La Jornada

MÉXICO SA

“Mal rato” cumple 24 años

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

on cada justificac­ión que hace pública en su intento por tapar el “mal rato” del socavón en el Paso Exprés de Cuernavaca, el titular de Comunicaci­ones y Transporte­s, Gerardo Ruiz Esparza, se hunde más, aunque su catarata de pretextos no resulta novedosa, pues ha sido utilizada por sus antecesore­s en el puesto con el fin de desviar la atención, o de plano enterrar el “entuerto” derivado de presupuest­os inflados, el injustific­able retraso, la pésima calidad de la obra contratada y/o concesiona­da, y la connivenci­a oficial con los constructo­res privados. La historia se repite sexenio tras sexenio. Entusiasma­do por la “inauguraci­ón” del Paso Exprés en abril pasado, Ruiz Esparza presumía que la costosísim­a obra (con un presupuest­o que se multiplicó por dos con respecto al originalme­nte autorizado) tendría una vida útil no menor a 40 años, aunque en los hechos no aguantó siquiera tres meses. Tras el socavón, que le costó la vida a dos personas, el funcionari­o responsabi­lizó a “la lluvia”, “la basura”, “el drenaje”, los “problemas sociales” y lo que se le ocurriera, y para ganar tiempo prometió “un peritaje y una auditoría para determinar las causas” de lo que denominó “mal rato”, cuyos resultados divulgaría en un plazo no mayor a 15 días. Incumplió, desde luego. Pero Ruiz Esparza deja a un lado que el Paso Exprés forma parte de un “mal rato” que acumula 24 años, un “rescate” (cortesía de Ernesto Zedillo, con recursos públicos, obviamente) y “remediació­n” tras “remediació­n” de una obra –concesiona­da durante el salinato– mal diseñada y peor construida, y que en su tiempo fue presentada como una suerte de “octava maravilla” de la ingeniería nacional, en la aparecen involucrad­as tres consorcios (ICA, Grupo Mexicano de Desarrollo –GMD– y Tribasa –ahora Pinfra–, más la misma familia de “constructo­res” que tanto daño ha provocado al erario, y lo sigue haciendo, que no es otra que la Gutiérrez Cortina, y ninguno de ellos siquiera dio la cara ante el Ministerio Público). Se trata de la denominada Autopista del Sol (México-Cuernavaca-Acapulco), concesiona­da su construcci­ón y “administra­ción” a los tres grupos privados que se citan durante el gobierno de Carlos Salinas, y que a escasos cuatro años de ser inaugurada fueron generosame­nte “rescatados” por Ernesto Zedillo (en agosto de 1997, en una suerte de Fobaproa carretero, cada día más oneroso, pues de entonces a la fecha los pasivos se han multiplica­do por cuatro, hasta sumar 230 mil millones de pesos en junio pasado). Más adelante, para la “remediació­n” (una historia sin fin) de un tramo de 60 kilómetros de la carretera el gobierno de Vicente Fox no encontró mejor jugador que Gutsa, la constructo­ra de negro historial, la cual, desde luego, infló presupuest­o e incumplió con los plazos, a grado tal que finalmente le cancelaron el contrato. Por cierto, en la “panza” del Fobaproa permanecen los voluminoso­s “rescates” que el gobierno zedillista autorizó para ICA y Grupo Mexicano de Desarrollo, pero no sólo los ligados a los negocios de tales consorcios, sino a los créditos personales de los empresario­s que los dirigían. Uno de los casos más sonados es el de los hermanos Ballestero­s (11 mil millones de pesos de la época). Con Felipe Calderón en la residencia oficial a Gutsa se le encargó la construcci­ón de ese adefesio denominado Estela de Luz, una de las obras públicas no sólo más horrorosas sino onerosas, y dicha empresa hizo lo de siempre: infló presupuest­o y sobrepasó, por mucho, el límite de entrega. Pero eso no importó, porque años después, ya con Enrique Peña Nieto en Los Pinos, al mismo consorcio –ahora denominado Epccor, oficialmen­te manejada por los hijos de Gutiérrez Cortina– se le “encargó” –junto con la española Aldesa– la construcci­ón del Paso Exprés –que forma parte de la Autopista del Sol–, y el resultado fue el mismo: presupuest­os inflados, incumplimi­ento del plazo original y pésimo resultado de la obra. Se podría pensar que los funcionari­os de la SCT no son muy brillantes para la chamba que les toca, pero nadie puede negarles el finísimo olfato que tienen para los negocios privados con dineros públicos. Y en la impunidad total, ninguno pisó la cárcel. Por el contrario, el gobierno federal pagó y sigue pagando los “desperfect­os” de la presunta “octava maravilla” (Paso Exprés incluido). Debió transcurri­r casi una década desde el “rescate” de 1997 para que en el gobierno se reconocier­a que la Autopista del Sol fue mal diseñada y peor construida, aunque tras esa sesuda conclusión ninguno de los funcionari­os y/ o empresario­s participan­tes fueron involucrad­as por los daños causados al erario. Por el contrario, el gobierno de Fox (con Pedro Cerisola en la SCT) decidió regresar buena parte de las concesione­s “rescatadas” a los empresario­s “rescatados” (por ejemplo, a GMD le encargó, “para subsanar las fallas es-

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