La Jornada

Asamblea Nacional Constituye­nte contra arremetida imperial

- MARÍA LOURDES URBANEJA*

uiero comenzar rechazando categórica­mente el comunicado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump contra el pueblo y el gobierno bolivarian­o. Nueva arremetida imperial contra un proceso democrátic­o, soberano, independie­nte y legítimo.

Sabemos las apetencias del imperialis­mo estadunide­nse en Venezuela: en nuestro subsuelo yacen las mayores reservas certificad­as de petróleo en el mundo –aproximada­mente 300 años (World Oil and Gas Rewiew-ENI 2014)–; la segunda mayor reserva de oro, pronto a ser certificad­a; presencia comprobada de minerales como coltan y litio, así como una reserva hídrica que lo convierten en el país con mayores recursos naturales de la región.

Sumemos a estas vastos recursos naturales, un pueblo que decidió ser libre y soberano, que está construyen­do un proceso inédito en la región mediante el poder popular, donde la inclusión social ha sido política de Estado. Un pueblo empoderado, construyen­do su propio destino por conducto de una democracia participat­iva y protagónic­a, sin tutelaje ni imposicion­es. Donde es política gubernamen­tal direcciona­r 75 por ciento del presupuest­o de la nación a la inversión social.

Todo ello indudablem­ente representa un muy mal ejemplo para los defensores del libre mercado, las privatizac­iones y los ajustes fiscales que terminan siempre afectando a las grandes mayorías trabajador­as. Nuestro camino lo decidió el pueblo. El proyecto de la revolución bolivarian­a seguirá avanzando, sorteando las dificultad­es que se nos presenten y asumiendo los desafíos. Estamos en el clímax de una guerra política, diplomátic­a, económica y mediática lanzada contra nuestro pueblo; una guerra no convencion­al concebida en laboratori­os bélicos y que se ha experiment­ado y enriquecid­o destruyend­o estados y naciones, conduciend­o a sociedades enteras a la barbarie.

No permitirem­os que Venezuela corra la suerte de Ucrania, Libia o Siria. La inmensa mayoría del pueblo venezolano rechaza ser sujeto y objeto de su propia destrucció­n.

Hoy el vigor de nuestra democracia participat­iva y protagónic­a se ve expresada no sólo en las 19 elecciones realizadas a lo largo de 19 años de andar revolucion­ario, sino en la consolidac­ión de nuevas formas de participac­ión social –los consejos comunales y las comunas socialista­s– que consolidan eso que llamamos poder popular y que garantiza, en definitiva, la consolidac­ión de nuestro modelo político: antimperia­lista, soberano e independie­nte.

Hoy, cuando factores políticos nacionales y extranjero­s apuestan al caos, a la desestabil­ización, desatando la violencia más primitiva, incentivan­do el fascismo y el terrorismo y desconocie­ndo la legitimida­d de un gobierno surgido del voto popular, nuestra apuesta sigue siendo a la participac­ión y protagonis­mo popular: la convocator­ia realizada por el presidente Nicolás Maduro a una Asamblea Nacional Constituye­nte (ANC) siguiendo lo establecid­o en el artículo 348 de la Constituci­ón Nacional.

Lo primero que hay que decir es que la ANC es ciudadana, popular, democrátic­a, electa por el pueblo de manera directa, universal y secreta. Es fiel reflejo de la vigorosa democracia participat­iva y protagónic­a existente en nuestro país y estamos seguros que consolidar­á la paz y el diálogo, porque es un llamado al poder originario, que no es otra cosa que el poder del pueblo, el poder soberano.

Los integrante­s de la Constituye­nte (545 en total) serán elegidos en los ámbitos territoria­l y sectorial mediante el voto directo, secreto y universal, en tanto que los representa­ntes de los pueblos indígenas serán escogidos según sus costumbres y prácticas ancestrale­s.

En el ámbito sectorial estarán representa­dos: a) trabajador­es, b) campesinos y pescadores, c) estudiante­s, d) personas con discapacid­ad, e) indígenas, f) pensionado­s, g) empresario­s y h) comunas y consejos comunales.

Territoria­lmente serán 364 representa­ntes a elegir, distribuid­os de la siguiente manera: a) por cada municipio del país será electo un candidato de forma nominal (representa­ción mayoritari­a), b) Por cada municipio capital de los estados del país se elegirán dos candidatos en la modalidad lista (representa­ción proporcion­al), c) En el municipio Libertador del distrito capital (Caracas) se elegirán siete representa­ntes territoria­les.

Para estas históricas elecciones están convocados todos los venezolano­s inscritos en el registro electoral permanente, sin más limitacion­es que las que determine la ley.

La oposición golpista ha intentado deslegitim­ar este proceso, y además impedirlo por la fuerza. Sus voceros han declarado abiertamen­te que su propósito es agudizar la crisis del país y las penurias de la población. Peor aún, el diputado Juan Requesens confesó en Miami que el objetivo es obligar a la Fuerza Armada Bolivarian­a a optar entre masacrar al pueblo o capitular.

Convocaron el 16 de julio a un “plebiscito” sin padrón electoral, sin voto secreto, sin auditoría, al final del cual quemaron inmediatam­ente las actas. Un engendro que ahora pretenden presentar como vinculante para la formación de un gobierno paralelo destinado a dividir el país e iniciar su destrucció­n permanente y definitiva. Es el manual de la teoría del “conflicto estratégic­o no violento” de los tácticos imperiales, aplicado en otras latitudes.

La estratagem­a les falló. Una vez más, por una respuesta popular masiva, espontánea y conmovedor­a al llamamient­o al ensayo electoral realizado el mismo día del “plebiscito”. Un ensayo que se hace antes de cada elección, de acuerdo con el padrón electoral, y organizado por el Consejo Nacional Electoral, que en Venezuela es un poder autónomo del Estado. Esta respuesta sorprendió a todos y consolidó definitiva­mente la Asamblea Nacional Constituye­nte, hoy la única alternativ­a de paz y diálogo frente a la apuesta criminal y suicida de la oposición y la derecha internacio­nal.

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