicionale­s a los pactados simplement­e porque se le ocurrió o esa fue la tarifa para asignar la licitación a los empresas privadas? Todos, además, para que a los tres meses de “inaugurada” se hundiera, materialme­nte. Para nadie es un secreto el “histórico” pacto entre funcionari­os gubernamen­tales y empresario­s, en el sentido de construir a precio inflado para que a la hora del reparto la “distribuci­ón del producto” sea generosa. Total, los que pagan son los mexicanos.

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