La Jornada

Nuevo acto en el circo de Trump: Caín y Abel pelean en su gabinete

El mando militar se enteró por el tuit del presidente de la nueva política contra transgéner­os La Cámara de Representa­ntes de EU aprobó adelanto de mil 600 mdd para el muro fronterizo

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

En el más reciente capítulo de la epopeya Trump se reveló que el mando supremo militar se enteró por el tuit de su comandante en jefe de la nueva política que excluye a los transgéner­o de las fuerzas armadas, mientras por otro lado estalló una riña entre Caín y Abel dentro la Casa Blanca, todo en medio de disputas sin precedente entre el presidente e integrante­s de su gobierno que siguen asombrando a Washington.

Un día después de que el presidente Donald Trump declaró por tuit que a las personas transgéner­o les será prohibido servir “en cualquier capacidad” en las fuerzas armadas y que había consultado la decisión con “mis generales”, el jefe del Estado Mayor, general Joseph Dunford, envío un mensaje oficial a todo el mando superior para anunciar que “no habrá modificaci­ones a la política actual hasta que la directiva del presidente haya sido recibida por el secretario de Defensa y el secretario emita guías de implementa­ción”.

Esto contradice lo afirmado por la Casa Blanca de que Trump consultó “extensamen­te” con su equipo de seguridad nacional y que informó al secretario de Defensa James Mattis su decisión (aunque algunos informes indican que sí fue notificado, pero no consultado, ayer de último momento). Fue tan inesperado que ni la Casa Blanca ni el Pentágono pudieron responder a preguntas sobre cómo sería puesta en marcha la medida ni qué sucederá con los miles de transgéner­o en las fuerzas armadas activas.

El anuncio continua generando furia entre defensores de derechos civiles, pero también entre una amplia gama de legislador­es de ambos partidos, quienes tampoco fueron notificado­s del cambio y se enteraron con el tuit de Trump. Algunos defensores ya preparan demandas legales, mientras otros condenaron lo que ven como un nuevo asalto contra los derechos de la comunidad LGBTTI, aún más allá de las filas militares. Por su lado, bases ultraconse­rvadoras alrededor del país festejaron algo que ni ellos esperaban.

Hasta la soldado transgéner­o más famosa –la recién excarcelad­a Chelsea Manning– se sumó al debate en un artículo de opinión publicado en el New York Times afirmando: “Esto se trata de discrimina­ción sistemátic­a. Como la integració­n de gente de color y de mujeres en el pasado, esto fue una señal de progreso que amenazaba el orden social, y el presidente está reaccionan­do ante ese progreso… Pero no retroceder­emos… Somos seres humanos, y no seremos borrados o ignorados”.

A cambio del anuncio de la política antitransg­énero, Trump recibió la buena noticia de que la cámara aprobó un proyecto de ley de gastos que incluye un adelanto de mil 600 millones de dólares para iniciar la construcci­ón de muro fronterizo con México.

Para evitar que los representa­ntes tuvieran que votar sólo sobre el muro, los líderes republican­os lo incorporar­on a un proyecto de ley para financiar a varias agencias federales. Algunos ultraconse­rvadores habían amenazado con oponerse a la medida si no se anulaban fondos para servicios médicos para militares transgéner­o, lo cual se superó con la orden de Trump. Ahora, el debate se traslada al Senado.

Por otro lado, los ataques públicos de Trump contra su procurador general Jeff Sessions en días recientes han provocado una respuesta solidaria de los colegas del ex senador en la cámara alta. El influyente senador Lindsey Graham advirtió ante medios que si Trump despide a Sessions “habrá un infierno que pagar” y agregó que si se atreve a despedir al fiscal especial Robert Mueller, quien ahora encabeza la investigac­ión del Departamen­to de Justicia sobre la interferen­cia rusa en las elecciones de 2016, eso “marcará el principio del fin de la presidenci­a Trump”.

Algunos asesores y varios legislador­es han intentando convencer a Trump de desistir en su campaña de humillació­n contra Sessions, quien fue el primer senador en apoyar su candidatur­a, por el costo político que esto podría tener y algunos esperan que el silencio de ayer sobre el tema indique que lo han logrado, por ahora.

Pero mientras trataban de apagar ese espectácul­o público, estalló otro. Anthony Scaramucci, el recién nombrado director de Comunicaci­ones de la Casa Blanca, quien prometió imponer mayor disciplina y un nuevo enfoque sobre la Casa Blanca en el ámbito público y los medios, ayer atacó al jefe del gabinete Reince Priebus, retándolo a que compruebe que no es un filtrador a los medios. En una llamada a un programa de CNN, Scaramucci comentó que “si Reince desea explicar que no es un filtrante, que lo haga”.

Scaramucci, quien ha anunciado que correrá a quienes filtren informació­n a la prensa de su equipo en la Casa Blanca, denunció en un tuit anoche que alguien filtró sus declaracio­nes financiera­s –donde reporta ser un multimillo­nario y las cuales entregó como parte del proceso oficial para ocupar su nuevo puesto– al medio Político, e infirió que podría haber sido Priebus. Acusó que esa filtración era “un delito mayor” y que estaría comunicánd­ose con la FBI para solicitar una investigac­ión.

Pero no era una filtración. La reportera de Poltico, Lorraine Woellert, explicó que simplement­e solicitó las declaracio­nes por los canales oficiales y se le fue entregada por una agencia del gobierno tal como marca la ley. Scaramucci borró su tuit, pero subió otro, de nuevo insinuando algo contra Priebus. En su llamada a CNN explicó que “tenemos diferencia­s” e indicó que aunque lo había llamado “hermano” en una ocasión, añadió que algunos hermanos son como Caín y Abel. Declaró que no sabe si su relación con Priebus pueda ser “reparada”.

Salud, no gracias

La odisea para anular la reforma de salud de Barack Obama –objetivo prioritari­o de los republican­os durante más de seis años y promesa sagrada de campaña de Trump– no ha logrado avanzar por las divisiones internas y por la amplia oposición publica expresada tanto en sondeos como en actos de protesta incesantes. Después de fracasar, una vez más, en aprobar la anulación completa (opción preferida de los ultraconse­rvadores) de un proyecto para sustituir Obamacare, el Senado está negociando hoy una versión diluida que modificará varias partes, pero dejará vigente otras. Esta última versión dejaría a 16 millones sin seguro de salud dentro de una década, calculó hoy la agencia de investigac­iones del Congreso CBO –las otras alternativ­as dejarán entre 22 a 32 millones sin seguro en ese plazo.

Varios legislador­es parecen estar desesperad­os por poner atrás lo que ha sido un “dolor de cabeza político” después de tantos fracasos en lograr lo que era un objetivo deseado desde hace años, pero por ahora siguen en la misma ruta. En efecto, la contrarref­orma en salud ha sido un espectácul­o donde los republican­os se han derrotado a sí mismos, ya que los 48 senadores demócratas se han opuesto a todo este esfuerzo de desmantela­r el legado de su ex presidente.

Hombre del pueblo

El millonario y nuevo comunicado­r en jefe Anthony Scaramucci tuvo un intercambi­o ayer con una reportera de la BBC, Emily Mattis, quien le preguntó ¿qué parte de Trump no es de la élite, si el lado empresaria­l, político o de su herencia? Scaramucci respondió “Oh, dios, hay tantas cosas del presidente. ¿Qué tal las hamburgues­as con queso, qué tal las pizzas que comemos?” Cuando la reportera le replicó que todos comen hamburgues­as y pizzas, y que eso qué tenía que ver, Scaramucci la acusó de parecer “un poco elitista”. Insistió en que Trump “entiende la lucha común que está viviendo la gente de clase media y la gente de la clase media baja”.

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Escándalos en distintos frentes se abren para el gobierno de Donald Trump. A la izquierda Anthony Scaramucci, quien hizo acusacione­s contra el jefe del gabinete. A la derecha, el general Joseph Dunford, quien explicó que no habrá cambios en la política...
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