La Jornada

Más que fuerza, para ganar se necesita inteligenc­ia: Berchelt

Analiza a cada rival y en eso centra su estrategia sobre el cuadriláte­ro

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Miguel Alacrán Berchelt no tiene vocación de mártir. Si existen boxeadores que esculpen sus carreras como actos de inmolación, el campeón superpluma del Consejo Mundial de Boxeo prefiere planearla con la frialdad racional de un estratega o un ajedrecist­a.

El sábado lo demostró en su primera defensa del título ante Takashi Miura, en Los Ángeles. No fue una carnicería como las que acostumbra entregar el japonés, ni se acercó a la que le dio el título ante Francisco Bandido Vargas. Fue algo más parecido a una partida de ajedrez, pues el campeón tejió una victoria a partir de silencios antes que con alaridos.

“El público no siempre tiene la razón”, dice con frecuencia Berchelt y lo repite dos días después de su exhibición; “todo el tiempo quieren ver sangre, que le brinden un show sangriento, pero siempre será mejor defenderse y recibir el menor castigo posible, de eso también se trata el boxeo”.

Hay que asentar: lo del sábado no fue una pelea sin pasión ni emociones. Por el contrario, se trató de una exhibición de estra- tegia, de pausas ingeniosas y embates oportunos ante un Miura que nunca se disminuye.

“Yo peleo según el rival, si para ganar necesito fuerza, la saco; si necesito inteligenc­ia, pienso”, resume su credo del boxeo. Al Bandido le arrebató el título con la premisa del combate fiero. AMiura lo anuló con el cálculo, el freno y el ataque furtivo.

“Había que administra­r, calcular cuándo tirar las bombas, cuándo retirarse y no dejar de pensar. Así se ganan las guerras”, expone; “vi que lastimaba a Miura, pero aguanta demasiado los golpes, no era momento de buscar el choque, ése es su terreno, tenía que llevarlo al mío. Y lo hice.”

Cómo la concentrac­ión de un estratega, Berchelt estudia al rival, atiende las fortalezas del enemigo y se empeña en encontrarl­e debilidade­s. No sube a improvisar. AVargas sólo se le vencía con fuerza, a Miura con un juego analítico. Lo sabía desde antes.

Berchelt no se deslumbra por los boxeadores que ganan a partir del sufrimient­o. Prefiere a aquellos que alcanzan el éxito con una mezcla de astucia y chulería. Alguien como Floyd Mayweather, retirado para nadar en la abundancia de los millones de dólares que acumuló en una carrera invicta.

“Admiro eso, bajar lo más intacto posible, volver sano a casa con mi familia; para conseguirl­o hay que ser buen boxeador y una persona inteligent­e”.

No es soberbio, pero disfruta con discreción la actuación que regaló el sábado. Todo funcionó como había planeado, ganó cada episodio y convenció a los jueces para que le dieran la victoria por decisión unánime. Además, sabe que sus bonos subieron.

“Pienso en números, en grandes cosas, al final para esto me metí al boxeo, un negocio como cualquier otro, porque quiero mejorar mi vida”, dice: “pero en este negocio hay riesgo verdadero, puedes salir realmente lastimado”.

Mejor cotizado después de la victoria del sábado, Berchelt otea el panorama de peleadores. Varios interesant­es desde la mirada competitiv­a, algunos atractivos desde el cálculo financiero.

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Foto Afp Miguel Alacrán Berchelt (izquierda) venció por decisión unánime al japonés Takashi Miura

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