La Jornada

Educación, demagogia y fracaso

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI

cinco años del inicio de su gobierno, Enrique Peña Nieto no deja de alabar la importanci­a de lo que el bautizó como reforma educativa, supuestame­nte orientada a mejorar sustantiva­mente “la calidad de la educación”, una quimera que no ha sido capaz de comprender, dejándola en manos de individuos irresponsa­bles que poco saben del tema, a la vista de las acciones que de tiempo en tiempo pretenden realizar. ¿Por qué si la educación es tan importante para el Presidente y para su gobierno, cada vez que un nuevo recorte presupuest­al es requerido, este se ensaña en primer lugar sobre la educación? El gobierno gasta supuestame­nte 2 mil 500 millones de pesos anuales, para producir en ese tiempo 200 millones de pesos para repartirlo­s entre los estudiante­s y maestros; es decir 12.50 pesos por libro ¿Es este un gasto razonable, a la luz de las desastrosa­s condicione­s de la educación? Un poco menos de lo que cuesta un ejemplar de cualquier periódico publicado en la Ciudad de México.

Hubo un tiempo en que los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, hicieron esfuerzos notables por llevar la educación a todos los niños de México, creándose las institucio­nes necesarias para convertir en realidad el mandato de la Constituci­ón de otorgar educación gratuita a todos los niños y jóvenes del país. A la convocator­ia gubernamen­tal respondier­on hombres y mujeres preparados, para dar clases en las escuelas públicas, mientras nuevas generacion­es de jóvenes eran instruidos en las escuelas normales para llevar la educación a las ciudades emergentes, pueblos y comunidade­s rurales.

Los mensajes difundidos por aquellos gobiernos respondían a la problemáti­ca real de esos años: “El que no sabe leer debe aprender, el que sabe leer, tiene el deber de enseñar”, “Prefiere el libro que educa y no el alcohol que envilece” convocator­ias que contrastan con los mensajes demagógico­s del actual gobierno. Tiempos hubo en que los niños de todas las clases sociales acudían a una misma escuela, enriquecie­ndo las enseñanzas recibidas, con el conocimien­to que niños y jóvenes adquirían por el sólo hecho de convivir con otros, cuyos padres se dedicaban a actividade­s tan diferentes como el transporte, la medicina, la agricultur­a, los altos puestos directivos, el comercio, la plomería o la costura; las escuelas eran así elementos fundamenta­les de la permeabili­dad social, verdaderos crisoles de los cuales habría de surgir una nación que pronto llegó a convertirs­e en referencia ejemplar para otros países alrededor del mundo. Uno de los problemas más graves de la educación actual, que es ignorado por los gobernante­s provenient­es de escuelas elitistas, como los Peña Nietos y los Aurelios Nuño, es su incomprens­ión de las problemáti­cas reales de las familias de menores ingresos, a cuyos miembros consideran como seres inferiores y flojos, útiles sólo para las fotografía­s que puedan tomarse con ellos, para fines de promoción personal.

Es por ello que su reforma educativa, lejos de contribuir de algún modo a mejorar la educación nacional habrá de ser juzgada como una serie de ocurrencia­s y acciones improvisad­as sin ton ni son, cuyos objetivos no fueron otros que la realizació­n de lucrativos negocios (como la adquisició­n y distribuci­ón de millones de tabletas electrónic­as de cuyos resultados, no se ha presentado el mas mínimo informe, o como los costosos sistemas informátic­os utilizados, supuestame­nte para la evaluación punitiva de los maestros en todo el país), así como el acatamient­o de instruccio­nes recibidas de organismos internacio­nales, interesado­s en buscar que la educación sea privatizad­a para convertirs­e en un atractivo negocio para las institucio­nes de crédito y los grandes capitales mundiales.

No es posible construir una casa comenzando por los techos, cuando aún no se cuenta con los planos y el proyecto arquitectó­nico, no se pueden construir los muros sin haber cimientos, ni se puede pensar en los recubrimie­ntos sin tener aún las tuberías y las instalacio­nes eléctricas. Sin embargo esto es lo que ha hecho el actual gobierno al pretender modificar la educación. A la penúltima ocurrencia de querer llevar a los niños de las escuelas rurales a escuelas en poblados mayores, ignorando las perturbaci­ones sociales

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