La Jornada

Trump, Polonia y las guerras de la historia

- MACIEK WISNIEWSKI* / I

i alguien (todavía) piensa que “la historia es sólo la cuestión del pasado” (por decirlo así...) y no una poderosa herramient­a para “organizar el presente”, la reciente visita de Trump a Varsovia (goo.gl/uYRbPv) y el caso de la derecha nacionalis­ta polaca deberían hacerlo reconsider­ar su postura:

a) fue esta visita y el discurso lleno de referencia­s históricas pronunciad­o frente al monumento al Alzamiento de Varsovia (1944) que reivindica­ndo en los ojos del partido gobernante Ley y Justicia (PiS) “todo en lo que creemos” lo alentó a pasar unas “reformas” judiciales (goo.gl/r8bPYr) para asegurarse el control sobre los cortes, un intento parcialmen­te frustrado (goo.gl/ tirLxz), pero que marca la lenta deriva de Polonia hacia el autoritari­smo;

b) fue la historia –o su hábil reinterpre­tación– que catapultó el PiS al poder en primer lugar.

Si bien se suele subrayar que PiS ganó las elecciones en 2015 (goo.gl/7ofbkf) entre otros gracias a la incansable promoción de una (alucinator­ia) tesis del “atentado de Smolensk” –el accidente aéreo en Rusia (2010) en que perecieron casi 100 personas, la mayoría altos funcionari­os del Estado, incluido Lech Kaczynski, el entonces presidente de Polonia y hermano gemelo de Jaroslaw, jefe de PiS, cuando se dirigían a las tumbas de los oficiales polacos apresados por Stalin durante la compartida con Hitler invasión al país (el pacto Ribbentrop-Molotov) y ejecutados en 1940 (Katyn)– organizado, supuestame­nte, por Putin (sic) y en conspiraci­ón con las “apátridas élites liberales polacas” (sic) –cuando durante el debate sobre el sistema judicial un parlamenta­rio opositor dijo que Lech, una vez ministro de Justicia, estaría en contra de los cambios actuales, Jaroslaw espetó “¡Vendepatri­as!” y “¡Ustedes lo mataron!” (sic) (goo.gl/Mi4Wht)–, algo que les pareció atractivo y creíble a mucha gente (“Lech era un ‘gran enemigo de Rusia’ y Rusia siempre nos quería subyugar, así que...”), la larga marcha de este partido al poder empezó mucho antes con el “trabajo orgánico” sobre la conscienci­a histórica y colectiva de los polacos.

Los historiado­res y publicista­s afines a PiS por años iban diseminand­o su “nueva política histórica” que seguía las coordenada­s básicas del revisionis­mo y la narrativa de “dos totalitari­smos” (véase: M. Haynes, J. Wolfreys (ed.), History and revolution. Refuting revisionis­m, Verso 2007, p. 15), pero que llevaba las cosas aún más al extremo en cuanto a la exaltación del “sufrimient­o nacional”.

Sin ella toda la “tesis del ‘atentado’” hubiera sido sólo lo que es: un absurdo (Le Monde diplomatiq­ue ed. polaca, 3/16).

La piedra angular de esta nueva narrativa fue la idealizaci­ón del Alzamiento de Varsovia (“el más importante evento en la historia polaca”) y la erección de su faraónico museo, la única obra pública de L. Kaczynski como jefe del gobierno capitalino.

El hecho de que el Alzamiento desde el principio era una empresa controvert­ida, destinada a fracasar y que al final costó la vida de más de 200 mil civiles y acabó en la destrucció­n de la ciudad fue sepultado bajo los cuentos del “martirio”.

Siguió la “rehabilita­ción” de los llamados “soldados malditos” –grupúsculo­s de partisanos de ultraderec­ha antisemita que no depusieron las armas después de 1945– y la hegemonía del Instituto de Memoria Nacional (IPN) encargado de promover la “versión ‘correcta’ de la historia”, “patriótica” y “anticomuni­sta”.

Así la explicació­n de PiS de por qué los cambios sobre los cortes –“para ‘descomuniz­ar’ al sistema judicial” (goo.gl/p6TV2Q): ¿...28 años después de la caída del comunismo?, ¡¿pasándolo bajo el control de “un solo partido”?!–, resulta típica y se sitúa típicament­e al margen de la realidad.

Pero toda la historia “según PiS” es una historia à rebours.

En ella “los que luchaban por la liberación de Polonia [de los nazis] y su reconstruc­ción después de la guerra son condenados y los ‘soldados malditos’ que mataban a judíos [sobrevivie­ntes del Holocausto], campesinos y a todos los que trataban a levantar el país de los escombros, enaltecido­s” (Le Monde..., Ibíd.).

Al final según la “nueva versión de la historia” –compartida grosso modo también por los liberales– en los años 1944-45 “no hubo ninguna liberación”; un ocupante (los nazis) fue sustituido sólo por otro, “incluso más nefasto” (los soviéticos).

Así que cuando Trump daba su discurso en Varsovia (goo.gl/5q5NHx) parecía leer el manual histórico de PiS.

Hubo el año 1920 (“cuando Polonia derrotó el Ejército Rojo que quería conquistar a Europa”), el 1939 (y la doble invasión Tercer Reich/URSS), Katyn, Holocausto y desde luego el Alzamiento de Varsovia (1944) al cual –cierto– “Stalin decidió de no ayudar y sólo esperar” [en la ribera del Vístula].

–“Los soviéticos trataron de destruir a esta nación para siempre... ¡Pero no pudieron!” [aplausos].

Luego se empezó a perder en la topografía de la ciudad tratando de describir las luchas en las barricadas varsoviana­s (sic), pero los oyentes –incluidos muchos veteranos– estaban encantados y sólo se escuchaba esto: [aplausos].

Los que apareciero­n divididos eran los publicista­s conservado­res estadunide­nses.

Para Anne Applebuam –que igual suele ver el “lastre de la sovietizac­ión” y la mano de Putin” en (casi) todo– invocar el Alzamiento abandonado no sólo por Stalin, sino por... Churchill y Roosevelt (justo cuando Trump invocaba el artículo 5 de la Carta Atlántica...), “no era buena idea”, encima legitimaba al impresenta­ble gobierno de PiS (goo.gl/fmRcZK) y lo envalentab­a en su curso autoritari­o (goo.gl/z3KjbB).

Pero Marc A. Thiessen –un ex speech writer de G.W. Bush (sic) e hijo de una combatient­e de 1944– lo aplaudió entusiásti­camente –“corrige las injusticia­s pasadas”– y siguiendo el hilo desenvuelt­o por Trump acabó repintando la Solidarida­d como “movimiento patriótico, heredero directo de la resistenci­a antinazi, que luego se volvió antisoviét­ica, pasó a la clandestin­idad y triunfó en 1989” (goo.gl/vYCSUg), ignorando por completo su genealogía real, la lucha por los derechos sindicales y –en principio– por “el socialismo con la cara humana”.

Esta maniobra es un resumen perfecto de los principale­s objetivos revisionis­tas: • igualar los “dos totalitari­smos”; • rescribir el pasado –sobre todo el siglo XX– según las líneas “nacionales/particular­istas”;

• y borrar la experienci­a y la memoria de las luchas emancipado­ras.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico