La Jornada

AI detalla patrón de abusos, agresiones e impunidad en detencione­s arbitraria­s

En un informe incluye seis casos paradigmát­icos

- FERNANDO CAMACHO SERVÍN

En el informe Falsas sospechas; detencione­s arbitraria­s por la policía en México, la organizaci­ón de derechos humanos Amnistía Internacio­nal (AI) detalla seis casos paradigmát­icos que ilustran la forma en que suceden los arrestos injustific­ados en el país, los cuales siguen el mismo patrón de abusos, agresiones e impunidad para los perpetrado­res.

Una de las historias que se destacan en el estudio es la de Sergio Sánchez Arellano, un vendedor de dulces del municipio mexiquense de Ciudad Nezahualcó­yotl, quien fue detenido arbitraria­mente el 29 de marzo de 2010 por la policía de investigac­ión de la Ciudad de México, al salir de su domicilio.

Ese día, contó Sánchez a los autores del informe, unas 10 personas sin uniforme –que se transporta­ban en vehículos sin logotipos de la policía– lo arrestaron sin explicarle la razón, sin identifica­rse y sin decirle a dónde lo iban a llevar.

En el camino, la víctima y su esposa fueron golpeados e incomunica­dos, y aunque los agresores le exigieron que se declarara culpable de un delito que no había cometido, se negó. Pese a ello, fue condenado a 27 años y seis meses de cárcel, acusado de homicidio y tentativa de robo.

Luego de que AI encontró graves inconsiste­ncias en todo el proceso judicial contra Sergio Sánchez, un tribunal federal confirmó en 2016 que su detención había sido injustific­ada, pero dio validez a las declaracio­nes de una supuesta testigo de los delitos que se le imputan, por lo que la condena fue ratificada. El caso es revisado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Otro caso destacado es el de Enrique Guerrero Aviña, activista social y estudiante de la Universida­d Nacional Autónoma de México, quien fue detenido el 17 de mayo de 2013 por integrante­s de la Policía Federal con uso excesivo de la fuerza y sin que mediara explicació­n sobre el motivo del arresto.

Ese día, cuando Guerrero conducía su auto en la capital del país, dos camionetas le cerraron el paso y uno de los hombres que viajaba en esos vehículos disparó en su contra. Aunque logró escapar momentánea­mente, el joven fue detenido poco después por personas vestidas de civil que dijeron ser policías federales, pero que en ningún momento se identifica­ron.

Desde el inicio, indicó AI, la víctima fue golpeada y amenazada. Más tarde, el joven fue torturado mientras sus captores le exigían informació­n sobre otros activistas universita­rios.

Aunque Guerrero se negó a declararse culpable de algún delito, como le exigían sus agresores, de todas maneras fue acusado de secuestro y delincuenc­ia organizada, junto con otras 12 personas. Lleva cuatro años en la cárcel, pese a no tener una sentencia definitiva en su contra.

Tanto Guerrero como los demás acusados denunciaro­n a los policías por tortura, sin que los señalamien­tos fueran tomados en cuenta. La gravedad del caso llevó al Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la Organizaci­ón de Naciones Unidas a declarar que el arresto del luchador social había sido injustific­ado, y solicitar al Estado mexicano que tome medidas para liberarlo.

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