INEPTITUD DE RESCATISTAS
Cuando ocurrió el temblor de 1985, el entonces presidente Miguel de la Madrid rechazó la oportuna oferta del gobierno francés de enviar un avión con rescatistas y perros especializados. Sólo 48 horas después autorizó su aterrizaje y el equipo francés dirigió operaciones que valientes compatriotas siguieron rigurosamente salvando todavía muchas vidas. Evidentemente, los rescatistas de hoy día no recibieron las lecciones aprendidas por sus mayores, de otro modo, los que llegaron al socavón no se habrían aproximado con vehículos pesados, sino a pie, amarrados con cables y poleas a vehículos distantes, para descender en el fatal agujero armados de botiquines de primeros auxilios y cuerdas para sacar a los heridos a la superficie. Éstos habrían sido trasladados en ambulancias a hospitales y tal vez no tendríamos ninguna víctima mortal que lamentar por este “accidente”.
Sólo la ineptitud de los enviados al rescate y la corrupción de los encargados de formar a los rescatistas explican que las operaciones hayan llegado con tal retraso y de tal manera que hundieron las orillas del socavón echando sobre los heridos toneladas de materia. Primero salvar vidas, después averiguar las causas del accidente y las responsabilidades. Pero en un país acostumbrado a las diarias muertes por violencia, esta máxima parece estúpida.