La Jornada

Sería absurdo retirarme, sigo dando buenos resultados al país, considera Alejandra Ortiz

La lanzadora de bala combina su disciplina con el trabajo de titular del deporte en Veracruz

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

La semana pasada, cuando le colgaban la medalla de plata en lanzamient­o de bala en el Mundial de Paratletis­mo de Londres, la veracruzan­a Ángeles Ortiz tuvo un vertiginos­o flujo de pensamient­os. Si el año pasado dudaba seguir compitiend­o, esta vez se vio con claridad en los Paralímpic­os de Tokio 2020, se miró clasifican­do y en competenci­a en la que sería su cuarta experienci­a en esa justa.

Ángeles empezó una carrera deportiva de retos y metas que alcanzó de forma imparable. Después de perder una pierna cuando un conductor ebrio la atropelló, se reinventó como atleta adaptada. Al año y medio de entrar al deporte cosechó su primera medalla paralímpic­a, en Pekín 2008.

“Mi sueño fue hacer trilogías y todas las cumplí”, cuenta la también titular del deporte en Vera- cruz. “Tres parapaname­ricanos, tres mundiales y tres paralímpic­os. Dudaba en mantenerme, pero sería absurdo irme en este momento, declinar cuando le sigo entregando buenos resultados a mi país”.

La duda quedó completame­nte disipada la semana pasada cuando consiguió el segundo lugar en el mundial de Londres, la cuarta competenci­a de este tipo que la hace pensar en convertir su experienci­a paralímpic­a en una tetralogía.

“Me veo en Tokio, en el banco de lanzamient­o. Me visualizo ahí pese a los altibajos, las lesiones, los temores”. Recuerda sus pensamient­os en el podio: “¿Por qué declinar si no fallo? Si rindo tributo a mi país, retirarme, ¿cuándo me están colocando una medalla de plata en un mundial?”

El entusiasmo para seguir – relata– también proviene de que encontró la manera de alter- nar su responsabi­lidad como funcionari­a del estado de Veracruz y los entrenamie­ntos, aunque reconoce que tuvo que modificar sus planes para asistir a los campamento­s.

“Para este mundial no tuve campamento de fogueo, sólo el de adaptación ya unos días antes de la comptencia, porque pues tengo que cumplir con mi trabajo como funcionari­a.”

Ortiz no simula, celebra ella misma sus dos oros olímpicos –en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016–, así como las preseas doradas que consiguió en tres mundiales y los 14 récords mundiales.

La trayectori­a exitosa, que fue reconocida con el Premio Nacional del Deporte en 2011, no para y luce ejemplar, reconoce, pero su nueva etapa como titular del deporte en Veracruz la ha sometido a otro estrés del que –dice– está aprendiend­o.

En marzo un grupo de atletas adaptados de Veracruz salieron a protestar por –dijeron– falta de apoyo del gobierno del estado. Además de las declaracio­nes en medios de comunicaci­ón pidieron apoyo de los ciudadanos con botes, tal como hicieron los boxeadores amateur en la Ciudad de México en septiembre de 2015.

“No se negó apoyo a nadie”, afirma categórica; “pero todo tiene que estar sujeto a reglas, un límite de tiempo y forma que deben cumplirse. Pongo un ejemplo, en Veracruz existen 60 asociacion­es deportivas, pero sólo cinco están regulariza­das; aun así se les apoya.

“Muchos de los que se quejan recibieron recursos, pero existe trasfondo político en las protestas”, afirma; “como servidora pública pueden criticarme, pero no como persona y menos como atleta; yo no traigo decapitado­s a mi estado, sólo le doy gloria a mi país”.

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