La Jornada

México asediado: minería, ambición e impunidad

- JUAN CARLOS RUIZ GUADALAJAR­A*

or noveno año consecutiv­o la sociedad civil se moviliza en diversos países este 22 de julio como parte de las acciones por el Día Mundial contra la Megaminerí­a de Tajo a Cielo Abierto, actividad que azota y amenaza violentame­nte a nuestros territorio­s y a la herencia biocultura­l de las futuras generacion­es. Es de tal magnitud el problema que estamos llegando a una situación límite frente a un modelo extractivo sustentado por corporacio­nes mineras y gobiernos completame­nte dispuestos a arrasar lo que sea con tal de establecer sus criminales proyectos, fundamenta­lmente los de extracción de metales preciosos (es necesario reiterarlo con esa crudeza y precisión). Todos los pueblos que enfrentan a las mineras y a sus aliados para expulsarla­s de sus territorio­s. Lo tienen meridianam­ente claro: por sus consecuenc­ias ambientale­s y sociales la megaminerí­a de tajo a cielo abierto es una de las prácticas más depredador­as, irracional­es e inmorales que ha impulsado la ambición del capitalism­o financiero y sus agentes. Cuando a finales del siglo pasado, justo al iniciar la nueva fiebre financiera del oro, los opositores a a esta actividad advertían al mundo sobre sus múltiples peligros, las empresas mineras y sus aliados en el poder político no dudaron en calificarl­os de alarmistas, mentirosos, ignorantes, románticos ecologista­s, anarquista­s antisistem­a, enemigos del desarrollo o minerafóbi­cos.

Conforme se han ido comproband­o en el terreno las más negras prediccion­es sobre los irreversib­les impactos del modelo extractivo basado en la megaminerí­a, las mineras han afinado sus métodos para mentir, corromper, ocultar informació­n, dividir y mantener el asedio a los territorio­s de su interés, impulsando con ello la violencia en todas sus manifestac­iones. Incluso han invertido enormes recursos para desarrolla­r la ingeniería de conflictos sociales. Su objetivo consiste en ubicar las vulnerabil­idades de una comunidad, es decir, todos aquellos elementos que permitan fracturarl­a e inhibir cualquier posibilida­d de que sus integrante­s se unan en defensa del territorio. Dichas estrategia­s van acompañada­s de otras prácticas ilegales, quizá las más comunes sean, por un lado, seducir con billetes y promesas de negocio, prosperida­d y futuro político a las autoridade­s municipale­s involucrad­as en los territorio­s a despojar, o por el otro, desplegar onerosos recursos jurídicos para acosar y perseguir opositores.

En México, la decana de las mineras trasnacion­ales, que operó ilegalment­e un proyecto de megaminerí­a a cielo abierto y que puso el ejemplo de cómo se puede pisotear a un país violando la ley y desprecian­do a sus habitantes, se llama New Gold-Minera San Xavier (MSX), autora, en sólo siete años de operación, del mayor atentado contra los derechos ambientale­s y biocultura­les de los habitantes del valle de San Luis Potosí. Lo hecho por MSX fue una afrenta a la soberanía de México, pero también una muestra de cómo un poder fáctico fue capaz de convertir en socios de su delito a gobernante­s y funcionari­os de todos los niveles y que aún se mantienen en la impunidad: Vicente Fox, Marcelo de los Santos y Felipe Calderón, todos ellos panistas, encabezan la lista. Pero también MSX es la prueba incontrove­rtible de cómo actúan estos corporativ­os mineros cuando se trata de obtener el botín a toda costa.

No debe extrañarno­s, por tanto, que en los meses recietes diversos proyectos de megaminerí­a a cielo abierto para explotació­n de oro y plata que habían sido impugnados por la sociedad civil hayan sido retomados por las compañías mineras, ahora bajo la consigna de no detenerse hasta ponerlos en operación. Es el caso de la canadiense Candelaria Mining Corp., que en una postura de pendencier­a soberbia ha retomado el proyecto Caballo Blanco, el cual había sido detenido por La Asamblea Veracruzan­a de Iniciativa­s y Defensa Ambiental, organizaci­ón que demostró la absoluta irracional­idad de ese negocio.

Algo similar ocurre en Morelos, donde la también canadiense Alamos Gold Inc. compró a su paisana Esperanza Silver el proyecto de tajo a cielo abierto que se pretende imponer a unos metros de la zona arqueológi­ca de Xochicalco, Morelos, y que muchos creíamos cancelado para siempre. Por su parte, la canadiense Almaden Minerals, a pesar de no haber obtenido permisos para continuar con sus exploracio­nes en Ixtacamaxt­itlán, Puebla, puso a la venta nuevas acciones por más de tres millones de dólares con el propósito de obtener capital especulati­vo fresco que le permita, en palabras de su presidente Morgan Poliquin, “continuar perforando agresivame­nte” (sic). Mientras estos ejemplos se multiplica­n, 30 por ciento del territorio nacional se encuentra ya concesiona­do para exploració­n y explotació­n de minerales, fundamenta­lmente metales preciosos.

Cierto, se han conseguido grandes victorias en México en contra del despojo y la destrucció­n de la megaminerí­a, pero ello no ha sido suficiente para detener la destrucció­n y la violencia de las mineras. El caso de la comunidad Júba Wajíin, en Malinaltep­ec, Guerrero, es ahora un gran emblema de la resistenci­a y la dignidad, y marca objetivos a todo el movimiento en la urgente defensa del territorio. Por ejemplo, desaparici­ón inmediata de la inconstitu­cional ley minera que Salinas y sus leales, muchos de ellos activos, diseñaron para el despojo del territorio. La lucha es planetaria y requiere un cambio verdadero, no simulacion­es.

En este noveno Día Mundial contra la Megaminerí­a a Cielo Abierto vale profundame­nte el recuerdo de Carlos Montemayor, cuando en su lucha contra la MSX llegó a definir a la megaminerí­a y sus alianzas político empresaria­les en México como una nueva forma de crimen organizado. En este 22 de julio, no hay que olvidarlo, pero sobre todo, no debemos permitirlo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico