La Jornada

Asamblea de “sabios” ordena violar a una joven de 16 años en Pakistán

- AFP RAJA RAM.

Una adolescent­e fue violada en una aldea de Pakistán por órdenes del consejo local, que castigó así un acto similar cometido por su hermano.

La asamblea de “sabios”, también conocida como el panchayat o la jirga, pidió a mediados de julio a un hombre que violara a la chica, de 16 años, para vengar el ultraje infligido a su hermana, de 12.

“Que Dios se apiade de nosotros, qué día tan extraño y qué injusticia”, lamenta Amina Bibi, habitante de Raja Jam, recordando la doble violación en la pequeña localidad de 3 mil habitantes, situada en la provincia de Punyab. “En nuestra región, no tenemos ni escuela ni hospital, imperan la pobreza y la ignorancia (...) Este incidente es un reflejo de la ignorancia”, afirma Imtiaz Matia, vecino de 46 años.

Después de lo ocurrido, las dos jóvenes ingresaron a un refugio para mujeres abierto este año, gracias a una legislació­n adoptada en 2016 por la provincia que les garantiza nuevos derechos y una mejor protección. Este refugio está en Multán, a escasos kilómetros de Raja Ram, pero la distancia entre el pueblo y la ciudad parece mucho más larga.

En lugares como Raja Ram, los panchayat se siguen consideran­do el auténtico sistema de justicia, y los tribunales, calcados del modelo británico, como un fenómeno exterior. “En tiempos de nuestros antepasado­s ya había consejos locales”, recuerda Manzoor Husain.

Los tribunales paquistaní­es pueden tardar años en juzgar un caso, mientras los consejos locales pronuncian rápidament­e su sentencia. Estas asambleas de “sabios” suscitan, sin embargo, cada vez más críticas debido a sus controvert­idas decisiones, especialme­nte en lo que respecta a las mujeres. “Todo está basado en el honor en ese sistema, y no hay nada más deshonroso para una familia que la violación de una hija”, explica una militante feminista, Aisha Sarwari. “Los hombres de la familia del agresor deben, por lo tanto, sufrir la misma deshonra que los familiares de la víctima”, precisa.

Un panchayat quedó en los anales de la infamia tras ordenar en 2002 la violación colectiva de una mujer llamada Mujtar Mai, cuyo hermano había sido acusado por error de violación. Mai, que vivía en Punyab, tomó entonces una decisión inhabitual en Pakistán: denunciar a sus agresores. Pero la justicia los exculpó, los consejos locales continuaro­n en la región, y Mai se convirtió en defensora de los derechos de las mujeres. El Tribunal Supremo intentó poner fin a estas asambleas tradiciona­les al declararla­s ilegales en 2006. Pero, en un intento de acelerar la justicia, el gobierno volvió a autorizarl­as para resolver conflictos en los pueblos.

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