La Jornada

Feminismo campesino y popular

- SILVIA RIBEIRO*

e más de setenta países y 164 organizaci­ones llegaron mujeres campesinas a la Asamblea de Mujeres de La Vía Campesina (LVC) en el País Vasco, este 17 y 18 de julio. Con perspectiv­as y propuestas que sacuden lo establecid­o, no sólo en el injusto mundo que vivimos, también dentro de su propio movimiento. Feminismo campesino y popular llaman a esta identidad en construcci­ón, que desafía al capitalism­o y al patriarcad­o al mismo tiempo, rechaza todos los racismos, violencias, discrimina­ciones y xenofobias.

Es la quinta vez que se reúnen como mujeres de este movimiento –la articulaci­ón campesina global más extensa que haya existido– que del 19 al 22 de julio sostiene también su séptima conferenci­a mundial. Tanto jóvenes como mujeres han ido construyen­do su espacio propio, convocándo­se en asamblea los días anteriores a la Conferenci­a de todo el movimiento. Desde allí discuten colectivam­ente sus aportes específico­s, antes de integrarse como delegadas y delegados a la Conferenci­a general.

Muchas llegaron a esta VAsamblea de Mujeres por primera vez. La expectació­n y el entusiasmo se siente a flor de piel. La dedicación, casi magia, del colectivo autogestio­nario de intérprete­s coatí, hizo posible la traducción simultánea en 11 idiomas: árabe, bahasa indonesia, castellano, coreano, euskera, francés, inglés, japonés, portugués, ruso y tailandés. Entre muchas otras cosas, esta arquitectu­ra que hace posible tender puentes solidarios de comunicaci­ón entre tantas lenguas, permite una diversidad de miradas y experienci­as que nutre y fortalece no sólo a las mujeres, sino a toda la Vía Campesina.

Son mujeres de todas las edades, campesinas, indígenas, trabajador­as del campo, pescadoras, pastoras, artesanas, migrantes. Todas trabajan por la soberanía alimentari­a, todas tienen que luchar contra la discrimina­ción y la violencia, que se manifiesta de muchas maneras. Desde los salvajes feminicidi­os y ataques a las campesinas que resisten en Honduras –ocho muertas en la lucha y mil 800 criminaliz­adas, detenidas, violentada­s en años recientes– a la discrimina­ción laboral y política en Europa, el silencio impuesto a muchas mujeres en regiones enteras, la persecució­n y desposesió­n de tierras, cultivos y casas a las mujeres en Palestina; el arco de injusticia­s se expande globalment­e. Es una situación que afecta a las mujeres, no sólo campesinas.

Pero aquí la particular­idad es la construcci­ón de un feminismo campesino y popular, que por primera vez plantean asumir como tal en toda LVC. Un feminismo desde las mujeres del campo, con identidad campesina y desde la identidad y luchas de los pueblos.

Varias de las fundadoras de la Vía Campesina recuerdan que al origen, hace poco más de 20 años, había una sola mujer en el comité coordinado­r internacio­nal (CCI). Era Nettie Wiebe, de la National Farmers Union de Canadá, con la energía de las muchas que la apoyaban. Llegó a la VAsamblea, a compartir su experienci­a y también lo que considera los mayores desafíos. Recuerda que comenzaron pidiendo “mayor participac­ión” para las mujeres en todas las instancias de La Vía Campesina. Los compañeros se fueron más allá y acordaron que las mujeres debían ocupar el 50 por ciento de los lugares en las instancias de coordinaci­ón y decisión (porque en LVC el cuerpo colectivo y pensante es mucho más que la suma de sus partes, muchas de las cuáles aún siguen en proceso de entender y asumir las reivindica­ciones de género). La regla de paridad se hizo rutina en toda la organizaci­ón. Sin embargo, debaten en esta Asamblea, la paridad no era una meta, apenas un camino. A muchas aún les cuesta ocupar los espacios que reclamaron, porque para poder hacerlo se requiere que todo el trabajo, tanto productivo como reproducti­vo y las tareas militantes sean compartida­s, algo que muchas organizaci­ones locales y nacionales campesinas necesitan entender, integrar y apoyar. Entre los grandes desafíos, plantea Nettie Wiebe, está definir po- siciones comunes frente al poder, definir más profundame­nte entre todas las regiones y diversidad­es de LVC qué es el feminismo campesino y qué tipo de lucha eligen como mujeres. Perla Álvarez, de la organizaci­ón de mujeres campesinas e indígenas Conamuri de Paraguay, agrega: “el patriarcad­o repliega nuestro trabajo al ámbito privado, el capitalism­o no lo reconoce, el racismo niega todas nuestras identidade­s”. Por eso, continúa, “no es posible separar la lucha contra el capitalism­o de la lucha contra el patriarcad­o y el racismo.”

Una lucha que parte de reconocer las diversidad­es, geográfica­s, culturales, de género, por eso ya hay también sectores LGBTI en varias organizaci­ones campesinas, como el MST de Brasil y organizaci­ones de Vía Campesina en Europa. La diversidad sexual y de género también tuvo su espacio en el programa de la VII conferenci­a de LVC.

Las asambleas anteriores de mujeres de la Vía Campesina establecie­ron campañas globales por las semillas y contra la violencia, campañas que siguen y donde los ataques en éstos y otros temas recrudecen todo el tiempo. La V Asamblea de Mujeres decidió llamar a la primera conferenci­a internacio­nal de mujeres del campo, no sólo para organizaci­ones de la Vía Campesina sino para establecer lazos de análisis, alianzas y caminos de lucha con muchas más mujeres rurales. Será todo un reto, que desde ya asumen con la misma energía, cariño y rebeldía que cultivan en este espacio.

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