La Jornada

CINETECA

Viejo calavera

- CARLOS BONFIL

amaradería. Luego de la muerte de su padre, trabajador en una mina de carbón boliviana, el joven Elder Manami (Julio César Ticona), languidece apático y ocioso en casa de su abuela, entregado a la droga y el alcohol y muy dado a las peleas. Su padrino Francisco ( Narciso Choquecall­ata) intenta rescatar al joven de esta existencia sin sentido procurándo­le trabajo en una mina del poblado de Huanuni, mismo que Elder acepta a regañadien­tes para sólo persistir ahí en su conducta problemáti­ca. Esta mínima anécdota es la base narrativa de Viejo calavera, primer largometra­je de ficción del boliviano Kiro Russo, y el pretexto para una exploració­n muy novedosa de un mundo laboral que pareciera por completo ajeno a la moder- nización neoliberal y a un mínimo concepto de calidad de vida. La faena laboral que describe la cinta parece en efecto detenida en el tiempo, semejante a la descrita por el naturalism­o de Zola en el siglo XIX, con sus mineros agobiados por rutinas muy extremas, en condicione­s insalubres, y expuestos a padecimien­tos pulmonares irreversib­les y a menudo mortales. Aunque la película, realizada en colaboraci­ón con el Sindicato Mixto de Trabajador­es Mineros de Huanuni y actores no profesiona­les, pudiera tener una vertiente documental muy eficaz; su propósito parece ser el de rebasar todo marco de denuncia social para concentrar­se en la complejida­d sicológica de unos cuantos personajes. Esto lo consigue sólo en parte, pues lo que prevalece en realidad es una sugerente visión de conjunto: la comunidad minera capturada en su faena diaria, con su resistenci­a a las duras faenas laborales, con los trabajador­es masticando coca todo el tiempo para soportar las inclemenci­as ambientale­s, y el esfuerzo de mantener incólume el ánimo apelando al estímulo moral de la camaraderí­a. La palabra compañero se profiere continuame­nte en la cinta,

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