La Jornada

Denuncian violento desalojo de la planta de Pepsico en Buenos Aires

- AFP, SPUTNIK Y DPA SAO PAULO. BUENOS AIRES.

El ex presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) atribuyó su condena de casi 10 años de cárcel a una “cacería” judicial que está “destruyend­o la democracia” y proclamó este jueves su intención de presentars­e a las elecciones de 2018.

“Me van a tener que soportar mucho tiempo”, afirmó en la sede del Partido de los Trabajador­es (PT), al que pidió ser su candidato para la próxima contienda presidenci­al.

“Si alguien quiere sacarme con esa sentencia, tiene que saber que sigo en el juego”, aseguró el carismátic­o líder, un día después de que Sergio Moro, el juez de primera instancia encargado de la operación anticorrup­ción Lavado rápido, hiciera pública su sentencia de nueve años y medio de cárcel e inhabilita­ra a Lula por 19 años para asumir cargos públicos.

La acusación afirma que Lula es propietari­o de un apartament­o en el balneario de Guarujá ofrecido por la constructo­ra OAS a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.

En una rueda de prensa, el ex presidente negó las acusacione­s y se consideró víctima de una “cacería” judicial, comentó que ya esperaba la sentencia desde hace tiempo debido a que el juez es “parcial”, y reafirmó que no tirará la toalla.

“A partir de ahora, voy a reivindica­r del PT el derecho de postularme a la candidatur­a de 2018”, declaró ante simpatizan­tes que corearon “¡Brasil, urgente, Lula presidente!”

El ex mandatario, favorito en todas las encuestas actuales, acusó al juez Moro, a los fiscales de “Era un verdadero ejército avanzando y golpeando”, fue la descripció­n de Camilo Mones, uno de los delegados de los 600 trabajador­es despedidos de la empresa trasnacion­al Pepsico, sobre la brutal represión a manos de policías de la provincia de Buenos Aires y de la Gendarmerí­a. Con golpes, balas de goma, gas pimienta y gases lacrimógen­os los uniformado­s desalojaro­n de la planta a los trabajador­es, con un saldo de decenas de heridos y unos 10 detenidos.

La represión contra las manifestac­iones sociales y la militariza­ción alrededor de las fábricas que están despidiend­o trabajador­es masivament­e, amparados por los ministerio­s de Seguridad, Trabajo y el gobierno de la dere- la operación Lavado rápido y a los grandes medios de comunicaci­ón de repetir constantem­ente las mismas “mentiras” para manipular a la opinión pública.

Según el ex presidente su condena responde a una estrate- chista alianza Cambiemos, se intensific­a cada día en todo el país.

Las autoridade­s culparon del desalojo a los trabajador­es que acampaban afuera y dentro de la planta de Pepsico para cuidar que no se desmantela­ra. Entre los testigos del violento hecho figuran diputados, abogados y periodista­s. Estos últimos tienen prohibido trabajar cuando las fuerzas de seguridad reprimen, “lo que viola la libertad de prensa”, como advirtiero­n reporteros y camarógraf­os golpeados por la policía.

Los despedidos pedían dialo- gia para destruir al PT, que en 2016 cerró un ciclo de 13 años de gobierno cuando su sucesora y ahijada política, la ex presidenta Dilma Rousseff, fue destituida por el Congreso acusada de manipular las cuentas públicas y fue gar, tanto con el Ministerio del Trabajo, como con la gobernador­a de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. La respuesta fue el envío de un verdadero ejército. “Parece que se quieren llevar un muerto antes de octubre”(fecha de las elecciones legislativ­as) sostuvo Mones.

“La responsabi­lidad política es de Vidal y Macri”, agregó y añadió que esto “parecía una guerra” en diálogo con radio 10. “No hubo un muerto de casualidad nos tiraban gases y balas de goma a nosotros que estábamos en el techo”, dijo otro delegado y remplazada en la presidenci­a por el conservado­r, Michel Temer.

Vestido con su habitual camisa roja del PT, Lula volvió a demostrar que mantiene la energía e ironía de siempre.

Hablando de sí mismo en ter- añadió: “Esto nunca lo vi, ahora lo viví y en democracia”.

La empresa les ofreció una indemnizac­ión, pero ya en los años 90 los trabajador­es entendiero­n que el dinero se evapora y más aún en momentos de una crisis verdaderam­ente grave que oculta el gobierno en que se calcula que siete fábricas grandes y pequeñas cierran por día en el país.

La Confederac­ión General del Trabajo anunció que llevará un documento al gobierno para denunciar el hecho de que haya cuatro sindicatos intervenid­os ilegalment­e. cera persona, el ex dirigente sindical que enfrentó a la dictadura militar (1964-85) y colocó a Brasil en el mapa al lograr sacar a 30 millones de la pobreza, declaró:

“Lula, con 71 años, cerca de cumplir 72, está decidido a pelear de la misma forma que cuando tenía 30.”

El ex presidente, que enfrenta otras cuatro causas penales, puede apelar de la sentencia en libertad y sólo vería impedida su candidatur­a si fuera condenado en segunda instancia.

Por otra parte, una comisión de la Cámara baja rechazó el jueves que el Supremo Tribunal Federal juzgue al presidente brasileño Michel Temer, acusado de actos de corrupción, aunque el informe debe ser votado aún en el pleno de la Cámara de Diputados.

En la Comisión de Constituci­ón, Justicia y Ciudadanía, la posición favorable al gobierno obtuvo 40 votos contra 25 que querían encaminar a la corte la denuncia formulada por el fiscal general.

El voto no es vinculante, por lo que el pleno de la Cámara debe tomar la decisión. Según la ley brasileña, dos tercios de los 513 miembros de la Cámara baja deben aprobar la acusación contra Temer para que pase al Supremo.

 ??  ?? La presidenta del Partido del Trabajo, senadora Gleisi Hoffmann, limpia el sudor de la cara del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva ■ Foto Ap
La presidenta del Partido del Trabajo, senadora Gleisi Hoffmann, limpia el sudor de la cara del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva ■ Foto Ap

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico