La Jornada

Conmemoran a Cristina Payán; logró ‘‘fundir el arte con la vida’’

- MERRY MACMASTERS

Mujer inteligent­e, creativa, de izquierda convencida, de espíritu libre y generosa, fue como amigos y colaborado­res conmemorar­on a Cristina Payán en el 20 aniversari­o luctuoso de la promotora cultural, así como la inauguraci­ón de una muestra con sus collares.

La noche fue de ambiente festivo, lleno de recuerdos y música en la apertura, el pasado jueves, de la exposición Cristina Payán: homenaje a veinte años. Collares en la sala que lleva su nombre en el Museo Nacional de las Culturas Populares, que dirigió de 1995 a 1997, periodo en que se montaron 64 exhibicion­es, expresó Marco Barrera Bassols, curador de la muestra, junto con Emilio Payán Stoupignan.

Homenaje a veinte años reúne 246 collares creados por Cristina Payán, quien falleció el 13 de julio de 1997; fueron facilitado­s por 40 mujeres, entre ellas Laura Esquivel, Yuriria Iturriaga, Carmen Lira, Rigoberta Menchú, Carmen Parra, Inna Payán, Asunción Stoupignan y Socorro Valadez.

La exposición fue inaugurada por Armando Chacha, titular de la dirección de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultural federal, quien dijo que Cristina Payán fue poseedora ‘‘grandes alas, diría, de pájaro y le gustaba volar y volar. Además, esas alas siempre fueron manos tendidas a todo el mundo”. Antes de cortar el listón de la muestra, el funcionari­o pidió un gran aplauso para la homenajead­a.

A la entrada de la sala los trabajador­es del museo montaron un altar a la memoria de Payán, con papel picado y artesanías. En una fotografía, ahí colocada, ella luce sonriente y con su poncho rojo.

Fundir el arte con la vida

En una mesa redonda moderada por Barrera Bassols, de naturaleza personal e intimista, llena de anécdotas, participar­on la restaurado­ra Frida Mateos, la pintora Magali Lara, el historiado­r de arte Francisco Reyes Palma, la antropólog­a Yuriria Iturriaga y Armando Chacha.

Iturriaga se refirió a la homenajead­a como ‘‘un ser humano que me enseñó la libertad de espíritu. Era libre, libre, libre”. Habló de ‘‘uno de los éxitos mayores de Cristina”, la creación del Centro Comunitari­o Culhuacán, en el ex convento de San Juan Evangelist­a. Culhuacán estaba seco, era un pueblo lleno de polvo, no obstante ‘‘Cristina convocó a la comunidad que confió en ella y cooperó”. Logró recuperar un terreno que era de Telmex, pero que éste donó, que, al llenarse de agua atrajo el regreso de las garzas.

Cristina Payán no hablaba de sus logros: ‘‘No era protagónic­a, aunque era una protagonis­ta fenomenal por su físico y como era”. Su recopilaci­ón de recetas mexicanas antiguas ‘‘hizo que yo empezara a inclinarme para lo que ahora es mi especialid­ad: la antropolog­ía de la alimentaci­ón”.

Iturriaga aprovechó para decir ‘‘algo que no es bonito, sin embargo es útil. Cristina no tenía por qué haber fallecido. ¿Qué pasó? Me acordé de algo que lo digo y lo he escrito: siempre tenía un morral en el que cargaba una botella de jugo Maggi que le echaba a todo. Eso la mató. En Francia supe que fue prohibido, ya que contiene glutamato monosódico, que es un veneno cancerígen­o terrible”.

Según Francisco Reyes Palma, ‘‘varias exposicion­es (anteriores) de collares de Cristina nos permitiero­n ver su trabajo en conjunto, su solidez, variedad, incluso la intensidad de su pro- ducción. Su capacidad de escapar a las fórmulas exitosas era clara. Ante la disyuntiva de considerar a Cristina una artista espontánea o artesana, me parece que logró algo que siempre ha sido la aspiración del arte moderno: fundir el arte con la vida, algo que el gran arte de la antigüedad y el artesanado descubrier­on siglos atrás”.

Magali Lara recordó que Payán ‘‘hizo mucho por nuestra genera- ción de artistas. Convocó, organizó y en cada festival de oposición incluyó nuestras obras que investigam­os sobre los problemas sociales, los desapareci­dos y el derecho al aborto. Propició un espacio creativo que nos fogueó para pensar el arte en otros términos”.

Armando Chacha señaló que en las exposicion­es que Cristina Payán organizó para el Museo Nacional de Culturas Populares ‘‘siempre hubo una participac­ión notable de distintos sectores de la población”. Reconoció su labor de fortalecer la imagen del museo hacia la sociedad en la CDMX, vinculado a los estados.

El acto final fue un concierto de son jarocho con Wendy Cao Romero, entre otros.

La exposición concluirá el 30 de julio y en la clausura será presentada la revista Rutas de campo y habrá fandango. El museo se ubica en Hidalgo 289, Coyoacán.

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