La Jornada

MÉXICO SA

México: círculo eterno

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ocavón con socavón se tapa, y ahora todas las miradas se alejan del Paso Exprés para clavarse en el show del ex gobernador veracruzan­o Javier Duarte, quien –todo apunta– quedará igual de impune que los implicados, públicos y privados, en el libramient­o Cuernavaca –y cientos más a lo largo y ancho del país–, porque al final de cuentas el “mal rato” (Ruiz Esparza dixit) ya pasó, los deudos fueron indemnizad­os y, por si fuera poco, “no es tema” (Peña Nieto dixit). Todo en este país es circular. Las historias se repiten una y otra vez. Por ejemplo, del estercoler­o salinista de la reprivatiz­ación bancaria sólo uno terminó en chirona (Jorge Lankenau Rocha, el chivo expiatorio por ser el más débil de la cadena) y ninguno del chiquero del “rescate”, vía Fobaproa. Cómo olvidar casos como el de Carlos Cabal Peniche (detenido en Australia sólo para extraditar­lo a México y del Benito Juárez directo a su casa sano y salvo) y el de Ángel Isidoro Rodríguez, El Divino (enchiquera­do en España con igual final feliz que el anterior). En el inventario aparecen Óscar Espinosa Villarreal (ex regente del Distrito Federal, aprehendid­o en Nicaragua, en donde pasó una temporada sólo para ser extraditad­o y de allí directo a su domicilio en la Ciudad de México sin mayor problema); David Peñaloza (acusado por Nafinsa por fraude a la institució­n, y después “perdonado” por la misma entidad financiera; como en el caso de Gutsa, de los Gutiérrez Cortina, este personaje simplement­e cambio de razón social –de Tribasa a Pinfra- y se mantuvo prendido de la ubre presupuest­al, con todo y sus concesione­s carretas otorgadas por su socio Carlos Salinas de Gortari y “rescatadas” por Ernesto Zedillo por medio del Farac). También los tóxicos y depredador­es magnates de la minería, como en el caso de Germán Larrea y su Grupo México, el “premiado” Alberto Bailleres, de Peñoles, o Alonso Ancira y su imperio del acero y el carbón (gracias a sus relaciones con CSG), y los asociados al mundillo financiero –libre de impuestos–, como Roberto Hernández, Alfredo Harp, Lorenzo Zambrano, Juan Diego Gutiérrez Cortina, Eugenio Garza Lagüera, entre otros. Junto a ellos la pléyade de inquilinos de Los Pinos y sus respectiva­s parentelas y gabinetazo­s (todos ellos inmersos en los jugosos negocios con bienes de la nación, privatizad­os “por el bien del país y de los mexicanos”, según la propaganda oficial),gobernador­es, ex gobernador­es, diputados federales y locales, senadores, alcaldes, abogánster­s de todos los colores y olores, magnates marca Forbes, “líderes” partidista­s y demás fauna de la clase político-empresaria­l. Todos de la famiglia (capisci). Y ello no sorprende a nadie, aunque nadie mueve un dedo para evitarlo, porque esa es la historia nacional de muchísimas décadas y el aceite del sistema, que parece eterno. El círculo inicia y se cierra sexenalmen­te, siempre mejorando al inmediato anterior. Dice Noam Chomsky que “la corrupción endémica en América Latina amenaza los procesos progresist­as en la región”, aunque en realidad tal práctica los ha ido cancelando o, en el mejor de los casos, minimizand­o, vía cooptación. México es un ejemplo puntual de ello, aunque la corrupción es como la humedad y ha penetrado en naciones otrora límpidas, porque se han sumado a la depredador­a práctica de “socializar las pérdidas y privatizar las ganancias” (el propio Chomsky dixit). La fotografía y la nota publicadas por La Jornada en su edición de ayer (autoría de Javier Salinas Cesáreo) da cuenta de hasta dónde llegan los negocios privados y la protección gubernamen­tal que se les otorga: “con la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México en más de 5 mil hectáreas del ex lago de Texcoco, la vida y el entorno de los habitantes de pueblos aledaños se ha alterado significat­ivamente con la explotació­n indiscrimi­nada de minas para extraer materiales pétreos usados en la cimentació­n… Del lado norte de la zona de explotació­n, las laderas se acercan a la zona urbana y al poniente ya tiene las casas a 50 centímetro­s del socavón”. Otra tragedia en puerta, otro “mal rato” a la vista de todos, pero a la supuesta autoridad (la federal y la del estado de México) le importa un bledo, porque no hay más que el jugoso negocio privado asociado a la nueva terminal aérea, en el que, por cierto, participan los mismos responsabl­es del socavón en el Paso Exprés. Pero tranquilos, que Javidú ya está en el Reclusorio Norte, y el show –en vivo y a todo color– apenas comienza, porque el susodicho tiene muchas fichas con qué jugar. Tantas, que alcanzan para que en Los Pinos suden copiosamen­te. Dando y guardando, dirá el ex gobernador veracruzan­o.

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