LAS REBANADAS DEL PASTEL
El IDIC documenta que “sin inversión no hay crecimiento, y es claro que durante los pasados 35 años la inversión pública dejó de cumplir su parte. Ello dejó la responsabilidad en el sector privado”, el cual, tampoco llenó el espacio pero sí incumplió la expectativa. El problema, anota el citado instituto, es que “el entorno macroeconómico no ha sido propicio (se supone que el TLCAN lo haría). Entre 1980 y 1989 la inversión privada no creció en términos reales, fruto de la década perdida. Si bien existió una recuperación durante los años 90 (aumento de 10 por ciento en promedio anual), la primera década del nuevo milenio mostró que ello no era sustentable, porque fueron flujos extraordinarios generados por la privatización, la apertura económica y la adopción de un modelo de exportaciones basado fuertemente en la maquila”. Entre 2000 y 2009 el crecimiento de la inversión privada fue solamente de 2.6 por ciento como promedio anual. “La crisis de 2009 (la del “catarrito” de Agustín Carstens), la competencia china y el agotamiento del modelo maquilador provocaron que la inversión perdiera fuerza.Si bien existió recuperación entre 2010 y 2012, cuando el promedio de incremento de la inversión privada se elevó a 7 por ciento, también debe recordarse que ello ocurrió al mismo tiempo que la parte pública disminuía 5.7 por ciento. Entonces, se requiere una nueva estrategia de política económica, pues la aplicada en los pasados 35 años no es suficiente”. El IDIC puntualiza que “la evolución del producto interno bruto (mexicano) se mantiene en niveles inferiores a los requeridos tanto para elevar el bienestar de la población como para mejorar la capacidad pro- Más allá de los notorios errores y excesos gubernamentales, lo de Venezuela apesta a la “estrategia” gringa utilizada por George Bush padre casi treinta años atrás en contra de Panamá, cuando en primera instancia (1988) desestabilizó a la nación istmeña, utilizó a la cúpula empresarial como punta delanza, formó y financió la denominada “Cruzada Civilista”, desabasteció al país, fracturó su de por sí frágil economía y cerró el sistema bancario. Pero fracasó la “jugada” político-económica, y por lo mismo ordenó la invasión en diciembre de 1989. ¿Qué tanto falta para que el salvaje de la Casa Blanca dé el siguiente paso?